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lunes, 22 de enero de 2018


La técnica del Pensamiento Lateral, tal y como nos las describió Ewdard de Bono, con su metodología de los 6 sombreros, nos adentra en una herramienta muy potente y de reconocida solvencia que nos ayudará a la hora de afrontar soluciones a problemas de una determinada complejidad.
















Publicado por Juan Bueno.
Managing Partner de R&H Talento y Personas


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Publicado el lunes, 22 de enero de 2018 a las 20:38 por Juan Bueno

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miércoles, 31 de mayo de 2017

Hace algún tiempo escribí una reflexión sobre las emociones que generó bastantes comentarios de mis lectores. Esto demuestra que es un tema que NO nos deja indiferentes. Es lógico. El ser humano es una criatura que alberga sentimientos, emociones, recuerdos, experiencias...


Las personas ¿pensamos porque sentimos o sentimos porque pensamos?

Estas dos facetas nos separan del mundo animal. O tal vez no. La actualidad de estos días me ha inspirado este artículo “se me olvidó pensar”. Algunas de las noticias que nos acompañan en el día a día son síntoma evidente de aparcar el pensamiento. Y tal vez el sentimiento. Eso logra asustarme. ¿En qué nos estamos convirtiendo? Los sentimientos y las emociones caminan juntos en nuestras vidas y en muchas ocasiones la dirigen.

Las emociones son más reptilianas, más reactivas, más primitivas. Surgen y las experimentamos. Si caminamos solos por una calle oscura y nos encontramos de frente con un hombre con mal aspecto y que empuña un arma, seguramente sentiremos miedo, temor, incertidumbre, incluso puede que esa emoción nos haga salir huyendo o nos paralice. La emoción no se racionaliza, es un estado muy intenso que proviene de una Reacción (el miedo a ser atacado) y tiene una parte mental y otra orgánica (temblor, sudor). Reacciona nuestro instinto: Nos tenemos que poner a salvo.

En los sentimientos intervienen más elementos: Son emociones que ya han pasado por más filtros intelectuales o de consciencia. En el sentimiento ya existe comprensión, entendimiento y reflexión.

El amor es sentimiento y la pasión es emoción. Si echamos un vistazo a la vida de las Organizaciones empresariales, vemos que confluyen a veces sin orden ni concierto. Ante un Jefe imperativo, intolerante o que transmite siempre un feed back negativo, sentiremos emociones destructivas, negativas, en las que tendemos a contraernos. Por el contrario, ante un superior que nos impulsa, nos anima o sabe cómo motivarnos, nuestras emociones serán positivas, tenderemos a la expansión.

Las emociones no son más que nuestra reacción ante los eventos que nos ocurren. Hasta aquí todo entraría dentro de lo razonable. Pero vuelvo a la actualidad, a esas circunstancias que son las que nos rodean y pueden desbaratar todas las teorías. Yo me pregunto qué pasa por las cabezas o los corazones de algunas personas, o más bien qué justifica determinadas acciones. Pensamiento, sentimiento. Tal vez son piedras y no personas.

¿Qué inspira a un lobo solitario a cometer una atrocidad en un concierto repleto de jóvenes? ¿Qué ha pesado en él? ¿El pensamiento: análisis racional de su situación personal en un mundo que, quizá ya no sea el suyo? ¿O el sentimiento: soledad,  frustración, odio, rencor ....?  ¿O tal vez la emoción: temor, incertidumbre ante un entorno ó un futuro desconocido, pero quizá alentador?


¿Qué inspira a esos directivos que mandan (y digo bien, mandan y ordenan) llevando a sus equipos con mano de hierro, escasa emocionalidad y poco o ningún respeto por sus sentimientos? ¿Piensan o sienten? Tengo serias dudas al respecto. Reconocer la emocionalidad de las personas, me parece un síntoma de inteligencia.

Y ojo, no hablo de sentimentalismos ni noñerías! Dirigir una Empresa, un equipo, un negocio, un partido político, incluso una familia, no es tarea sencilla!. Pero me parece imprescindible aceptar como natural que, en el desarrollo de cualquier proyecto, intervienen aspectos materiales o tangibles, y de igual manera aspectos humanos y emocionales.


Tenemos que aceptar que las emociones y el pensamiento son herramientas para dirigir un negocio, por ejemplo. Pero hacerlo requiere una gran introspección personal y un humilde reconocimiento de defectos y virtudes. Y no todos los dirigentes están dispuestos a hacerlo. Podría ser un signo de debilidad, piensan algunos. A mí me parece una señal de fortaleza y valentía. Lo que me entristece profundamente es qué pasa por los pensamientos y sentimientos de esas personas capaces de todo con tal de causar daño. Sea en el ámbito que sea. Yo estoy convencido de que las emociones se contagian, y aquellas que son destructivas generan negatividad a su alrededor y aquellas que son positivas nos fortalecen y favorecen la autoestima.

Funcionan como verdaderos antídotos en un mundo como el nuestro, que hay días que se me antoja especialmente duro.

Gestionar el cambio y promover la innovación, es la única solución para la supervivencia empresarial y ése es un proceso de gestión de emociones.

Si alguien os ha dicho que las Empresas se dirigen con la racionalidad y los números, simplemente os han ocultado gran parte de la verdad. El escritor argentino Jorge Bucay decía: "No somos responsables de las emociones, pero sí de lo que hacemos con ellas”.


Publicado por Juan F. Bueno
Managing Partner de R&H
Talento y Personas


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Publicado el miércoles, 31 de mayo de 2017 a las 10:59 por Juan Bueno

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martes, 17 de mayo de 2016


¿En qué se diferencian las necesidades de los deseos?

A veces confundimos estos dos términos y no son lo mismo. Las necesidades son imprescindibles para la vida. El deseo es lo que nos gustaría tener o que ocurriera, pero no conseguirlo no  merma ni la calidad de vida, ni la supervivencia, ni la felicidad.

Tendemos a buscar satisfacciones constantemente. Nuestra mente buscar el placer y gratificarse y puede llegar a confundir lo necesario con otras cosas que no lo son.

El marketing conoce muy bien esa delgada línea y la usa para dirigir nuestra conducta de consumidores.

La manera como una persona transforma sus necesidades en deseos depende de muchos factores: de sus vivencias, su educación, los entornos culturales y sociales… pero también y en gran medida, de su propio perfil personal.

Las 9 características de los perfiles menos vulnerables a confundir necesidad y deseo, son:

1. Resistentes a la enculturación, poco susceptibles a la presión social.

2. Independientes de la cultura y el entorno, se apoyan en sus propias experiencias y juicios.

3. Centrados en la realidad, diferencian lo falso y ficticio de lo que es verdadero y genuino.

4. Centrados en los problemas. Se enfrentan a ellos en virtud de sus soluciones, no como temas personales.

5. Disfrutan de relaciones personales íntimas, con pocos amigos cercanos y miembros familiares en los que confían.

6. Sentido del humor no hostil, prefieren las bromas a costa de sí mismos o de la condición humana, nunca dirigida a otros.

7. Alto grado de aceptación de sí mismo y de los demás, prefieren a las personas tal como son.

8. Frescura en la apreciación: una habilidad para ver cosas, incluso ordinarias, como preciosas. 

9. Tendencia a vivir con mayor intensidad las experiencias que el resto de las personas.

¿Y tú cuanto de vulnerable eres?

El equipo de redacción
R&H Talento y Personas



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Dos sistemas modelan nuestro pensamiento: El rápido que afronta las situaciones desde las emociones y las intuiciones y opera de forma impulsiva, casi automática, sin esfuerzo ni sensación de control voluntario. Mientras que existe otro sistema más lento más deliberado, reflexivo y lógico, que requiere toda la atención y concentración, y un gran autocontrol porque dirige los esfuerzos en una búsqueda de alternativas antes de elegir una.




La toma de decisiones es una de las tareas más complejas y estresantes a las que nos podemos enfrentar si no sabemos gestionar esa incertidumbre de forma adecuada, pudiendo llegar a producir trastornos o patologías en casos extremos.


Publicado el martes, 17 de mayo de 2016 a las 19:08 por Juan Bueno

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miércoles, 13 de enero de 2016

Hoy durante una comida de trabajo, ha salido en la conversación un antiguo episodio en el que hemos estado afectados quienes compartíamos la mesa, aunque de diferentes maneras. Y en el que habíamos ido pasando de la incredulidad, al estupor; del enfado, al silencio, viendo como la protagonista de la historia, llevaba mucho tiempo insistiendo en considerar a otros responsables de todos sus males, en especial a una. Empecinada de que era la causa del deterioro de su imagen profesional, hasta de la personal, quejándose y justificando lo que se había visto obligada a hacer por esas circunstancias. Y seguíamos sorprendiéndonos en como las decisiones que había ido tomando le habían llevado a una concatenación de comportamientos muy poco afortunados que eran realmente los que le hacían sentirse peor y etiquetada en su entorno de imprudente e insensata.

comida de trabajo

Y mientras el resto opinaba que todo se debía a su carácter desproporcionado y a ser poco inteligente, y solo menciono los calificativos más suaves. Me he preguntado si en realidad lo que le ocurría era que cometía fallos de interpretación, posibles fallos del pensamiento, que le llevaban a esos desaciertos.

Recordé el libro que hacía poco había leído,“Pensar rápido, pensar despacio” de Daniel Kahneman (premio novel de economía por su trabajo sobre el modelo racional de la toma de decisiones), en el que se describían los tipos de pensamiento con los que tomamos decisiones y los fallos que se producen y conducen a la confusión o al error.

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En resumen Kahneman habla de dos sistemas que modelan el pensamiento. El rápido que afronta las situaciones desde las emociones y las intuiciones y opera de forma impulsiva, casi automática, sin esfuerzo ni sensación de control voluntario. Mientras que existe otro sistema más lento más deliberado, reflexivo y lógico, que requiere toda la atención y concentración, y un gran autocontrol porque dirige los esfuerzos en una búsqueda de alternativas antes de elegir una. Y demostraba que con el pensamiento rápido cometemos sesgos y errores que influyen sobre nuestras impresiones y opiniones. Esas que luego nos dirigen más de lo aconsejable, a actuar y decidir de una u otra manera.
Y en verdad yo detectaba que la protagonista a la que nos estábamos refiriendo mientras comíamos sufría esos fallos que Kahneman detallaba.
  • Mostraba una excesiva confianza en lo creía saber , aún sin haberlo validado de forma reflexiva.
  • Notaba que sobrestimaba lo que el autor llamaba ilusión de certeza. Un fallo del pensamiento en el que la subjetividad se vuelve incuestionable, y solo sirve para verificar una y otra vez lo que consideramos cierto. Ilusión que además le impedía buscar otros datos o analizarlos de otra manera, convencida de sus certezas, sin ver otras posibilidades.
  • Parecía que trataba los hechos de forma aislada y demasiado emocionalmente, fuera de un marco más amplio que le facilitara comprender algo más los sucesos.
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Todos eran errores del pensamiento. Fallos que se cometen por lo difícil que resulta examinar lo que creemos como auténticas verdades, muchas veces basadas en falsas realidades o suposiciones no objetivas. Y es que aún resulta más difícil cuestionarlas en momentos de incertidumbre o cuando nos sentimos peor. A todos entonces nos es fácil caer en la tentación de buscar atajos simplificadores, y basarnos en preferencias o intuiciones que pueden alterar las decisiones más razonables y lógicas. Tendemos en esos momentos a orientar nuestras emociones y basar nuestras acciones en juicios que hemos construido, sin confirmar su validez, y que nos pueden llevar a cometer auténticas barbaridades.

Quizás quien ha llegado hasta aquí leyendo piense que todo esto es demasiado teórico, así que propongo experimentarlo con un par de ejemplos.

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Si alguien nos preguntara que profesión tiene una persona con este perfil: Solitario, reflexivo, que le gusta la lectura, poco amigo de hablar mucho y salir a reuniones sociales… ¿qué diríamos?, ¿es un agricultor o es un bibliotecario?

Si alguien ha pensado que el perfil era el de un bibliotecario, lo que le ha pasado es que ha utilizado su pensamiento rápido y cometido un sesgo de probabilidad. Un fallo basado en ideas muy generalizadas o populares que llevan a una conclusión errónea. Pensemos: Existen más agricultores que bibliotecarios, luego es más probable por estadística, que el perfil corresponda a un agricultor, sin embargo la idea popular de como son lo bibliotecarios nos ha llevado a errar.

¿Otro ejemplo?

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Si alguien nos dijese: Un cubo y una pala de playa cuesta 1,10 €. Si el cubo cuesta 1 € más que la pala, qué cuesta la pala. ¿Qué contestaríamos?

Quien haya pensado que la pala costaba 0,10 €, ha elegido de nuevo una respuesta rápida intuitiva, pero falsa.

Otro fallo del pensamiento, llamado la pereza del autocontrol, un esfuerzo que evitamos para mantener una línea coherente y disciplinada. Aunque estoy casi segura, que quien ha hecho la operación correcta, también pensó en algún instante en los 10 céntimos, solo que ha sido capaz de poner en marcha su autocontrol y así dar una respuesta más eficaz.

No me gustaría que estos fallos hicieran considerar que un pensamiento es mejor que otro. Ambos se utilizan, se complementan y son útiles. En situaciones de riesgo, de supervivencia, es más efectivo decidir rápidamente qué hacer.

Pero en otros momentos echar mano de la reflexión y la lógica es sin duda más efectivo.

El riesgo está en usar solo uno o no el adecuado para mejorar nuestros resultados, o no poner en duda algunas de nuestras respuestas.

Para progresar en decisiones por las que no hemos obtenido buenos resultados, una buena estrategia consiste en reflexionar y cuestionarse: ¿Estaré cometiendo algún error de pensamiento?, ¿algún error de interpretación?, ¿algún juicio o prejuicio está contaminando mi percepción?

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Ya con los postres en la mesa, entendimos que la protagonista de nuestra historia había cometido errores desde el principio que no era capaz de cuestionar. De lo que no estábamos seguros cuando nos levantamos para irnos era de si sería capaz de investigar o preguntarse en algún momento ¿donde está el fallo?, mientras….

Dejo encima de la mesa… la operación del precio de la pala
X+(X+1)=1,10 2X=1,10-1 X=0,10/2 X= 0,05 precio de la pala.

Publicado por Mila Guerrero.
Manager I+D+i de R&H Talento y Personas



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Publicado el miércoles, 13 de enero de 2016 a las 0:46 por Juan Bueno

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