martes, 20 de mayo de 2014

Hace algunas semanas escribí una reflexión sobre las emociones que generó bastantes comentarios de mis lectores. Esto demuestra que es un tema que no nos deja indiferentes. Es lógico. El ser humano es una criatura que alberga sentimientos, emociones, recuerdos, experiencias.
 
 
Las personas pensamos porque sentimos o sentimos porque pensamos. Estas dos facetas nos separan del mundo animal. O tal vez no. La actualidad de estos días me ha inspirado este artículo “se me olvidó pensar”. Algunas de las noticias que nos acompañan en el día a día son síntoma evidente de aparcar el pensamiento. Y tal vez el sentimiento. Eso logra asustarme. ¿En qué nos estamos convirtiendo? Los sentimientos y las emociones caminan juntos en nuestras vidas y en muchas ocasiones la dirigen.
 
Las emociones son más reptilianas, más reactivas, más primitivas. Surgen y las experimentamos. Si caminamos solos por una calle oscura y nos encontramos de frente con un hombre con mal aspecto y que empuña un arma, seguramente sentiremos miedo, temor, incertidumbre, incluso puede que esa emoción nos haga salir huyendo o nos paralice. La emoción no se racionaliza, es un estado muy intenso que proviene de una Reacción (el miedo a ser atacado) y tiene una parte mental y otra orgánica (temblor, sudor). Reacciona nuestro instinto: Nos tenemos que poner a salvo. En los sentimientos intervienen más elementos: Son emociones que ya han pasado por más filtros intelectuales o de consciencia. En el sentimiento ya existe comprensión, entendimiento y reflexión.
 
El amor es sentimiento y la pasión es emoción. Si echamos un vistazo a la vida de las Organizaciones empresariales vemos que confluyen a veces sin orden ni concierto. Ante un Jefe imperativo, intolerante o que transmite siempre un feed back negativo, sentiremos emociones destructivas, negativas, en las que tendemos a contraernos. Por el contrario, ante un superior que nos impulsa, nos anima o sabe cómo motivarnos, nuestras emociones serán positivas, tenderemos a la expansión.
 
Las emociones no son más que nuestra reacción ante los eventos que nos ocurren. Hasta aquí todo entraría dentro de lo razonable. Pero vuelvo a la actualidad, a esas circunstancias que son las que nos rodean y pueden desbaratar todas las teorías. Yo me pregunto qué pasa por las cabezas o los corazones de algunas personas, o más bien qué justifica determinadas acciones. Pensamiento, sentimiento. Tal vez son piedras y no personas. ¿Qué inspira al Sr. Bárcenas a tratar de implicar a un montón de personas con acciones presuntamente ilícitas y desde luego poco éticas?. ¿Qué ha pesado en él, el pensamiento (análisis racional de su situación, ponderando así mismo el resultado de sus actuaciones) o el sentimiento (soledad al ingresar en la cárcel, frustración por verse privado de libertad) o tal vez la emoción (temor, incertidumbre ante un entorno desconocido).
 
¿Qué inspira a esos directivos que mandan (y digo bien, mandan y ordenan) llevando a sus equipos con mano de hierro, escasa emocionalidad y poco o ningún respeto por sus sentimientos?. ¿Piensan o sienten? Tengo serias dudas al respecto. Reconocer la emocionalidad de las personas, me parece un síntoma de inteligencia. Y ojo no hablo de sentimentalismos ni noñerías! Dirigir una Empresa, un equipo, un negocio, un partido político, incluso una familia, no es tarea sencilla!. Pero me parece imprescindible aceptar como natural que, en el desarrollo de cualquier proyecto, intervienen aspectos materiales o tangibles, y de igual manera aspectos humanos y emocionales.

Tenemos que aceptar que las emociones y el pensamiento son herramientas para dirigir un negocio, por ejemplo. Pero hacerlo requiere una gran introspección personal y un humilde reconocimiento de defectos y virtudes. Y no todos los dirigentes están dispuestos a hacerlo. Podría ser un signo de debilidad, piensan algunos. A mí me parece una señal de fortaleza y valentía. Lo que me entristece profundamente es qué pasa por los pensamientos y sentimientos de esas personas capaces de todo con tal de causar daño.Sea en el ámbito que sea. Yo estoy convencido de que las emociones se contagian, y aquellas que son destructivas generan negatividad a su alrededor y aquellas que son positivas nos fortalecen y favorecen la autoestima.
 
Funcionan como verdaderos antídotos en un mundo como el nuestro, que hay días que se me antoja especialmente duro. Gestionar el cambio y promover la innovación, es la única solución para la supervivencia empresarial, y ése es un proceso de gestión de emociones.
 
Si alguien os ha dicho que las Empresas se dirigen con la racionalidad y los números, simplemente os han ocultado gran parte de la verdad. El escritor argentino Jorge Bucay decía: "No somos responsables de las emociones, pero sí de lo que hacemos con ellas”.
 
 
 
Juan F. Bueno

Publicado el martes, 20 de mayo de 2014 a las 16:45 por Juan Bueno

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sábado, 10 de mayo de 2014

El error no está bien visto. Pensad en vuestro alrededor. En mi entorno nadie se jacta de haberse equivocado en muchas ocasiones o de sumar numerosos fracasos. Sin embargo, tampoco conozco a nadie que triunfe a la primera, que todo lo que emprende son éxitos rotundos y que sólo acumula triunfos. No nos engañemos, para presumir de victorias, es imprescindible probar, intentar, fallar, acertar, reflexionar y volver a empezar. Es un círculo bendito porque es el que nos permite conquistar nuestras metas, asumir retos y cuando sea preciso, modificarlos.

 
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española,  el error es “una acción desacertada o equivocada”. Pero por qué y para quién. El error lo será en función de quien lo evalúe. Creo que es mejor pensar que, en lugar de cometer errores (que tiene una carga negativa ancestral), en ocasiones obtenemos resultados positivos y a veces éstos son negativos o mejorables.
 
A mi entender hay 3 actitudes fundamentales en torno al error:
 
• La primera es  Aceptarlo y no tratar de ocultarlo. Ese sentimiento de oscurantismo, no es en absoluto bueno, pero a veces es una reacción visceral ante la cultura en la que al error le corresponde la reprimenda o incluso el castigo.
 
• Reparar sus consecuencias, si éstas han sido muy perjudiciales para algo o alguien.
 
• Aprender, aprender y aprender. Todas las equivocaciones nos enseñan una forma de no hacer las cosas, un modo desacertado de llevarlas a cabo.
 
¡No lo perdamos de vista! Es una fuente de aprendizaje constante. Pero para que se produzca ese aprendizaje, hay que hacer un análisis de cómo se planteó el tema y de los posibles fallos. O sea, debemos recapacitar para poder crecer a través del aprendizaje.
 
Esto no garantiza que no volvamos a errar, pero hay muchas posibilidades de que la próxima vez, lo haremos mejor.
 
Una vez sentada esta premisa quiero ampliar ese campo al éxito. Sí, porque estoy plenamente convencido que también la persona se crece y se forma a través del acierto. ¿Por qué no?. Me niego a pensar en esas frases lapidarias en las que se insinuaba que sólo equivocándose y sufriendo se aprende y se experimenta. También se aprende  a través del triunfo, del éxito, de las cosas bien hechas. Y la metodología es la misma que en el caso anterior: pararse a analizar concienzudamente lo que ha funcionado, y para nada atribuir el éxito a la suerte. “al saber le llaman suerte” decía un pensador. Y como nos recordaba nuestro querido y malogrado Seve Ballesteros, cuando una señora le decía "Hay que ver la suerte que tiene Vd." y él le contestaba: "Así es, y cuanto más entreno, más suerte tengo"
 
Nada conduce mejor al éxito que el propio éxito. Además provoca una retroalimentación maravillosa, positiva y que nos carga de energía.
 
Ignoro si se aprende más a través del éxito o del fracaso, lo que sí creo es que se logran más éxitos gracias a un mejor autoconocimiento, a un mejor entendimiento de las capacidades propias de cada uno y de afrontar los objetivos con una estrategia que analice las posibilidades reales, los medios con los que contamos, el tiempo… y en la que también se valore la posibilidad de que las cosas no salgan como estaba previsto. Saber cuáles son las consecuencias de alcanzar el éxito o de vivir un fallo. Nada más y nada menos.
 
El éxito seguramente nos anima a continuar, a intentar más victorias. El riesgo en cuanto al fracaso, es que nos desanime cuando se produzcan varios fallos y eso provoque parálisis. No, eso nunca.
 
¿Sabéis que fue el descubrimiento de América? Pues nada más y nada menos que un fallo de cálculo de Colón que creía haber llegado a las Indias.
 
¿Qué hicieron los Beatles, cuando la compañía discográfica Decca Recording Company, les rechazó  diciéndoles “no nos gusta como suenan y  la música con guitarras ya no se lleva”?. Nada que añadir.
 
A Ronald Reagan le rechazaron en una película para hacer de presidente de Estados Unidos porque “no tiene aspecto de presidente”. Sin comentarios.
 
“640 Kb de memoria deben ser suficientes para cualquiera . . .” Bill Gates en 1981.
 
El descubrimiento de la penicilina fue el resultado de más de mil errores.
 
Si todas esas personas se hubieran venido abajo, la historia se habría escrito de otra manera.
 
Os invito a ver el siguiente video, que contiene una muestra de sonoros rechazos, que hicieron historia: El mejor video de motivación.
 
Algunas veces se gana y otras se aprende. Algunas veces se gana y además se aprende.
  
Juan F. Bueno

Publicado el sábado, 10 de mayo de 2014 a las 21:35 por Juan Bueno

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domingo, 4 de mayo de 2014

Hace un par de décadas hubo una invasión de anglicismos que, con mayor o menor gracia y rigor, fuimos adaptando e incorporando a nuestro ya extenso vocabulario que conforma nuestra lengua.

En la actualidad estamos experimentando una invasión similar, no sólo de  palabras nuevas sino de  conceptos “reinventados”.
 
 

 

El Networking invade nuestras vidas sin pedir permiso y parece revolucionar nuestra forma actual de relacionarnos. ¿Pero qué es eso? Realmente se trata de una novedad? Cualquier encuentro susceptible de intercambio de tarjetas profesionales, en los que se puedan posteriormente recomendar servicios o personas, deriva en eso que llamamos Networking. ¡No me digáis que el concepto no os resulta familiar! Hace unas cuantas décadas mis abuelos y su generación decían “el que no tiene padrino no se bautiza”, o lo que viene a ser lo mismo, era necesarias las influencias y los “conocimientos” para conseguir ciertos resultados.

De nuevo os animo a echar la vista a atrás y rememorar alguna de aquellas cartas de recomendación que en aquellas brumosas aldeas gallegas escribía el boticario para el sobrino que marchaba a la ciudad a emprender una nueva etapa: ”El chaval es un poco apocado, pero honrado a carta cabal, responsable en sus quehaceres, cumplidor y aseado”. Estas eran sus credenciales para el funcionario que le iba a ayudar a encontrar su primer empleo en la capital y a abrirse camino. Su tío no hacía otra cosa que utilizar el networking, o sea, poner en marcha sus relaciones para facilitar su integración en el mundo profesional.
 
Lo que ha cambiado son las formas, los modos de hacer, el lenguaje. Hoy ya no se trataría de una carta de recomendación, sino que el susodicho sobrino gallego llevaría en un pendrive los resultados de las pruebas de un "assesment center" que pondría de relieve que “se trata de una persona muy orientada al trabajo por proyectos, con gran capacidad de planificación, y un alto grado de perseverancia en la asunción de sus tareas”.

O dicho de otra manera. Paquiño, es en sus primeros pasos profesionales fruto del networking más absoluto, hecho de una forma adaptada a su momento hace 5 o 6 décadas y de forma diferente ahora.

Hace poco, una Directora General me hacía una reflexión al respecto del networking. Cierta como la vida misma: “Los hombres, de siempre, nos han llevado ventaja en esto. Ellos salían de trabajar y se iban al bar con sus amigos, mientras nosotras nos ocupábamos de los niños, la casa, etc. ¿y que hacían?: Networking. Los domingos, al futbol, con la excusa de ver el partido ¿y que hacían?: Networking.

Ni más ni menos: Lo de siempre, pero con nombres más a la moda.

Otro concepto tan novísimo como el anterior es el "Bartering". O el trueque en su versión publicitaria. En definitiva se trata de poner a disposición de los clientes espacios publicitarios, pero que en lugar de facturarse en metálico, se intercambian por productos que fabrica el anunciante.

Esto, que se ha conocido siempre en  mundo de los medios  como “intercambio”, ahora se llama “batering”. En otras palabras “un espacio publicitario (prensa, radio, tv…) que yo gestiono, te lo canjeo por un producto que tú tienes.

Ambos damos, ambos ayudamos, ambos ganamos. ¿Hay algo mejor? ¿A dónde nos remontamos con estas prácticas?: Al principio de los tiempos.

Me temo que en breve asistiremos a la aparición de algún gurú formulando teorías sobre el “cambio e impacto” que supone para la economía la “aparición” del bartering. Casi todos los días nos las ingeniamos para inventar algún concepto (por supuesto en inglés) y si acaba en “ing”, mucho mejor.
 

Esta crisis puede hacer que algunos fenómenos como el bartering se hagan permanentes y muy familiares entre nosotros, como ya existe por ejemplo entre los ingleses.

El principio en el que se basa este fenómeno es el de contraponer estos dos verbos

 
Need (necesito) frente a Have (tengo).

Pues, a quien corresponda

Muchas personas necesitamos:
                • Empleo
                • Desarrollo
                • Formación
                • Seguridad
                • Justicia
                • Respeto
                • Equidad
                • Educación
                • ……

Muchas personas tenemos: 
                • Ganas
                • Esperanzas
                • Ilusiones
                • Deseos
                • Temores
                • Decisión

Bartering, por favor…..
 
Juan F. Bueno


Publicado el domingo, 4 de mayo de 2014 a las 11:54 por Juan Bueno

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