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lunes, 2 de noviembre de 2015

“Que esa mañana decidiéramos coger las bicicletas y hacer la Senda del oso, resultó ser uno de esos momentos a los que yo llamo “momentos pancorbo”. 

“Que todos estuvieran encantados con el plan, que los bocadillos olieran a tortilla caliente en pan crujiente, parecía animar a pedalear a todos menos a mi.” 


“La senda es larga, 22 km, y aunque no es complicada, hay muchas fuentes y está considerada una de las más bonitas para hacer en bicicleta, mientras me preparaba me venían a la cabeza más razones para no ir y buscar una buena disculpa para huir, que para estar lista. Pero pospuse mis deseos, siempre creo que es mejor ver más allá del primer impulso"

“Que viniera una grandísima amiga era el mayor aliciente, así que, con deportivas, casco y todo lo necesario, allí estaba dispuesta a pedalear.”

“Creo que fue cruzando el primer puente que ambas nos quedamos rezagadas y vimos a todos irse alejando poco a poco y la voz de alguien gritando con mucha energía decir: “os esperamos en ...” lo último ni lo oí. Despacio seguimos el paseo mirando el bosque, el río, las praderas y sudando que el sol a esa hora ya no perdonaba.”

Vi un sitio precioso para sentarnos y no pude hacer otra cosa que proponerle: "Hagamos un pancorbo".

-Si eso es parar y descansar, me apunto. Contestó divertida.

Tranquilas, sentadas, respirando con suavidad y dejando medio tiradas las dos bicis me preguntó.”

-¿Qué es un pancorbo?

Sonriendo al recordarlo le conté.

-Pues es una bobada. Hace tiempo acompañaba en los viajes de forma bastante particular a una persona que quiero mucho, y muchas veces nuestro punto de encuentro era Pancorbo. Así que tengo asociada la palabra a momentos de ilusión, de sentirme bien y de estar en compañía de alguien a gusto pudiendo contar cualquier cosa.

Que ese momento lo rompiera una ciclista alejada de su pequeño grupo y que con sus zapatillas amarillas, pantalones de lycra y gafas de sol de montura llamativa nos dijera…. No, mejor no lo escribo aquí que raya entre lo obsceno y lo ordinario. Hizo que sorprendidas de la malquerencia gratuita de sus palabras y sus gestos, nos miráramos desconcertadas, perplejas al vivir la escena. Pero en silencio, sin contestar de forma impulsiva, controlando el deseo de hacer o de decir, observamos como con estilo bastante temerario e imprudente, levantando el culo del asiento, pedaleaba más rápido para alejarse, dejándonos muy atrás.”

-Dos minutos más ¿te parece?. Nos pedimos a la vez.

“Volviendo a las bicis recorrimos aquella senda hasta encontrarnos con los que llevaban los bocadillos, el chocolate y manzanas de la tierra. Disfrutamos de meter los pies en agua fría, de estar con quien merece la pena estar.”

“Ya de vuelta, en otro puente con varios charcos de barro de antiguas lluvias no evaporadas, donde volvimos las dos a parar para partir una onza de chocolate y saborearla mientras mirábamos el río, nuestra ciclista regresaba envalentonada. 

Y perdió el equilibrio, lo perdió, y su bici sin control se desestabilizó. Y allí estaba caída en todo el charco, con el casco ladeado, perdidas sus gafas espejo, y el amarillo de sus zapatillas también perdido entre los colores ocres del lodo.”

“Que la viera con la intención de adelantarse para quizás echarle una mano y ayudarla, hizo que le sujetara el brazo con fuerza diciendo:”

-No, permítele que encuentre su dignidad en la ciénaga que se ha metido. No rompas este momento también pancorbo.

"Y así, sin hablar, como en el viaje de ida, con el sosiego que da la prudencia, bajamos despacio el tramo que quedaba disfrutando de lo que había sido esa preciosa excursión. No de los percances del camino. Esos los aparté y dejé olvidados en la senda." 

Esa noche concilié muy bien el sueño, me parece recordar que tuve por segundos un pensamiento parecido a.. No hay plazo que no llegue… pero me dormí sin terminar el refrán de mi abuela.”

Este es el relato, ejercicio de su curso de escritura, que me ha enviado quien ha tenido que poner en marcha un gran repertorio de conductas de autocontrol emocional en esta última etapa.

El autocontrol emocional es la capacidad que nos permite gestionar de forma adecuada nuestras emociones y no permite que sean éstas, las que nos controlen a nosotros. Para Daniel Goleman es “La habilidad para hacer una pausa y no actuar por el primer impulso ”. 


Dejo encima de la mesa … la posibilidad de buscar pausas y respirar con calma antes de encontrar los que serán buenos caminos.

Publicado por Mila Guerrero.
Manager I+D+i de R&H Talento y Personas




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Publicado el lunes, 2 de noviembre de 2015 a las 11:35 por Juan Bueno

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viernes, 9 de octubre de 2015

Sinceramente tengo que morderme la lengua muchas veces, otras, muchas no te creas, atarme las piernas para no huir, esas en que me gustaría desapareciera de mi vida. Pero sin embargo sigo ahí, sin moverme, aguantando… si pudiera alejarme lo suficiente para tener la sensación de poder respirar con cierta serenidad. Si pudiera decir lo que realmente quiere decir mi cabeza. Es una voz constante que me intoxica y que aún cuando no está presente, me deja ese regusto amargo teñido de algo que sé que a la larga es peligroso, pero… no me atrevo.
toxicos
Muchas veces estamos unidos o nos vinculamos a personas que en vez de sumar nos restan. Nos hacen sentir como que nuestros sueños, nuestra forma de ver y entender las cosas, la vida, la forma de disfrutar, nunca será posible.

Si algo es cierto, es que siempre estamos con otras personas, comunicándonos permanentemente. En pocos momentos del día no establecemos algún diálogo. 

Con el portero o el vecino al salir de casa, con el gasolinero al repostar, con el jefe, compañeros, amigos, la pareja, los hijos… y a veces otorgamos y damos a la voz de los demás, un valor y una estima que no merecen, convirtiéndolos en el mayor obstáculo para sentirnos bien dibujándonos una vida encadenada, sin darnos cuenta que tenemos la llave del candado. Son personas que contaminan.

Tú sabes lo que es oír siempre lo mismo. O que no lo hago bien, o que no sé, o que esperaba otra cosa, o que sufre mucho y no comprendo, o que trabaja mucho, o que es imposible y…. Ni siquiera cuando me enfado, levanto la voz y lanzo suplicas o ultimatums desaparece. Si tuviera que poner una imagen a esto sería un extractor que me absorbe hasta la última gota de energía positiva, inoculándome a la vez un tóxico que me debilita poco a poco.

extractor
Nadie está en condiciones de cuestionar, ni juzgar, ni tus capacidades, ni tus decisiones, ni tus intereses, ni siquiera de interpretar los criterios que utilizas para actuar o elegir qué o con quien quieres estar. Puede que sin pensar mucho has avanzado y aceptado metas, personas, situaciones o cosas que te interesaban muy poco o hasta que fueran antagónicas a la forma que consideras correcta de actuar o hablar… Piensa por un instante:

¿Qué estás buscando?

¿Qué estás viviendo?

¿En qué usas tu tiempo?… o solo estás andando por andar, aceptando por aceptar.

Mientras conducía por la autopista y hoy mientras venía hacia aquí, pensaba en como se ha reducido mi vida y mis intereses. ¡Como han menguado!. Que pocas cosas nuevas hay interesantes. Realmente mantengo apenas nada especial, me refugio en dos cosas, pero el resto sé que me harán a la larga alguien que no me gustaría terminar siendo. Echo la vista atrás, quizás dos años poco más y he perdido mucho.

Cuanto mayor sea el tiempo que le dediques a escucharte, cuanto más te detengas a observar qué se ve desde fuera y prestar atención a lo que sientes, quieres y piensas, mayores serán tu éxitos y mejor te sentirás. Las voces ajenas, por cercanas que sean, no conocen a fondo ni tus fuerzas, ni tus deseos.

Lazos del alma que a veces se convierten en lazos mortales, ¿lo has pensado?

Esta es parte de la conversación que la semana pasada tuve con quien me vino a ver y que continuó… pero es un buen ejemplo de lo que se consideran relaciones tóxicas.

relacion toxica
Relaciones que se dan en la familia, con amigos, con compañeros de trabajo, de estudios, clientes... de las que nos cuesta alejarnos aún sabiendo lo insanas que son. Son heridores profesionales, esperando que algo malo suceda para dar cuenta de “acuse de recibo”.

Sin embargo nadie puede esquivarlos, nadie puede evitar a personas equivocadas que se han colado en nuestras vidas y permanecen evaluando permanentemente lo que decimos, y lo que hacemos, o lo que no decimos o no hacemos. Son esas personas que potencian nuestras debilidades y que al final nos llenan de sufrimiento y frustración. Pero más allá del dolor que nos provocan las preguntas claves son:

¿Qué hago yo?, ¿cómo excluyo de mi círculo afectivo vital a estos personajes? cómo me alejo de los meteculpas, del siempre ofendido, de descalificadores, de insultones y manipuladores, de chismosos y autoritarios, de esos quejosos víctimas permanentes. ¿Cómo empezar?

help
Buscando relaciones enriquecedoras, que aporten otras forma de ver las cosas, en positivo, con posibilidades de mejorar o de actuar de forma más serena, más beneficiosa. Tu vida depende de tus elecciones y en ellas se incluyen con qué tipo de personas te vas a relacionar.

Como la carta de un restaurante, hay platos deliciosos y suculentos, y otros que ya conocemos, esos que te hacen pasar la noche levantándote varias veces para beber mucha agua.

Establecer límites: Decir NO, forma parte del límite, a veces alejándote físicamente, y siempre sin seguir juegos dañinos. Dejar pasar el tiempo, esperar que el otro cambie no es una buena alternativa.

Como cuando se cocina: Aquello que no sacas del horno a tiempo, no es un buen asado.

Sin excusas: Siempre puedes elegir, siempre hay otra alternativa, solo es cuestión de escogerla.

Como los helados, hay de mil gustos, la vainilla no es el único sabor siempre está la frambuesa, el...

carta-cañaControlando tu “marco”: El marco en PNL se conoce como la perspectiva que se tiene de una situación. Son las creencias e ideas que cada persona tiene sobre el mundo, su forma personal de interpretar las situaciones. La perspectiva de siempre puede que no sea la mejor perspectiva por años que se lleve viéndola y viviéndola.

Como cuando eliges la mesa en que sentarte en el restaurante, desde cada mesa se ven cosas diferentes... la puerta de los aseos, o la ventana con la gente paseando por la calle.

Cuando terminó esa larga conversación, pensé en todo lo que aún quedaba por digerir y como se habían dejado pasar momentos sabrosos que nutrían por otros de auténtico ayuno, aunque aparentemente envueltos en sushi de buen aspecto.

Pero me dije, siempre hay posibilidades.

sushi




Dejo encima de la mesa para pensar ...“Procura conseguir lo que te gusta o te verás obligado a que te guste lo que no te gustará” Bernard Shaw.





Publicado por Mila Guerrero.
Manager I+D+i de R&H Talento y Personas
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Publicado el viernes, 9 de octubre de 2015 a las 15:24 por Juan Bueno

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miércoles, 9 de septiembre de 2015

Una famosa canción de hace algunas décadas decía: “el final del verano llegó y tú partirás…” y en efecto así es. La estación meteorológica aún tiene unas semanas por delante, pero lo cierto es que el verano entendido como espacio de asueto y vacaciones ya es para muchos de nosotros un recuerdo, aún cercano, que rememoramos constantemente. Todos repetimos (los que hemos podido disfrutar esas vacaciones) los viajes, el relax, la ausencia de horarios, los amigos, la playa, el chiringuito, los deportes, la aventura o esos planes que hemos preparado durante meses. 



Y en ocasiones todo ese periodo vacacional está un poco idealizado, y puede resultar un tanto frustrante. Incluso nuestros recuerdos están un poco edulcorados. No resulta muy apetecible reconocer ante los demás que el viaje de nuestros sueños no estuvo a altura de lo esperado; la familia un tanto hostil; la paella del chiringuito mediocre; o la relación con la pareja menos idílica de lo deseable. 

Pensaba en este tema hace un par de semanas oyendo un programa en la radio gallega sobre la búsqueda de la felicidad. Después de una hora de charla con los oyentes y alguna aportación más científica la conclusión era que casi permanentemente estamos persiguiendo la felicidad, esperando un estado placentero, de satisfacción y alegría, que nos imaginamos como poco cotidiano. En nuestro deambular soñador sobre esos estados de bienestar y gozo probablemente perdemos muchos momentos que pueden resultar absolutamente deliciosos, con los que sentirnos en la gloria.

En ese camino de incesante persecución de la felicidad Aristóteles afirmaba que ésta no se encontraba en la búsqueda de los placeres, sino en alcanzar una “teoría del equilibrio”y para lograrla “hay que practicar actos buenos, justos y equitativos”. Este planteamiento filosófico, como vemos, tiene más que ver con aspectos intrínsecos de la persona que con bienes o deseos materiales. En una interpretación mucho más prosaica no hay porque asociar estar en una hamaca frente al mar saboreando el refrescante gin tonic que me han servido con un momento placentero o feliz. Ese momento puede ser tremendamente desgraciado u oscuro. Seamos realistas. ¿no podemos alcanzar momentos de agrado, de gran complacencia en el trabajo? ¿qué sentimos entonces cuando nos aprueban un proyecto o cuando se valora un trabajo bien hecho? ¿qué mecanismo malévolo hace que asociemos el trabajo con una maldición y las vacaciones sólo con despreocupación y fortuna?

Un pensador actual como José Antonio Marina afirma: “la felicidad consiste en la armoniosa satisfacción de nuestras dos necesidades esenciales, la de disfrutar (faceta hedonista), y por otro lado, y aunque resulte paradójico, la de vivir en tensión”. En efecto el hombre necesita ser reconocido y valorado en lo que hace, saber que es útil, necesario, adecuado, creativo o bello.

Todo lo que hacemos busca la felicidad, nadie desea sentir dolor, sufrir o saberse frustrado. Queremos vivir con tranquilidad y alegría, disfrutando de lo que nos rodea y sin temer desgracias que nos acechen. Claro, es humano y lógico. Pero a veces tenemos un poco desenfocado el asunto.

De las chanclas a la corbata nos invita a reflexionar sobre lo que es esencial en nuestras vidas, sobre esos momentos de goce en los que nos podemos sentir muy afortunados, aunque nuestra economía esté maltrecha. Hay que disfrutar las pequeñas y las grandes cosas, todas aquellas que nos hagan sentir y vivir un momento grato, apacible, de los que provoca una sonrisa. Y esos se pueden producir en la playa o en la montaña, pero también en la oficina o en la fábrica, o en un paseo con la familia, o en una sobremesa con amigos, o en una conversación interesante o en un día de trabajo intenso con tu equipo, o cuando llegas a casa y simplemente aprecias el sonido y la luz de tu hogar.

Las vacaciones o un proyecto profesional están muy relacionadas con las construcciones mentales que nos hacemos al respecto. Esto significa que puedo imaginar un viaje maravilloso y lleno de experiencias interesantes o pensar más en las dificultades de organización o el choque que puedo experimentar en otras culturas. Tanto en uno como en otro caso mis recuerdos pueden ser positivos o negativos en función de cuáles eran mis expectativas. De igual forma puedo visualizar un proyecto profesional como un reto, creativo y dinámico y ese proceso puede anticipar momentos de felicidad intensa.

He disfrutado de unas buenas vacaciones, valorando la ausencia de despertador, el sol, el mar, la familia y tiempo para la lectura. Pero retomo ahora mi actividad profesional con ilusión y ganas de abordar proyectos. Guardo con una sonrisa mis chanclas y saco los zapatos de salón dispuesta a disfrutar todo lo que pueda del ocio y del trabajo. Porque la felicidad es también una cuestión de actitud.


Publicado por May Ferreira.
Executive Manager de R&H Talento y Personas


Publicado el miércoles, 9 de septiembre de 2015 a las 23:15 por Juan Bueno

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martes, 30 de junio de 2015

Hacía mucho tiempo que no iba de boda y el pasado fin de semana he estado en una. Para los novios no era la primera vez que se casaban, ya habían vivido esa experiencia hace años, sin embargo en este momento que ya has superado esos años intensos de juventud, pero se está en el mejor momento profesional y probablemente de madurez en casi todos los aspectos de tu vida, he visto las mismas emociones de la última boda a la que fui, aunque esa si era de dos jóvenes que empezaban y sellaban en ese momento su vida juntos.



Tengo que decir que la novia estaba muy guapa y el novio también, todos los que estábamos allí teníamos la sensación de ser parte de una historia bastante curiosa y hasta un poco precipitada que terminaba en boda. Ah! y el cóctel fue magnífico, sobre todo las croquetas, lo resalto porque parece que si no se dice algo así no es una buena boda. Pero de lo que quiero hablar en estas líneas es de como somos los protagonistas de gestionar nuestra felicidad. Desde que las primeras tribus se reunieron alrededor del fuego, la felicidad ha sido un tema de conversación interminable, con enfoques muy distintos. ¿Es la felicidad cuestión de genes? David Lykken, profesor de Psicología de la Universidad de Minnesota experimentando con gemelos concluyó que no solo es cuestión de una tendencia natural sino que está determinada y dependerá del modo en el que cada cual decida vivir las cosas que le van sucediendo en la vida.

adn ¿Depende de tener, conseguir cosas que deseo?, En su libro “Los mitos de la felicidad”, Sonja Lyubomirsky, profesora de Psicología de la Universidad de California, afirma que en la idea de ”seré feliz cuando…”, “o no seré feliz si..” , esos logros, aún cuando en principio sean muy gratificantes, no nos harán tan inmensamente felices, ni durante tanto tiempo como se cree, en seguida buscaremos otros a los que supeditar nuestra felicidad. Y consumiremos más tiempo persiguiendo otras cosas que disfrutando de las que ya tenemos. En la misma rutina diaria podemos encontrar esa tranquilidad, en los momentos más sencillos, poder disfrutarlos es lo que aporta calma, bienestar, serenidad y satisfacción a nuestra vida. Buscar la felicidad en el futuro me parece injusto para nosotros mismos, porque no valoramos lo conseguido hasta este momento, hasta el presente, y anhelamos algo que no tenemos, algo que, en ocasiones, ni siquiera sabemos qué es. Encontrar a alguien en un momento, retenerlo y disfrutar de esa ilusión, es una de esas oportunidades que cuando se nos presentan, podemos y deberíamos gozar, sin permitirnos escusas o dejaciones que nos enquisten en una vida desaliñada o en una secuencia de momentos apáticos. 

Viendo a los protagonistas de esa boda desde mi silla pude constatar que es en la propia vida, en los días, las horas, los minutos o segundos donde nos damos cuenta de que ese instante es único y vale la pena. Saber detectarlos, reconocerlos, acumularlos y deleitarlos es el primer paso. Me detuve en mirarlos abrazados, pegadas sus caras en un beso medio oculto bailando. Fue uno de esos instantes de felicidad. No había tensiones y estaban sonriendo casi constantemente, como si estuvieran dispuestos no solo emocional sino también físicamente a sentirse bien.
bailar de espaldas  
En un rincón del salón, hablando con ambos entendí que aunque en el camino que habían recorrido para estar juntos habían cometido algunos errores y habían tenido dificultades para poder llegar a esa pista de baile, se habían esforzado y habían sabido gestionar sus dudas y miedos, los resentimientos de exparejas y las quejas de sus hijos. Ya no había ni reproches, ni culpas, solo colaboración y mucho respeto de todos los personajes que habían estado de alguna manera en esa historia. Yo que había compartido algunas escenas de incertidumbre bastante teñidas de congoja y dolor, me parecieron lejanas y resueltas. Tal Ben-Shahar profesor de psicología positiva en Harvard y especialista en “felicidad”, diseña el camino para alcanzarla de esta manera:

  • Tener en cuenta que no siempre todo sale perfecto. Es mejor el optimalismo que el perfeccionismo. Siempre hay errores, reconocerlos y disculparse es una parte importante del camino.
  • Lo importante es disfrutar del viaje de la vida, no solo de la meta. Los momentos de ilusión son irrepetibles.
  • Aceptar las emociones, no todas son placenteras, pero todas son necesarias. Golda Meir decía “quien no sabe llorar de corazón, no sabe reír con él”.
  • Aceptar la realidad y apreciar el éxito de forma también realista. La autoestima es el cociente entre el éxito y las aspiraciones, “bastante bueno mi rendimiento”, o “bastante bien mis resultados” son palabras generadoras de felicidad.
  • Rodearse de gente buena, que te quiera y genere bienestar a tu alrededor.
  • Desterrar de tu vida a quien no te tiene en cuenta, te miente, te grita, te enjuicia, desprecia y ridiculiza tus puntos de vista o te prohíbe estar o hablar con quien te cuida y proporciona alegrías o ilusiones. Huye de los aduladores o de quien te anima al desquite, al rencor o la inquina y no desaproveches la ocasión para recordarte lo que te hace sentir incómodo.
felicidad
En aquella sala se cumplían en su totalidad todos los requisitos … no puedo más que desearles toda felicidad posible y que sepan apreciarla y saborearla. Yo también fui feliz en esa boda y me divertí mucho bailando con el novio, ambos son expertos en hacerte sentir bien. Y dejo encima de la mesa para pensar ... ¿en cual de los requisitos nos esforzamos menos?.  

Publicado por Mila Guerrero.
Manager I+D+i de R&H Talento y Personas
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Publicado el martes, 30 de junio de 2015 a las 12:28 por Juan Bueno

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domingo, 3 de mayo de 2015

LA RESILIENCIA: Una actitud imprescindible para superar las adversidades.



Publicado por Juan Bueno.
Managing Partner de R&H Talento y Personas



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Publicado el domingo, 3 de mayo de 2015 a las 22:19 por Juan Bueno

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viernes, 17 de abril de 2015


Publicado por Mila Guerrero.
Manager I+D+i de R&H Talento y Personas



"Desde la ventanilla del avión he mirado Madrid y durante unos minutos he recordado estos dos años largos que he vivido y en el que me he tenido que reconstruir como un puzzle al que un golpe lo desmontó y pieza a pieza hay que rehacerlo en otra mesa distinta de la casa.
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"En otro país, dos traslados de ciudad, nuevo trabajo, nuevos amigos, regresos muy cortos con quienes me apoyaban desde muy lejos, hijos adaptándose a nuevas escuelas, nuevos hábitos. No reconoces durante meses lo cotidiano, como donde comprar el pan, que no es por supuesto una barra que desprende olor a harina tostada, hasta el coche es automático; y sin embargo lo que parece imposible no lo es. "En mis conversaciones con quien me ha apoyado incondicionalmente cada semana por skype, a esa hora en que no hay nadie por la casa, contaba aquellas sensaciones que muchas veces me habían dejado abatida durante el día, y siempre escuchaba la misma respuesta:

  • Eso ya ha pasado, no hay que revivirlo; no hay que olvidarlo porque te ha servido para aprender, pero sí aparcarlo.

"Y así lo iba haciendo. Cada jueves me hacía hablar de como sacar partido a cada cosa y ser consciente de lo que tenía, fijar la atención en el presente y sacar mis fortalezas para disfrutarlo, no hubo ningún día que no me arrancara una sonrisa por algo. Hasta cuando nos saltábamos la norma, era divertido.


  • Eres muy lista, hasta has conseguido que las lavandas crezcan en un país tan frío. Disfruta de esas nuevas sensaciones, de interesar de nuevo a alguien, de trabajar en otras cosas, de emplear más tiempo en eso que te gustaba mucho y tenías pendiente, el primer capitulo de tu libro es precioso, anticipa lo mejor. "A pesar de la desesperación que a veces me corroía, y deseaba volver a la casilla uno del parchís y hacerlo de otra forma, de nuevo me insistía.
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    Lo siento, el único camino es recuperarse. No podemos contemplar algunas opciones, ni siquiera un secuestro y traer a quien quieres, le seguirían y secuestrarían de nuevo amordazado.

"En este tiempo, he aprendido a incorporar un esquema de mi más positivo, sacar la serenidad, la templanza y el buen juicio en los momentos que perdía el rumbo. Me esfuerzo siempre en mantener la calma y dominar las emociones que me hacen sentir mal. Todos los días camino un rato para despejarme y pienso en algo bueno que me haya pasado. "Me han ayudado a interpretar los acontecimientos de manera más constructiva, con más humor y repetirme que todo lo que he vivido ha merecido la pena, pero que merece más la pena lo que estoy viviendo ahora. "Sigo abandonando creencias que me hacían sentir mal, y me obligo a descartar los pensamientos poco productivos. Sobre todos esos de 'si hubiera...' 'debería haber ... '. "Aunque me daba mucha pereza, cada jueves me repetían:

  • Sal y busca relaciones con otras personas que te hagan sentir bien, se tarda en hacer amigos pero merece la pena, divertirse es parte de la recuperación.

"Y así lo hacía. "Hoy puedo decir que estoy bien, creo que he aprendido a recuperarme como es debido, me tomo tiempo para disfrutar de lo que tengo y no invierto tiempo en lo que he perdido, ni caigo en la trampa de recriminarme o entristecerme. He reconstruido mi mejor versión y he descubierto facetas de mi misma que desconocía gracias a quien me ha acompañado en este periodo y también a quien he perdido pero me ayudó a verme de otra forma, así que he desarrollado más la gratitud. He dejado de lado lo que no es importante. He aprendido a decir "no" aquello que no me hace sentir bien.
IMG_1919 "Añoro algunas cosas, pero echo mano de los mejores recuerdos. De los que guardo en la memoria, de fotos, de correos que releo y saco de una carpeta especial, de libros que me regalaron y me gustaron y hasta de los que fueron aburridos pero regalados con cariño. De todo lo que me ha hecho sentir bien en muchos momentos. Me pongo muchas veces canciones que me alegran el día y tararero con Sam Cooke "What a Wonderful world". Vuelvo a ver películas que me encantan, “Tienes un e-mail”, "Barry Lyndon" o “Sonrisas y lágrimas”, están siempre a la vista por si acaso.

"Estos días cuando me han acompañado a hacer unas compras por Madrid y mis hijos con cara de un poco aburridos esperaban sentados con el iphone en la mano haciéndome fotos bastante bobas, no me he apresurado en terminar, me he tomado mi tiempo en mirar lo que quería o solo me gustaba aunque no fuera a comprarlo. Me he concedido que hagan un esfuerzo por mi y se lo he agradecido a los dos merendando tortitas con nata y chocolate. Somos muy afortunados."

IMG_1925 (2) La resiliencia es la capacidad para sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas. Cuando un sujeto o grupo es capaz de hacerlo, se dice que tiene una resiliencia adecuada, y puede sobreponerse a contratiempos o incluso resultar fortalecido por éstos.

Dejo encima de la mesa, en esta ocasión, la generosidad de quien lo ha compartido y mi agradecimiento por mostrarse así, de esta manera.


Mila Guerrero.
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Publicado el viernes, 17 de abril de 2015 a las 13:28 por Juan Bueno

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lunes, 23 de marzo de 2015

Es posible entrenar la gestión de las emociones. 
Esa adecuada gestión se convertirá en una útil herramienta vital.

Descubre las 9 claves para identificar y gestionar las EMOCIONES.




Juan F. Bueno


Publicado el lunes, 23 de marzo de 2015 a las 0:08 por Juan Bueno

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sábado, 21 de marzo de 2015

Llevamos varias sesiones un cliente y yo trabajando para reducir sus conductas obsesivas y de ansiedad que le tienen bastante desajustado emocionalmente.



Cuando el viernes  estaba recogiendo las cosas del despacho para irme a casa, he recibido un sms de un amigo dándome una noticia sobre la nueva pareja de su exmujer y hablándome con una buena carga de ansiedad y reiteración sobre lo que debería haber hecho mejor muchos meses atrás. Y volviendo a casa caminando he visto a una joven con el móvil en la mano gimoteando mientras decía … “no lo he hecho muy bien…”.

Creo que no estamos acostumbrados a oir una frase que tiendo a repetir con frecuencia a este cliente y a casi todos…”todo el sufrimiento y la agitación emocional de la que te quejas son innecesarios y además va contra la ética personal. El coste de provocarse sentimientos de hostilidad, decepción, rabia o tristeza, obsesión y hasta de autocompasión, llevan un coste, un esfuerzo y desperdicio innecesario, ¡qué despilfarro! no solo para ti sino para tu entorno, y además un auténtico sabotaje a la felicidad”.

Recuerdo que esto tambien se lo dije comiendo un día a una persona que estaba sufriendo mucho porque me insistía con cierta desesperación que a quien ella quería, no entendía el sacrificio que hacía alejándose para que no sufriera más, ni todos los que estaban a su alrededor. Yo no dejaba de sorprenderme con aquellas palabras que salían por su boca … “pero es que el niño es aún pequeño”, “pero es que la madre es mayor”, “es que el lio que se va a armar”, “es que el miedo a que luego no resulte todo lo bien que quiero”, “pero es que yo no lo he hecho como debía” …así, seguí escuchando eso de “como no lo he hecho tan bien como podría haberlo hecho, me merezco ahora sufrir las consecuencias…” ¡Qué de irracionalidad había en esa mente tan matemática y analítica que trabajaba con circuitos y conexiones IP!! y parecía que aquel crêpe de espinacas y pollo no la mejoraban en nada.

Creencias irracionales que dominan nuestra mente. Sentimos como pensamos.

Pensamientos saludables o insensatos generan sentimientos de ese calibre. No nacemos con pensamientos, sentimientos ni conductas específicas, las aprendemos, y las aprendemos de nuestro entorno más cercano. Y es más, podemos observarlos, revisarlos y modificarlos.

PRIMERA CREENCIA PARA SABOTEAR  LA FELICIDAD

“Siempre tengo que actuar de una manera competente”




De lo menos realista este pensamiento. Como ser humano con cierta capacidad de elección, optas, escoges y a veces mal, la fiabilidad de una decisión “nunca” es “siempre” certera, ni en la ciencia ni en ningún otro campo, ¿por qué exigírtelo entonces a ti mismo?. Siento comunicar que es bastante ilogico pensar que eres sobrehumano y puedes ser siempre competente en todo, no lo eres. Es más, así siempre te exigirás más y te cargarás de más ansiedad poco a poco para ser cada vez más competente y llegarás a un estado de desajuste emocional por ese camino.

¿Demuestra esta creencia que por tenerla obtendré buenos resultados?, pues no, lo siento mucho pero no, aunque actúes siempre de forma competente puedes obtener malos resultados, porque otros pueden a pesar de todo tener celos de ti, intentar hacerte daño, comportarse de forma muy desajustada o injusta, dañarte y hasta castigarte, y además no comprender o compartir los mismos criterios de buenos resultados o pueden no ser conscientes de esa eficiencia y esperar otros finales que les vengan mejor.

A mis clientes siempre les digo que revisen esta creencia que se convierte en  el caldo de cultivo de su malestar o sufrimiento, y que sigan estas pautas de análisis:

¿es realista esto que pienso?
¿es lógica esta creencia?
¿puedo demostrarla o puedo falsearla?
¿tiene sentido mantenerla?
¿demuestra esta creencia que el universo tiene una ley de merecimiento o inmerecimiento?
¿seré menos feliz si la mantengo?….

Aquella conversación que tras el crêpe de espinacas finalizó con una tarta de queso y un comentario mío de: ¡Que ganas de sufrir tienes hoy!, ¿has pensado que quizás eso que dices que es lo adecuado, lo que debe ser, otros pueden pensar que es una idiotez, y están esperando una cosa distinta?.

Apartó el plato con la tarta, dejó la cucharita y con un suspiro muy profundo soltó: ¡Ay que lío tengo entre lo que quiero hacer y creo que debo hacer!. Y llamando al camarero pidió sorprendentemente una gaseosa, yo esperaba como mínimo algo más contundente que le hiciera entrar en razón.


Dejo en la mesa para pensar …  no hay escusas para no hacerlo y ser más feliz.

La suprema felicidad de la vida es saber que eres amado por ti mismo o, más exactamente, a pesar de ti mismo. (Víctor Hugo)

Mila Guerrero
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Publicado el sábado, 21 de marzo de 2015 a las 21:58 por Juan Bueno

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