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martes, 17 de mayo de 2016


¿En qué se diferencian las necesidades de los deseos?

A veces confundimos estos dos términos y no son lo mismo. Las necesidades son imprescindibles para la vida. El deseo es lo que nos gustaría tener o que ocurriera, pero no conseguirlo no  merma ni la calidad de vida, ni la supervivencia, ni la felicidad.

Tendemos a buscar satisfacciones constantemente. Nuestra mente buscar el placer y gratificarse y puede llegar a confundir lo necesario con otras cosas que no lo son.

El marketing conoce muy bien esa delgada línea y la usa para dirigir nuestra conducta de consumidores.

La manera como una persona transforma sus necesidades en deseos depende de muchos factores: de sus vivencias, su educación, los entornos culturales y sociales… pero también y en gran medida, de su propio perfil personal.

Las 9 características de los perfiles menos vulnerables a confundir necesidad y deseo, son:

1. Resistentes a la enculturación, poco susceptibles a la presión social.

2. Independientes de la cultura y el entorno, se apoyan en sus propias experiencias y juicios.

3. Centrados en la realidad, diferencian lo falso y ficticio de lo que es verdadero y genuino.

4. Centrados en los problemas. Se enfrentan a ellos en virtud de sus soluciones, no como temas personales.

5. Disfrutan de relaciones personales íntimas, con pocos amigos cercanos y miembros familiares en los que confían.

6. Sentido del humor no hostil, prefieren las bromas a costa de sí mismos o de la condición humana, nunca dirigida a otros.

7. Alto grado de aceptación de sí mismo y de los demás, prefieren a las personas tal como son.

8. Frescura en la apreciación: una habilidad para ver cosas, incluso ordinarias, como preciosas. 

9. Tendencia a vivir con mayor intensidad las experiencias que el resto de las personas.

¿Y tú cuanto de vulnerable eres?

El equipo de redacción
R&H Talento y Personas



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Dos sistemas modelan nuestro pensamiento: El rápido que afronta las situaciones desde las emociones y las intuiciones y opera de forma impulsiva, casi automática, sin esfuerzo ni sensación de control voluntario. Mientras que existe otro sistema más lento más deliberado, reflexivo y lógico, que requiere toda la atención y concentración, y un gran autocontrol porque dirige los esfuerzos en una búsqueda de alternativas antes de elegir una.




La toma de decisiones es una de las tareas más complejas y estresantes a las que nos podemos enfrentar si no sabemos gestionar esa incertidumbre de forma adecuada, pudiendo llegar a producir trastornos o patologías en casos extremos.


Publicado el martes, 17 de mayo de 2016 a las 19:08 por Juan Bueno

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viernes, 11 de diciembre de 2015

La toma de decisiones es una de las tareas más complejas y estresantes a las que nos podemos enfrentar si no sabemos gestionar esa incertidumbre de forma adecuada, pudiendo llegar a producir trastornos o patologías en casos extremos.

Sin embargo tomar decisiones puede ser también una tarea reconfortante, ya que es el primer paso para el afrontamiento de una situación problemática o no resuelta.

Siguiendo un esquema clásico habría que fijar el objetivo y se elabora un plan que mentalmente vemos que nos puede conducir al objetivo.

Se elaboran entonces varias alternativas que podrían ser válidas, estudiando entonces lo elementos relevantes de cada una de ellas y sus consecuencias. Así se llega al análisis definitivo que permite elegir la opción que nos parezca más conveniente. ¡hasta parece sencillo!

No lo es. Los obstáculos pueden aparecer desde el mismo inicio, para lograr determinar ese objetivo. En ocasiones lo que queremos está claro (romper una relación sentimental, cambiar de trabajo...), pero ese deseo puede chocar con nuestros valores morales, los compromisos a los que queremos hacer frente o nuestras creencias limitantes (mis hijos me culparán o el nuevo empleo puede fracasar en un contexto de crisis).

Se trata, no obstante, de un proceso que vivimos y experimentamos de forma constante, en cualquier ámbito: personal (elección de pareja), profesional (abordar uno u otro proyecto), familiar (elegir colegio para los hijos), etc.

Sea como sea es un ejercicio en el que debemos estar entrenados, pero no está exento de hacernos sentir ansiedad. ¿por qué?: Existe un cóctel de factores que pueden hacer que la decisión se nos atragante. O incluso el miedo a equivocarnos, provoca en algunas personas una auténtica falta de decisión, una incapacidad muy bloqueante para decidirse entre varias alternativas. Esperar que las cosas se solucionen solas o que los problemas desaparezcan como por encantamiento, es ya en sí misma una decisión: la de no hacer nada. Y en algunos momentos de nuestra vida, incluso puede funcionar. Simplemente la reflexión en ese caso es decidir si queremos ser protagonistas o artistas invitados de nuestra propia existencia.

La feroz intolerancia a la incertidumbre de algunas personas, las convierten en absolutas controladoras, inhábiles para delegar o para confiar en otros. En el ámbito profesional estas personas, sobre todo si ocupan puestos de responsabilidad, se suelen convertir en una cruz para sus colaboradores. La incertidumbre forma parte de la vida humana.

Algunos autores como Dugas o Gagnon afirman que esa intolerancia a la incertidumbre provoca el trastorno de ansiedad generalizada. Para evitarlo hay que aceptar que en la toda toma de decisiones hay una pérdida irremediable. Es imposible elegir las alternativas quedándonos con todas las ventajas y prescindiendo de todas las desventajas, como si estuviéramos en un laboratorio en el que se puede diseccionar la decisión, salvaguardando todo lo positivo y tirando a la basura lo negativo.

“No se puede tener todo, tienes que elegir” le suelo decir a mi hija cuando se queja porque tiene un cumpleaños de su mejor amiga el  sábado a la misma hora que da su clase de equitación, que le apasiona. Aún es pequeña y no está suficientemente entrenada para tolerar esa pérdida. Si decide ir al cumpleaños optará con un rato divertido de juegos y extroversión con sus amigos. Por el contrario si decide ir a montar a caballo, ese rato es de concentración, de esfuerzo físico, pero también de disfrute por el contacto con el animal, la superación del reto de cada clase, etc. ¿De qué dependerá su decisión? De los factores que decida sopesar en cada caso, y en muchas ocasiones, del propio momento.

Creo que ayuda mucho hacer una visualización muy completa de cómo queremos vernos en la acción que hayamos elegido. Esa visualización, lenta y muy recreadora, con detalles, sirve para ratificar nuestra decisión inicial o para decidirnos por otra alternativa.

Cuando las decisiones a las que nos enfrentamos son más trascendentes para nuestra vida, nos suele atenazar el miedo a fallar, a equivocarnos, a no poder rectificar. Ante esto creo que no hay recetas mágicas. El error es una importante fuente de aprendizaje y habría que desdramatizarlo (sobre todo en el área de la empresa), pero nos enfrentamos en esos casos a procesos más o menos largos, complejos e incluso dolorosos. Y es preciso vivirlo para madurar las decisiones y no sentir el vértigo del precipicio a nuestros pies.

Recuerdo una frase de un profesor que decía: “he pasado toda mi vida preocupándome por cosas que nunca sucedieron”.

Hay que centrar nuestra energía y análisis en lo importante, aquello que tiene que ver con nuestro objetivo, siendo capaz de discernir lo superfluo, para no dedicarle bríos que no corresponden a cosas nimias, porque nuestro entusiasmo y fuerza nos hará falta para tomar las decisiones importantes.

Por cierto, las próximas vacaciones, ¿mar o montaña?

Publicado por May Ferreira.
Executive Manager de R&H Talento y Personas




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Publicado el viernes, 11 de diciembre de 2015 a las 18:41 por Juan Bueno

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viernes, 9 de octubre de 2015

Sinceramente tengo que morderme la lengua muchas veces, otras, muchas no te creas, atarme las piernas para no huir, esas en que me gustaría desapareciera de mi vida. Pero sin embargo sigo ahí, sin moverme, aguantando… si pudiera alejarme lo suficiente para tener la sensación de poder respirar con cierta serenidad. Si pudiera decir lo que realmente quiere decir mi cabeza. Es una voz constante que me intoxica y que aún cuando no está presente, me deja ese regusto amargo teñido de algo que sé que a la larga es peligroso, pero… no me atrevo.
toxicos
Muchas veces estamos unidos o nos vinculamos a personas que en vez de sumar nos restan. Nos hacen sentir como que nuestros sueños, nuestra forma de ver y entender las cosas, la vida, la forma de disfrutar, nunca será posible.

Si algo es cierto, es que siempre estamos con otras personas, comunicándonos permanentemente. En pocos momentos del día no establecemos algún diálogo. 

Con el portero o el vecino al salir de casa, con el gasolinero al repostar, con el jefe, compañeros, amigos, la pareja, los hijos… y a veces otorgamos y damos a la voz de los demás, un valor y una estima que no merecen, convirtiéndolos en el mayor obstáculo para sentirnos bien dibujándonos una vida encadenada, sin darnos cuenta que tenemos la llave del candado. Son personas que contaminan.

Tú sabes lo que es oír siempre lo mismo. O que no lo hago bien, o que no sé, o que esperaba otra cosa, o que sufre mucho y no comprendo, o que trabaja mucho, o que es imposible y…. Ni siquiera cuando me enfado, levanto la voz y lanzo suplicas o ultimatums desaparece. Si tuviera que poner una imagen a esto sería un extractor que me absorbe hasta la última gota de energía positiva, inoculándome a la vez un tóxico que me debilita poco a poco.

extractor
Nadie está en condiciones de cuestionar, ni juzgar, ni tus capacidades, ni tus decisiones, ni tus intereses, ni siquiera de interpretar los criterios que utilizas para actuar o elegir qué o con quien quieres estar. Puede que sin pensar mucho has avanzado y aceptado metas, personas, situaciones o cosas que te interesaban muy poco o hasta que fueran antagónicas a la forma que consideras correcta de actuar o hablar… Piensa por un instante:

¿Qué estás buscando?

¿Qué estás viviendo?

¿En qué usas tu tiempo?… o solo estás andando por andar, aceptando por aceptar.

Mientras conducía por la autopista y hoy mientras venía hacia aquí, pensaba en como se ha reducido mi vida y mis intereses. ¡Como han menguado!. Que pocas cosas nuevas hay interesantes. Realmente mantengo apenas nada especial, me refugio en dos cosas, pero el resto sé que me harán a la larga alguien que no me gustaría terminar siendo. Echo la vista atrás, quizás dos años poco más y he perdido mucho.

Cuanto mayor sea el tiempo que le dediques a escucharte, cuanto más te detengas a observar qué se ve desde fuera y prestar atención a lo que sientes, quieres y piensas, mayores serán tu éxitos y mejor te sentirás. Las voces ajenas, por cercanas que sean, no conocen a fondo ni tus fuerzas, ni tus deseos.

Lazos del alma que a veces se convierten en lazos mortales, ¿lo has pensado?

Esta es parte de la conversación que la semana pasada tuve con quien me vino a ver y que continuó… pero es un buen ejemplo de lo que se consideran relaciones tóxicas.

relacion toxica
Relaciones que se dan en la familia, con amigos, con compañeros de trabajo, de estudios, clientes... de las que nos cuesta alejarnos aún sabiendo lo insanas que son. Son heridores profesionales, esperando que algo malo suceda para dar cuenta de “acuse de recibo”.

Sin embargo nadie puede esquivarlos, nadie puede evitar a personas equivocadas que se han colado en nuestras vidas y permanecen evaluando permanentemente lo que decimos, y lo que hacemos, o lo que no decimos o no hacemos. Son esas personas que potencian nuestras debilidades y que al final nos llenan de sufrimiento y frustración. Pero más allá del dolor que nos provocan las preguntas claves son:

¿Qué hago yo?, ¿cómo excluyo de mi círculo afectivo vital a estos personajes? cómo me alejo de los meteculpas, del siempre ofendido, de descalificadores, de insultones y manipuladores, de chismosos y autoritarios, de esos quejosos víctimas permanentes. ¿Cómo empezar?

help
Buscando relaciones enriquecedoras, que aporten otras forma de ver las cosas, en positivo, con posibilidades de mejorar o de actuar de forma más serena, más beneficiosa. Tu vida depende de tus elecciones y en ellas se incluyen con qué tipo de personas te vas a relacionar.

Como la carta de un restaurante, hay platos deliciosos y suculentos, y otros que ya conocemos, esos que te hacen pasar la noche levantándote varias veces para beber mucha agua.

Establecer límites: Decir NO, forma parte del límite, a veces alejándote físicamente, y siempre sin seguir juegos dañinos. Dejar pasar el tiempo, esperar que el otro cambie no es una buena alternativa.

Como cuando se cocina: Aquello que no sacas del horno a tiempo, no es un buen asado.

Sin excusas: Siempre puedes elegir, siempre hay otra alternativa, solo es cuestión de escogerla.

Como los helados, hay de mil gustos, la vainilla no es el único sabor siempre está la frambuesa, el...

carta-cañaControlando tu “marco”: El marco en PNL se conoce como la perspectiva que se tiene de una situación. Son las creencias e ideas que cada persona tiene sobre el mundo, su forma personal de interpretar las situaciones. La perspectiva de siempre puede que no sea la mejor perspectiva por años que se lleve viéndola y viviéndola.

Como cuando eliges la mesa en que sentarte en el restaurante, desde cada mesa se ven cosas diferentes... la puerta de los aseos, o la ventana con la gente paseando por la calle.

Cuando terminó esa larga conversación, pensé en todo lo que aún quedaba por digerir y como se habían dejado pasar momentos sabrosos que nutrían por otros de auténtico ayuno, aunque aparentemente envueltos en sushi de buen aspecto.

Pero me dije, siempre hay posibilidades.

sushi




Dejo encima de la mesa para pensar ...“Procura conseguir lo que te gusta o te verás obligado a que te guste lo que no te gustará” Bernard Shaw.





Publicado por Mila Guerrero.
Manager I+D+i de R&H Talento y Personas
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Publicado el viernes, 9 de octubre de 2015 a las 15:24 por Juan Bueno

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viernes, 5 de junio de 2015

Tengo en casa a un invitado de diecisiete años al que conozco desde que nació, que ha venido a Madrid a pasar unos días y se ha quedado a dormir para estar con mis hijos. Aunque es poco habitual a esa edad, este es muy madrugador, y cuando estaba en la cocina preparando algunas cosas ha aparecido, con su pijama azul y descalzo, con ese gesto en el que uno se rasca la nuca medio dormido como organizando su cerebro y saluda a cualquiera sin ver mucho quien está contigo. Nos hemos sentado en la mesa de la cocina, yo con una taza de café y él con un cuenco lleno de leche con cereales. Con ese gesto muy suyo, agachadando la cabeza, un brazo bajo la mesa, masticando despacio y aún con las defensas bastante dormidas, hemos charlado de algo que parece lleva tiempo haciéndole sentir bastante regular.
cereales
No hay culpabilidad por grande que sea, que pueda resolver un solo problema. La culpabilidad es una auténtica máquina capaz de alterar gran parte de nuestra vida, y somos muchos los que alguna vez hemos estado sometidos a ella. Alguien te dice algo destinado a recordarte que has sido una mala persona por algo que dijiste o no dijiste, sentiste o no sentiste, hiciste o no hiciste y tú respondes sintiéndote tan mal e incómodo en ese momento que lo que te invade no es solo un sentimiento de preocupación por lo que ocurrió sino un sentimiento de culpabilidad que repercute en tu presente inmovilizándote de alguna manera. Echarse más cereales y otro chorro de leche me permitieron seguir hablando de ese sentimiento tremendamente inútil que le invadía. Verás le dije, no hay nada menos eficaz que dejar en nuestra memoria escondido y echar mano de un recuerdo, que sirve para hacernos sentir mal. En cada momento de nuestra vida optamos y tomamos decisiones a veces muy acertadas, otras veces menos acertadas y otras muy poco acertadas. Los errores que uno puede cometer y que seguirás cometiendo no sirven para mortificarnos sino para aprender, calibrar y cambiar. Un silencio y una mirada larga, me permitió hacerle dos preguntas: ¿Cúal es la verdadera razón por la que te sientes así, lo has pensado?. El embrión que gesta la culpa, puede tener muchas formas, no cumplir las expectativas de otro, valorar que has hecho un daño irreparable, no permitirnos disfrutar cuando otro parece que no puede hacerlo... ¡da igual!.
para que

Y sobre todo...¿Para qué te sirve eso? Me explicó, explicó, argumentó y volvió a explicar todo lo que había ocurrido, lo que había querido que pasara, lo que había pensado, y no pensado, todos los porqués posibles. Cuando los cereales eran una auténtica pasta en el tazón, que yo no me hubiera comido por nada del mundo, le detuve haciendo un gesto con la mano y enseñándoselos, obediente metió la cuchara y se la llevó a la boca con un suspiro que llevaba algo de sufrimiento escondido. Bebí un sorbo de mi café ya frío y dejé mi taza en la mesa para decirle: Sigues insistiendo en lo mismo, sigues rebozándote en lo que pasó. No crees que es mejor pensar que todos tenemos derecho a ser felices, a vivir sin culpas y perdonarse cualquier decisión inadecuada. Todos tenemos cosas buenas y otras que no lo son tanto, creo que es mejor conectarnos con lo bueno que tenemos y tú tienes mucho. Llenarte de culpas, recordar lo que debimos o no debimos, es cargar con algo que sólo te vuelve a traer heridas inútiles, te estás fastidiando tontamente. Has resuelto mucho más de lo que crees.

perdonTe has equivocado y has pedido perdón públicamente, eso no es fácil, reconocer los propios errores y saber disculparse corrige la intencionalidad. Si a alguien aún no le parece suficiente o no se lo cree, no depende de ti, tenlo en cuenta. Has cambiado la forma de entender y has analizado aquello que te hizo equivocarte. Es falso que tú eres el único responsable del malestar de otras personas; también el valor que los otros dan a las palabras y sus propias reacciones dependen de ellos. Cada uno de nosotros tenemos que asumir nuestra actitud frente a los hechos y si hay desproporción en sus actos o respuestas, esas ya no son tuyas. Eres más consciente que no puedes obligar a nadie a hacer lo que tu deseas. Nadie cambia si no quiere cambiar, a veces la mejor manera de que otro cambie es no intentar cambiarlo, a mi me funciona eso. Has aprendido que nuestras decisiones y actos tienen consecuencias y hay que meditarlas y no ser sólo reactivos. A veces hay que correr riesgos y no siempre salen bien las cosas, valorar el impacto de mis actos es parte del riesgo que se asume. Sólo te queda por cambiar el autorreproche, ese sonido interno continuo que tienes, que te sigue persiguiendo y pidiendo explicaciones, que te es difícil de acallar, y que sin darte cuenta puede transformarte en alguien más callado, más temeroso en algunos momentos, y sobre todo menos alegre o espontáneo con emociones bastante desagradables o muy necias. Además estás invirtiendo demasiada energía en lo que pasó y te estás perdiendo otras cosas mejores que ahora están pasando, otras personas que han aparecido y que son estupendas también.

mas triste
Se había terminado aquel engrudo de cereales, pero al menos seguía en la mesa sentado escuchándome. Que sepas que no tengo ninguna compasión ni por ti ni por tus equivocaciones, y por esa mucho menos, no fue tan tremendo, a mi no me lo parece hasta tuvo su gracia, reconócelo. Te queremos como eres, y eso te debe servir para que dejes de flagelarte y además para que laves tu tazón y recogas tu cama. La sonrisa que apareció en ese instante, idéntica a la de su madre valía una fortuna, y no desaprovechó el momento para contarme el detalle más morboso de esa historia que yo conocía muy bien y que me hizo soltar a pesar de todo un ¡¡de verdad que dijo eso!!!, ¡¡¡y lo guardas!!!, ¡¡¡eso es un auténtico tesoro!!!, tenemos que escribir algo sobre ese episodio ¿qué te parece?, nos reímos los dos. 
la-sonrisa
Sé que lo conseguirá, ser buena persona juega a su favor. Dejo encima de la mesa para pensar que muchas veces... cuando la culpa es de todos, la culpa no es de nadie. (Concepción Arenal)...¿o debería estar repartida?.

Publicado por Mila Guerrero.
Manager I+D+i de R&H Talento y Personas

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Publicado el viernes, 5 de junio de 2015 a las 19:17 por Juan Bueno

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domingo, 3 de mayo de 2015

LA RESILIENCIA: Una actitud imprescindible para superar las adversidades.



Publicado por Juan Bueno.
Managing Partner de R&H Talento y Personas



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Publicado el domingo, 3 de mayo de 2015 a las 22:19 por Juan Bueno

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Publicado por Mila Guerrero.
Manager I+D+i de R&H Talento y Personas

En una sesión de formación dedicada al análisis de problemas y toma de decisiones, he hecho referencia a un libro del sociólogo Nate Silver “La señal y el ruido” desgranando cómo las personas llegamos a analizar las situaciones para tomar decisiones intentando acertar en nuestros pronósticos y por lo tanto decisiones. Muchos de mis clientes cuando acuden a las sesiones vienen inmersos en una situación que de alguna forma les desestabiliza, buscando soluciones. Nunca las doy, ni en sesiones de coaching, ni en terapia, procuro guíar en el recorrido de bucear en sus propias u otras posibles soluciones, aunque el escenario en el que estamos y mis preguntas son más elementos a tener en cuenta, que intervienen en el proceso de decisión.
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¿Monto mi propia empresa o accedo a quedarme rebajando la categoría y salario?.

¿Dejo a mi pareja, aunque con quien quiero compartir mi vida aún no se decide?  

¿Vuelvo a un trabajo seguro y estable aunque poco atractivo o me arriesgo y sigo en este proyecto/empresa que me gusta?. 

¿Qué consecuencias personales tiene seguir con esta denuncia?. 

¿El beneficio es mayor que la pérdida? 

No dedicaré este post a Guy Kawasaki ni a métodos como el "diagrama de espinas" o el "Análisis de los 5 Por qués", dedicaré estas líneas al perfil de quien debe elegir qué usar y cómo hacerlo. En los análisis situacionales y tomas de decisión las actitudes personales son la red que soportan en gran parte los posibles resultados, además de los datos y hechos. Los perfiles competenciales personales, las actitudes que desarrollamos en los escenarios que vivimos marcan la dirección de nuestros pronósticos y por lo tanto de nuestras decisiones de vida.

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Las dos actitudes que simbolizarían a un buen, de un mal analista son, ser zorro o erizo (Philip E. Tetlock, 1987), en definitiva el estilo cognitivo con el que nos enfrentamos a los hechos. Los erizos son esos personajes muy parecidos a los ahora tan frecuentes tertulianos, acaparadores de las conversaciones que saben de todo y les gusta oírse y rápidamente dan veredictos, y se rigen por principios generales. Freud y su inconsciente para definir todo o quizás Pablo Iglesias y sus castas serían perfiles cercanos. Mientras los zorros se comportan de forma más cuidadosa y observadora, y atienden a los matices, vigilan diferentes perspectivas y son cautos en sus apreciaciones o veredictos. Me viene a la cabeza en este momento Angel Gabilondo en su proceso de un acuerdo de estado siendo ministro de educación, o la jurista Manuela Carmena en sus valoraciones sobre el sufrimiento del terrorismo. 

Cuales son las competencias de un buen analista que le llevará a buenas predicciones y tomas de decisión. (perfil zorro). 

Un pensamiento multidisciplinar que incorpora diferentes visiones con independencia de su procedencia, alejándose de solo lo que valora como adecuado o conocido, incorporando en sus esquemas aquello que aunque no cree posible lo deja permanecer y ocupar un espacio. 

Sin embargo, los perfiles erizo son especialistas en visionar de una única forma y todo lo analizan con las mismas creencias y paradigmas, nunca salen de su entorno seguro, donde ellos se encuentran como expertos y les aplauden. 

Otra buena competencia es la adaptabilidad, si no están seguros de que el enfoque inicial puede tener buenos resultados, buscan y optan por enfoques múltiples y simultáneos y recogen más datos, preguntan y sobre todos escuchan. 

Sin embargo los erizos menos eficientes se mantienen firmes en sus enfoques y cada dato nuevo lo usan para reforzar su propio enfoque. Un “lo ves...” o “ya lo decía yo..” sale con frecuencia de sus bocas. Siempre se buscan a aquellos que los aplauden. 

Un buen analista es autocrítico, están dispuestos y muchas veces contentos de reconocer sus errores y aceptan su responsabilidad, sin embargo los perfiles erizos se comportan de manera terca, y por más que la realidad se impone, no cejan en atribuir a otros los malos resultados. 

Tolerancia a la complejidad, los buenos predictores entienden que las situaciones, las conductas de las personas, el universo es complejo, y es posible no ser capaz de entender algunas situaciones por la propia forma de interpretar el mundo, sus deseos, sus conocimientos, sus prejuicios o por las experiencias vividas. Los malos analistas esperan siempre una única forma de resolver y utilizan unos únicos principios de actuación, lo que no les deja ver más allá de su reducida zona vital.

complejidad
Una de las competencias más importantes es la prudencia, los buenos analistas matizan siempre sus opiniones y dejan abiertas posibilidades de cambio y de disculpa, frente a aquellos erizos que se expresan en términos absolutos y son reacios a cambiar de opinión por más que los datos y los hechos se vayan acumulando en contra de suya. 

Por último, es mejor ser empírico, recoger datos, observar y sobre todo escuchar, a ser un ideólogo con frases que empiezan con “esto es así...” “siempre ocurre...” “nunca me equivoco con esto...”

solucion Entonces, ¿cambio de empresa? ¿sigo con mi proyecto? ¿dejo mañana a mi pareja?, efectivamente ¿fue un error y no calibré bien, ni escuché las posibles consecuencias de ese juicio en el que me empeñé y aún sigo enrocada?. 

Lo dejo en la mesa para pensar .... y a cada protagonista reflexionar ¿zorro o erizo?.

Publicado por Mila Guerrero.
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Publicado el a las 0:11 por Juan Bueno

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martes, 31 de marzo de 2015









Publicado por May Ferreira.
Executive Manager de R&H Talento y Personas


A lo largo de la historia son numerosas las revoluciones que han vivido diferentes generaciones y todas las culturas. Y todas han supuesto una ruptura con lo anterior y un enorme salto, en ocasiones, sin red conocida. En este momento sentimos estar viviendo un momento único, vertiginoso, caracterizado por la velocidad de los cambios y unos perfiles profesionales cada vez más preparados y conocedores de múltiples disciplinas. Es la era digital.


Sin embargo si echamos la vista atrás son impactantes también algunos de los cambios e innovaciones ocurridos en otras épocas. Pensemos en la revolución industrial, que supuso el salto de una producción y consumo artesanal a un consumo masivo a través de la incorporación de la maquinaria. ¡qué transformación tan enorme en la sociedad! ¿y qué me decís de la llegada de Neil Amstrong a la luna o la imprenta de Gutenberg que permitía editar y publicar libros para hacer del conocimiento algo universal? ¡o la penicilina de Fleming que tantas vidas ha salvado? 

El cambio no lo hemos inventado nosotros. La humanidad está en permanente metamorfosis, experimentando transformaciones e innovaciones constantes. Casi de forma constante oigo que nuestra era es la del giro más brutal, la del cambio más absoluto. Entiendo que lo sentimos así porque es la que nos ha tocado vivir y admito que la generación de nuestros hijos es la de la inmensa pirueta digital. Si ya mi generación es la del impulso tecnológico, los jóvenes de ahora, los denominados “millennials” son los autores de una verdadera acrobacia.

¡quién no recuerda la famosa película Casablanca y la frase de Humpfrey Bogart: “tócala otra vez Sam”. Esta prole de la que hablo la toca constantemente, pero no la pieza al piano, sino la tecla. Son la gente de los teclados, de lo digital, hacen auténticas coreografías con los dedos. Desde bebés aprenden a hacer el movimiento que requiere un móvil o una Tablet para pasar de pantalla antes que a pedir agua o llamar a mamá. Eso hace Hugo, Daniel, Pablo, Alejandro, Lucía, María o Daniela. Esos niños que cuando empiezan al cole tienen ordenadores para hacer ejercicios y profundizar en el aprendizaje o pantallas interactivas para ayudar al estudio de un idioma. Son esos mismos los que desconocen para qué sirve una agencia de viajes porque los billetes de avión o los hoteles se reservan en internet. Son Jorge, Martina, Julia o Alvaro que cuando se van a hacer un intercambio fuera de nuestro país están permanentemente conectados con sus padres por Skype, wasap o cualquier otra aplicación. Es esa misma generación que está acostumbrada a acceder a muchas cosas de forma gratuita a través de la red : herramientas, contenidos, información, contactos, etc.

Mi sobrino veinteañero, ingeniero, cerebrito y formado como lo tienen que estar ahora para ser competitivos, desarrolló en su proyecto final de carrera una aplicación para ayudar a los pacientes de daño cerebral sobrevenido a recuperar sus funciones básicas. ¿sabéis cómo? Pues a través del móvil, ese aparato que se ha universalizado y que se ha convertido en imprescindible. 

“Tócala otra vez Lucía, Hugo, Daniel” y “tócala siempre”, pero ¿qué más nos tendrá reservada esta era digital?

Ese aprendizaje que es innato en los millennials ha dado lugar a una interesante herramienta de desarrollo y aprendizaje, que es el Reverse Mentoring, que pone patas arriba el status quo tradicional, e invierte los roles. Son los jóvenes tecnológicos y digitales hasta la médula los que nos enseñan a los que gozando ya de cierta seniority en lo profesional somos algo más ignorantes en lo digital.

Tócala otra vez para mí, Sam”, “enséñame a tocarla”.

May Ferreira



Publicado el martes, 31 de marzo de 2015 a las 1:28 por Juan Bueno

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lunes, 23 de marzo de 2015

Es posible entrenar la gestión de las emociones. 
Esa adecuada gestión se convertirá en una útil herramienta vital.

Descubre las 9 claves para identificar y gestionar las EMOCIONES.




Juan F. Bueno


Publicado el lunes, 23 de marzo de 2015 a las 0:08 por Juan Bueno

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miércoles, 4 de marzo de 2015

El viernes iba en el metro y encontré asiento. Cuando me senté, miré a quien estaba a mi lado y las dos personas que charlaban animadamente me hicieron prestar atención a una frase que despertó mi curiosidad y me obligué a intentar escuchar, al menos la parte de la conversación que me fuera posible, hasta mi parada o la suya. 
 
 
“La odio” dijo, “No me extraña” contestó quien acompañaba en ese viaje.
 
Este viaje con muchas estaciones tenía toda la pinta de muy interesante. Veréis parece ser que…. Odiaba a quien había podido quitarle su sitio, y no me refiero al del vagón, aunque es difícil a esa hora encontrar uno, era a quien consideraba se había entrometido en su coto y acercado a la persona marcada como suya, de su propiedad y tenía ahí desde hacía tiempo y así tenía que ser y que no se le ocurriese de otra forma (decía con vehemencia). Por lo visto nunca pensó que pudiera aparecer alguien que se atreviera a cruzarse en su camino y cuestionar la forma de pensar, hacer o vivir. Encima se había atrevido a proponer alternativas que parecían mejores a las suyas.
 
Evito contar la serie de escenas que describía con todo lujo de detalles, que eran interesantísimas, al menos a mi me lo parecieron desde la tranquilidad y el silencio de mi asiento de espectadora. Lo interesante era ver como la emocionalidad y exageración al describirlas le hacían perder capacidad de análisis e incrementar la desproporción en sus respuestas y reacciones, en su voz, en sus gestos, al buscar y cuantificar a sus aliados. Las descalificaciones de algunas conductas de a quien odiaba, que cualquiera hubiera dicho que eran bastante normales, las comparaba con esos "realities" raros de televisión americanos que luego copiamos aquí, nada creíbles, buscando solo como herir y humillar. Al deseo de venganza a cualquier precio, que claramente le robaban la paz y que a veces rayaba en lo cómico, le ponía un punto más propio de un vodevil de Lina Morgan, que de una persona sana. El resentimiento teñido de ira, envolvían todo el relato, eso si, con más sufrimiento y menos sosiego de los que reconocía y con bastantes matices de tiranía y asimetría.
 
Y es que de las emociones, quizás la que más daño nos hace, es la ira y el sentimiento de odio que a veces genera. La capacidad de gestionarlas es uno de los elementos necesarios para nuestro bienestar emocional. Dar rienda suelta y/o reprimir esas emociones y sentimientos negativos  no resuelven nuestros conflictos emocionales, la resolución viene a través de ver qué es lo que realmente me ha afectado en mis creencias o valores, a qué tengo miedo y en qué parte actué nutriendo elementos de esos sucesos.
 
La clave de aquella conversación que seguía estación tras estación, estaba en descubrir qué era lo que realmente  tanto le afectaba, ¿se trataba de lo que podían opinar los demás? o ¿cómo se comportaban al conocerlo?, era en realidad ¿cómo impactaba eso de forma realista a su vida, a su futuro?, o quizás era el miedo a perder el control y la potestad sobre los personajes. A mi me parecía que reconocer que no había tenido razón desde el principio y por tanto su falta de objetividad y respeto con todos le habían llevado a ese vagón. Confieso que tuve ganas de preguntarlo, pero me contuve, aunque mi cuello notaba la tensión de la contorsión necesaria para seguir escuchando.
 
El odio se genera en el mismo punto del cerebro donde se produce el amor, de ahí la dificultad que tienen muchas parejas para distinguir si se odian o se aman.
 
Aún cuando el amor o el odio tengan una base emocional, son una elección, una decisión personal que emana del carácter de la persona ( valores, experiencias y aprendizajes). Jaume Scoler y M. Mercé Del Institut D´ecología emocional escribieron que: ”El odio no es un sentimiento que aparezca de repente. Uno tiene que dedicar mucho tiempo a su elaboración. Casi podemos decir que pide dedicación exclusiva y puede llegar a teñir con sus colores todos los ámbitos de la vida de quien odia”.
Esa dedicación exige que la persona se focalice en los pensamientos que justifican la elección de odiar. En muchos casos se intenta racionalizar a través de la búsqueda de argumentos que intenten dar congruencia y que avalen esa actitud. Pero el odio racionalizado y justificado con argumentos no deja de ser odio.
 
Así el odio, la ira o la hostilidad que le acompaña se convierten en pasiones que inevitablemente nos consumen mucha energía. ¿Inevitablemente?
 
 
La clave de anular ese inevitablemente pasa por:
-Evaluar los puntos de la autoestima que han sido dañados para tratarlos.
-Incrementar creencias asociadas a la tolerancia hacia las decisiones y/o errores ajenos y propios.
-Utilizar herramientas de cambio de observador, distanciandonos de los “palmeros” que nos dan la razón y acercándonos a personas que nos pueden hacer ver las cosas de otras maneras. A veces disculparse es el camino.

-Deconstruir los argumentos irracionales que han cimentado esa emoción y reducirlos al absurdo.

Se levantaban, seguían hablando y solo pude escuchar “sigo controlando cada día, como se le ocurra…” las puertas se cerraron y no pude oír el final, al levantar la vista un joven con mochila a la espalda se cruzó conmigo la mirada y sonriendo dijo …”no se entera aún de lo que ocurre, no se entera ni del por qué, ni quien es realmente quien, está obcecada, ¡¡pobre mujer!!”
 
No pude dejar de asentir. Oí por los altavoces, “próxima estación Avenida de América”, tenía que bajarme, pero seguramente esa historia continuaría para sus protagonistas principales.
 
 
Dejo en la mesa para pensar que … es posible que en realidad la gente odie a quien le hace sentir su propia inferioridad.
 
Mila Guerrero
 
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Publicado el miércoles, 4 de marzo de 2015 a las 22:04 por Juan Bueno

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