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domingo, 23 de agosto de 2015

¿Por qué unos equipos triunfan donde otros fracasan?

Este eBook nos adentra en las claves que transforman un equipo de trabajo en un Equipo de Éxito.

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Los equipos de trabajo  representan más que la suma de las sinergias y habilidades de sus miembros. Se han convertido en pieza clave en la mayoría de las organizaciones. 

Su buen funcionamiento, más allá de ser una moda, es una necesidad.

¿Por qué unos equipos triunfan donde otros fracasan?

Publicado por Juan Bueno.
Managing Partner de R&H Talento y Personas



Publicado el domingo, 23 de agosto de 2015 a las 21:13 por Juan Bueno

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jueves, 23 de abril de 2015

Publicado por May Ferreira.
Executive Manager de R&H Talento y Personas

Me atrevo a hacer esa afirmación en femenino. Siempre he sostenido que el talento no depende del sexo que nos haya tocado en el reparto de genes. Y se trata de una afirmación empírica, o sea adquirida y refrendada con mis propias vivencias. Pero cuando hablamos de cuestiones de comunicación y comportamientos, ¡eso es otro cantar! Hombres y mujeres estamos destinados o condenados a entendernos (depende del prisma de cada uno). Pero los estilos, tanto privados como sociales, de unos y otros están muy alejados. Son muy diferentes.


Hace unas semanas celebramos en casa el cumpleaños de mi hija quinceañera. Durante muchos días antes estuvo pensando a quién invitaría a su fiesta, haciendo y rehaciendo la lista. Es una chiquilla muy sociable y podría juntar en su merienda un auténtico desmadre de adolescentes alterados. Asique ella misma decidió hacer una tarea de priorización. Pero no era cuestión baladí. 

Después de un laborioso trabajo de filtrado (amigas desde pequeñas, amigas “íntimas”, categoría de “mejores amigas”, amigas pero menos porque comparten la admiración por el mismo chico, y las “no-amigas) me planteó una lista razonable, que acepté. 

Sólo habíamos superado el primer escollo, cuando hubo que abordar el lugar de la fiesta, el horario, la comida (reconozco que en este aspecto aún es poco exigente, si está con sus amigos de verdad y comparten unas chuches están felices), si iban a poner música o no, llegó lo peor. “Mamá, ¿qué me voy a poner?”. Ciertamente era un aspecto peliagudo, porque tarea ardua resulta seleccionar un modelito entre un armario digno de cualquier estrella de Hollywood. A partir de la gran pregunta se desencadenó un amplio abanico de posibilidades : vaqueros ceñidos que resaltan la figura; minifalda vaporosa para lucir piernas; shorts con medias para dar una imagen moderna y glamurosa; camiseta ajustada o con la tripa al aire ( aunque la temperatura de marzo no animaba a enseñar ni los dientes). ¿por qué estilo podría optar? Cómodo, desenfadado, casual, monísimo, barroco… ¡qué terrible dilema! El wasap echaba humo con un constante intercambio de todas las posibilidades existentes con sus amigas, apoyadas en las fotos que mostraban los distintos looks.

El tema se complicaba a cada paso. Porque una vez decidido el look propio había que empezar a evaluar el del resto de las chicas y definir el conjunto global de todas ellas. Un Master en estilismo, ropa y complementos. Todo esto sin mencionar el capítulo “pelo”. Liso? Ondulado? Recogido en una coleta tirante que es muy fashion? Obviaré para no alargarme demasiado estar perfectamente depilada, ligeramente maquillada y risueña el día de la fiesta.

Cuando llega el día del cumpleaños les dejo puesta la merienda y me retiro discretamente, pensando que el marido de una gran amiga que es sociólogo debería estar allí para hacer un estudio sobre todo lo que yo estaba viendo. Las diferencias entre unos y otros eran evidentes. Aunque suene a topicazo. Ellas parecían alegres y desenfadadas, reían mucho y apenas comían. Los chicos se empujaban, se tiraban encima del balancín, hablaban poco y daban buena cuenta de sándwiches y pasteles.
Mi hija me enseñó con lágrimas en los ojos la felicitación que le había escrito una de sus amigas, de la categoría “amigas íntimas”. Supuse que le habría mandado algún emoticiono inspirador o algún dibujo. Nooo, tremendo error. El texto de la felicitación era larguiiiiiisiiiiimoooooo. No se trataba sólo de felicitarla. Decía más o menos así : “Carolina eres mi mejor amiga. Te quiero mucho. Me has ayudado en los peores y mejores momentos de mi vida. Recuerdo esos veranos que compartimos desde pequeña, en la piscina de la urbanización. Tu sonrisa iluminó muchas tardes, hablando y sonriendo”. Tu amistad es un pilar muy importante en mi vida…. Bla, bla. El texto continuaba ensalzando sus valores, la fuerza de su amistad, lo mucho que se querían, el apoyo mutuo… un par de páginas. Al final, muy al final decía “Feliz cumpleaños Carolina”. Uf me quedé sin aliento para poder leerlo.

En ese  momento sonó el teléfono de mi hija y eran dos de sus amigos (chicos) que no pudieron ir al cumple y la quería felicitar, haciendo gala de un verbo rico y variado. La transcripción e la conversación es ésta : “Oye Carolina soy Miguel, que muchas felicidades”. El mencionado Miguel se dirigió al otro amigo y le dijo : “Pablo, ven a felicitar a Carolina”. Se oye al susodicho Pablo a continuación que se pone al teléfono y dice : “Felicidades tía. Un beso”. Crack. Se acabó la conversación. Duración aproximada : 15 segundos. Más que suficiente, el mensaje había sido trasladado y recibido con total claridad. 

Por eso puedo afirmar que la comunicación sí es una cuestión de sexos. 

Casi al mismo tiempo que cumplía años mi hija lo hacía el hijo de mi mejor amiga (así, sin paliativos) y curiosa por el tema le pregunté que habían hecho para la celebración. Su respuesta fue: “Echar unas canastas y una hamburguesa en cualquier sitio con mis colegas”. Por supuesto no recibió ninguna felicitación almibarada ni rebosante de palabras cariñosas por wasap. La madre de Borja le dijo: “Dúchate y ponte ropa limpia antes de ir al cumple”. Su respuesta fue: “Vale”.

Felicidades hija, Felicidades Borja.

Publicado por May Ferreira.
Executive Manager de R&H Talento y Personas


Publicado el jueves, 23 de abril de 2015 a las 15:45 por Juan Bueno

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lunes, 23 de marzo de 2015

Es posible entrenar la gestión de las emociones. 
Esa adecuada gestión se convertirá en una útil herramienta vital.

Descubre las 9 claves para identificar y gestionar las EMOCIONES.




Juan F. Bueno


Publicado el lunes, 23 de marzo de 2015 a las 0:08 por Juan Bueno

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domingo, 8 de marzo de 2015

Se celebró ayer el Día de la Mujer Trabajadora y transcurrió el día con protagonismo absoluto de las reivindicaciones femeninas en las noticias de radio, prensa y televisión e incluso las charlas entre amigos y familias. Reclamar la igualdad de derechos entre mujeres y hombres; acabar con las diferencias salariales entre unos y otros o lograr implicar a los hombres de la misma forma e intensidad que las mujeres en las labores del hogar parecen peticiones justas y oportunas.

 Pero no quiero escribir un post en ese sentido. Ya lo hacen en un día tan señalado plumas ilustres y poco o nada podría yo añadir. Mi grito silencioso va en otra dirección. Estoy firmemente convencida que el talento no es una cuestión de sexo. Lo es de poner voluntad, pasión, conocimiento y actitud en un mundo tan competitivo y complejo como éste que nos ha tocado en suerte.

Esta misma semana veía en la televisión un estudio que ponía de manifiesto que las chicas son más estudiosas que ellos. Dedican más horas al día; se concentran más y obtienen mejores resultados. Sin embargo, la paradoja (o tal vez no) es que las mujeres ganamos menos, tenemos menor presencia en los puestos directivos de las empresas y nos vemos obligadas en ocasiones a optar por nuestra vida profesional o familiar. Algunos acontecimientos, intrínsecamente femeninos como la maternidad suponen un freno en las aspiraciones laborales. También nos ocupamos en mayor medida de nuestros mayores. 
No voy a hacer ningún alegato feminista sobre nuestras cualidades. No me gustan los extremismos ni determinados clichés que nos describen. Huyo de ciertos tópicos que por generalistas no nos definen, no obstante estoy firmemente convencida que nuestras habilidades y determinación nos permitirán llegar allá donde nos propongamos. Hace unas semanas oía una noticia sobre el puerto de Cádiz y un grupo de mujeres que habían organizado una protesta porque nos las dejaban acceder a los puestos de estibadoras en el puerto. Ellas alegaban estar preparadas para enfrentarse a un trabajo duro, que requería fortaleza física y aguante. Cierto que parece ardua tarea, pero si unas mujeres se sienten capacitadas para esos puestos, ¿quién está legitimado para afirmar que son incapaces de asumirlos?

He conocido mujeres robustas, enérgicas, briosas y capaces de echarse a los hombros, literalmente asuntos importantes y complejos. Dirigir una empresa, atender a su familia o bajar a una mina. Y, al contrario, también he conocido hombres poco briosos, carentes de empuje y vulnerables. Mujeres, hombres y viceversa. No es una cuestión de sexo. Se trata de deseos, de luchas, de intensidad, de ganas de cumplir los sueños de unos y de otros. Y en ese camino hay dificultades y retos para ambos. De verdad que las mujeres somos capaces de realizar esfuerzos hercúleos por aquello que amamos o anhelamos. Y de igual forma lo harán los hombres. No es cuestión de sexo, el talento recae en personas. Las mujeres somos tenaces y acérrimas para cuidar y guiar a nuestros hijos y creo que los hombres que aman de verdad, pueden ser igual de férreos. En mi vida he visto mujeres y hombres solidarios y generosos, preparados para su futuro y con ganas de crecer y desarrollarse. Y en ambos sexos he visto también mezquindad y egoísmo.

El talento femenino o masculino potencia alguna de esas cualidades tal vez innatas en uno u otro sexo. Así vemos más mujeres en puestos relacionados con los recursos humanos, la sanidad o la publicidad (sensibilidad, intuición) y más hombres en procesos industriales, directivos o financieros (analíticos, racionales). Pero ninguno de ellos excluye la posibilidad contraria.

Para que el talento se desarrolle es preciso contar con personas con grandes capacidades para adaptarse al cambio, flexibles, que pueden trabajar en entornos multiculturales, proactivos ante el cambio y resistentes a la frustración y al estrés. Y en cada caso encontraremos profesionales adecuados, con independencia de que lleven tacones y falda o traje y corbata. ¡Fuera prejuicios y estereotipos!
En una ocasión, durante la asistencia a curso (en esta ocasión yo recibía el curso, no lo impartía cómo es habitual en mi), el formador nos contó la siguiente anécdota: “un hombre que trabajaba muchas horas al día, al finalizar su jornada laboral se dirigía a una casa. Llamaba a la puerta y le recibía una mujer rubia, guapa, vestida muy sexy. Olía de una forma embriagadora y estaba vestida con un escueto vestido negro de cuero que dejaba al descubierto unas piernas largas y bien torneadas. La mujer le ayudaba a quitarse la camisa y la corbata, ponía música romántica y servía dos copas, una para el hombre y la otra para ella”.

En la siguiente escena el mismo hombre, cansado tras su jornada laboral se dirige a una casa en la que le recibe una mujer de aspecto afable, sonriente, sencillamente vestida y con un agradable olor a café recién hecho. Toda la casa desprendía un apetitoso aroma a guiso casero. La televisión estaba puesta y la mujer tenía una alegre conversación sobre todo lo que había hecho durante el día. Animó al hombre a ponerse cómodo y pasar al comedor porque la cena ya estaba servida.

Todos escuchamos con atención pensando cuál sería la explicación sobre la anécdota. Parecía innecesaria porque todos ya sabíamos que representaba cada mujer en la vida de aquel hombre. Su amante y su esposa.

Tremendo error. El formador nos aclaró el daño que pueden hacer nuestras creencias, nuestras ideas pre concebidas y determinados clichés.

La rubia explosiva era su esposa y la mujer cariñosa y de aspecto sencillo era su amante.

Nunca creas a ninguna mujer incapaz de nada. Ni a un hombre. Sólo hace falta tener habilidades y deseos.

May Ferreira


Publicado el domingo, 8 de marzo de 2015 a las 23:17 por Juan Bueno

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miércoles, 4 de marzo de 2015

Los que no somos nativos digitales encontraremos en el Reverse Mentoring una útil herramienta, ya que en la mayoría de los casos los Mentores serán más jóvenes que nosotros.
Juan Bueno




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Publicado el miércoles, 4 de marzo de 2015 a las 23:17 por Juan Bueno

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Hace unos meses impartiendo un curso a un grupo de directivos sobre “eficacia y adecuada gestión del tiempo” surgió un interesante debate que traigo a colación para hacer una reflexión sobre el modelo de comportamiento al que yo personalmente llamo “Triángulo malvado de Karpman”.

En efecto, en ese taller, varias de las directivas (remarco que se manifestaba más en las mujeres asistentes que en los hombres), se quejaban amargamente de no alcanzar a cumplir todas sus responsabilidades: “tengo tantas cosas que hacer y no me llega el tiempo”. Les animé a hacer un análisis de todas aquellas tareas que asumían para descubrir dónde estaban las dificultades, ya que el tiempo es el mismo para todos. Como decía un jefe mío “el día tiene 24 horas, pero si te levantas a las 6, tiene 25”.

Lo que se manifestó como elemento común en aquellas que presentaban un elevado nivel de estrés por asumir demasiadas tareas es que algunas de las que provocaban esa sobrecarga, no les correspondía hacerlas a ellas. Así fui descubriendo que una asumía todas las llamadas que tenía que hacer su madre a médicos para organizar sus citas, a la peluquería para pedir hora o al supermercado para que le subieran la leche. Cuando le pregunté si su madre estaba incapacitada o tenía algún problema cognitivo su respuesta fue: ”de cabeza está perfecta, pero es viuda”. No me sorprendió en exceso su respuesta porque esa misma directica confirmaba atender el móvil cuando la llamaba su jefe a las 22h30, aunque estaba acostando a sus 3 hijos de corta edad.

Comprendí que esa persona estaba fuertemente orientada a complacer a los demás, y anteponía a ello sus propias prioridades. Parecía contrariada, frustrada y sumamente cansada.
Decidí compartir con todos ellos el modelo de Karpman que ahora os expongo, porque algunas otras personas, por circunstancias diferentes expresaban un malestar similar.

En el Triángulo de Karpman hay 3 roles: Víctima, Salvador y Perseguidor. Cuando entramos en esa relación dañina podemos ir alternando cada uno de esos roles.
Porque en este caso nuestra directiva asumía el papel de Salvadora. Ese perfil es el de una mujer que prestando ayuda asume más funciones de las que le corresponden, y probablemente se queja de la cantidad de esfuerzos que tiene que hacer. “Abusan de mi generosidad”, suelen pensar los salvadores. Esa forma de ayudar representa la necesidad de sentirse superior.
Esta actitud resulta nociva para la Víctima (la madre, viuda), que a pesar de estar en plena posesión de sus facultades deja que sea su hija la que hace un montón de tareas que ella podría asumir. La víctima se hace así cada vez más incapaz. Son perfiles que suelen actuar desde la culpa y la tristeza y ello les genera una baja autoestima. La víctima lanza en ocasiones mensajes o señales de no saber hacer bien las cosas. Pensemos en esas personas en el trabajo que hacen mal una tarea y de forma automática la asume su jefe, provocando la merma en la autoestima del trabajador y la sobrecarga en el jefe, que emplea su tiempo en tareas que debería delegar. La víctima se suele sumergir en un círculo vicioso de resentimiento contra la vida y contra la salvadora, en este caso, que la rescata de su incapacidad.
Otra de las directivas (con una situación similar atendiendo a su madre) comentaba con amargura cómo su madre nunca estaba satisfecha de la ayuda recibida por ella y la comparaba con las hijas de otras amigas suyas, según ellas mucho más pendientes de sus madres. O sea la víctima manifiesta resquemor y la salvadora se siente frustrada. De momento, todos se sienten mal. Es un modelo de relaciones dañino, insano.
La tercera figura es la del Perseguidor/a, que suele responder a un patrón de agresividad, movido en su actuación por satisfacer sus propias necesidades e intereses. El Perseguidor suele ser una persona rígida, poco adaptable y que hace sentir a los demás vulnerables.
Mi denominación de Triángulo Perverso se debe a que esos roles van cambiando, van mutando, y el salvador cansado de salvar empieza a perseguir; la víctima sale de su pasividad y persigue vengativamente y el perseguidor tiene mala conciencia y se dedica a salvar.

Si bien es difícil escapar del triángulo (porque estamos en él de forma inconsciente) es posible dar el salto al Triángulo Ganador abordando las relaciones entre personas adultas con una emocionalidad equilibrada, haciendo uso de la asertividad (diciéndole al jefe que esas horas de la noche están dedicadas al cuidado y la atención de tus hijos, pero lo primero que harás mañana a primera hora es atenderle)  y enfrentando el conflicto y las dificultades con madurez.
Reflexiona con serenidad si en alguna relación de tu vida hay un triángulo perverso y si es así piensa que el salvador se sustituye por el “ayudador empático”; la víctima es capaz y debemos animarla a que lo siga siendo y el perseguidor…. Mejor mantenerlo alejado.

May Ferreira



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Publicado el a las 21:38 por Juan Bueno

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La capacidad de innovar de una Empresa se sustenta sólo en la capacidad creativa de los empleados que la forman.




A continuación uno de los mejores cortos de animación donde la Creatividad es su protagonista principal.


Juan Bueno



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Publicado el a las 19:28 por Juan Bueno

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martes, 24 de febrero de 2015

Comunicar de manera eficaz o morir en el intento puede parecer una exageración, pero no lo es. Pocas cualidades se han visto inalteradas con el paso del tiempo o incluso han ganado peso y en la actualidad pueden marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso. Ser un profesional reconocido o simplemente mediocre.
Desde la época de los clásicos la retórica (el arte de hablar con elocuencia) se convirtió en un instrumento decisivo para encumbrar a personas que hacían del discurso casi su signo de distinción (hoy sería algo así como el branding). La evolución de los tiempos ha modificado los modos y maneras de expresarnos, pero sigue siendo una exigencia indiscutible el dominio de unas buenas habilidades comunicativas, no ya para garantizar el éxito, sino simplemente en ocasiones para no estar fuera de un mundo laboral cada vez más competitivo,  exigente y multidisciplinar.
Comunicar con persuasión significa ser capaz de cumplir el objetivo que hay detrás de cada mensaje, presentación o discurso: conmover, convencer, informar, lograr adhesiones. Pero ¿cómo abordar esas competencias que parecen esenciales? En primer lugar dejando de lado nuestras creencias limitantes (a hablar en público se aprende hablando en público; este camino no tiene atajos) y por otro haciendo un trabajo previo de reflexión y orden de ideas, objetivo, mensaje y tipo de audiencia.
Hablar bien en público, requiere previamente pensar bien en privado”. Y para ello hay que acabar con el temor al folio en blanco. Cualquier presentación o discurso debería empezar por responder a unas sencillas preguntas: ¿para qué?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿quién?

La llave maestra de una comunicación persuasiva eficaz radica en establecer una buena estructura del mensaje, lineal, sencilla de seguir y sobre todo que deja huella en nuestro recuerdo. Sólo de esa forma la audiencia se movilizará a la acción y habremos conseguido nuestro objetivo. Ese discurso debe tener un inicio, desarrollo y conclusión. Como si de una historia se tratase.
Todos los días asistimos a muchas presentaciones mediocres, que fracasan y caen en el más absoluto de los olvidos porque el ponente está más preocupado por sí mismo que por su audiencia. Si el ponente sólo se centra en sus nervios, su preparación y todo lo que rodea a su persona dejará relegado al público. Esa desatención hacia los receptores del mensaje se nota en no cuidar aspectos como hacer un inicio impactante (un video, una cita, un reto, una pregunta retórica), un desarrollo interesante, involucrando a la audiencia y un final memorable (recuerda, se trata de permanecer en el recuerdo). Algunas sillas se pueblan de bostezos y de personas que miran sin disimulo su móvil o su Tablet. Estos son síntomas inequívocos del estado de aburrimiento de la audiencia.


Empatizar con la audiencia exige dos requisitos: investigar cuáles son sus intereses sobre tu charla y comprender y superar las limitaciones que como público o asistentes a una conferencia o curso podemos tener. Piensa cómo te sientes cuando eres oyente y estás sentado al otro lado. 
Esas limitaciones vienen dadas por un lado por el tiempo de que dispones: el tiempo siempre es un recurso limitado y el volumen de información o conocimiento que manejas es muy superior al que podrías “encorsetar” en esa presentación de 30 minutos o una hora. Y por otro está la capacidad cognitiva de la audiencia: por muy inteligente e interesada que esté no podrá absorber grandes teorías ni datos en tan breve espacio de tiempo. El público se ve condicionado por las limitaciones propias de la memoria y su capacidad de procesamiento. De modo que el ponente tiene que hacer el esfuerzo de estructurar y presentar de forma atractiva, impactante y sencilla el mensaje. Algunos autores dicen al respecto: “cuanto más metes en tu presentación, menos saca la audiencia”.
Este es un tema con el que podemos ilustrar decenas de post porque son muchos los aspectos que hay que tratar para lograr persuadir a través de la comunicación, pero sólo citaré un elemento más que dejo como punto de reflexión: las decisiones que tomamos son las propias de seres emocionales, mitad razón y mitad emoción. Por eso las presentaciones que sólo muestran números y gráficos movilizan poco la parte emocional. Los datos dan confianza y seguridad, pero no tienen valor en sí mismos sino se asocian a las historias que representan y sobre todo, tener en cuenta que deben cubrir las necesidades de al audiencia.
Para convencer a tu auditorio necesitas algo más que la lógica, datos y hechos; necesitas la emoción, para desde ahí movilizar a la decisión.
                     
Recuerda, comunicar o morir, y no es una exageración.
Por último, no olvidar un recurso de valor incalculable como es la utilización  de los Mapas Mentales cómo elemento de ayuda y soporte para: No olvidar nada de nuestro discurso y estar pendientes de la audiencia y no de nuestras notas.

May Ferreira



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Publicado el martes, 24 de febrero de 2015 a las 19:30 por Juan Bueno

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