Hacía mucho tiempo que no iba de boda y el pasado fin de semana he estado en una. Para los novios no era la primera vez que se casaban, ya habían vivido esa experiencia hace años, sin embargo en este momento que ya has superado esos años intensos de juventud, pero se está en el mejor momento profesional y probablemente de madurez en casi todos los aspectos de tu vida, he visto las mismas emociones de la última boda a la que fui, aunque esa si era de dos jóvenes que empezaban y sellaban en ese momento su vida juntos.
Tengo que decir que la novia estaba muy guapa y el novio también, todos los que estábamos allí teníamos la sensación de ser parte de una historia bastante curiosa y hasta un poco precipitada que terminaba en boda. Ah! y el cóctel fue magnífico, sobre todo las croquetas, lo resalto porque parece que si no se dice algo así no es una buena boda.
Pero de lo que quiero hablar en estas líneas es de como somos los protagonistas de gestionar nuestra felicidad.
Desde que las primeras tribus se reunieron alrededor del fuego, la felicidad ha sido un tema de conversación interminable, con enfoques muy distintos.
¿Es la felicidad cuestión de genes? David Lykken, profesor de Psicología de la Universidad de Minnesota experimentando con gemelos concluyó que no solo es cuestión de una tendencia natural sino que está determinada y dependerá del modo en el que cada cual decida vivir las cosas que le van sucediendo en la vida.
¿Depende de tener, conseguir cosas que deseo?, En su libro “Los mitos de la felicidad”, Sonja Lyubomirsky, profesora de Psicología de la Universidad de California, afirma que en la idea de ”seré feliz cuando…”, “o no seré feliz si..” , esos logros, aún cuando en principio sean muy gratificantes, no nos harán tan inmensamente felices, ni durante tanto tiempo como se cree, en seguida buscaremos otros a los que supeditar nuestra felicidad. Y consumiremos más tiempo persiguiendo otras cosas que disfrutando de las que ya tenemos.
En la misma rutina diaria podemos encontrar esa tranquilidad, en los momentos más sencillos, poder disfrutarlos es lo que aporta calma, bienestar, serenidad y satisfacción a nuestra vida. Buscar la felicidad en el futuro me parece injusto para nosotros mismos, porque no valoramos lo conseguido hasta este momento, hasta el presente, y anhelamos algo que no tenemos, algo que, en ocasiones, ni siquiera sabemos qué es. Encontrar a alguien en un momento, retenerlo y disfrutar de esa ilusión, es una de esas oportunidades que cuando se nos presentan, podemos y deberíamos gozar, sin permitirnos escusas o dejaciones que nos enquisten en una vida desaliñada o en una secuencia de momentos apáticos.
Viendo a los protagonistas de esa boda desde mi silla pude constatar que es en la propia vida, en los días, las horas, los minutos o segundos donde nos damos cuenta de que ese instante es único y vale la pena. Saber detectarlos, reconocerlos, acumularlos y deleitarlos es el primer paso. Me detuve en mirarlos abrazados, pegadas sus caras en un beso medio oculto bailando. Fue uno de esos instantes de felicidad. No había tensiones y estaban sonriendo casi constantemente, como si estuvieran dispuestos no solo emocional sino también físicamente a sentirse bien.
En un rincón del salón, hablando con ambos entendí que aunque en el camino que habían recorrido para estar juntos habían cometido algunos errores y habían tenido dificultades para poder llegar a esa pista de baile, se habían esforzado y habían sabido gestionar sus dudas y miedos, los resentimientos de exparejas y las quejas de sus hijos. Ya no había ni reproches, ni culpas, solo colaboración y mucho respeto de todos los personajes que habían estado de alguna manera en esa historia. Yo que había compartido algunas escenas de incertidumbre bastante teñidas de congoja y dolor, me parecieron lejanas y resueltas. Tal Ben-Shahar profesor de psicología positiva en Harvard y especialista en “felicidad”, diseña el camino para alcanzarla de esta manera:

Viendo a los protagonistas de esa boda desde mi silla pude constatar que es en la propia vida, en los días, las horas, los minutos o segundos donde nos damos cuenta de que ese instante es único y vale la pena. Saber detectarlos, reconocerlos, acumularlos y deleitarlos es el primer paso. Me detuve en mirarlos abrazados, pegadas sus caras en un beso medio oculto bailando. Fue uno de esos instantes de felicidad. No había tensiones y estaban sonriendo casi constantemente, como si estuvieran dispuestos no solo emocional sino también físicamente a sentirse bien.

En un rincón del salón, hablando con ambos entendí que aunque en el camino que habían recorrido para estar juntos habían cometido algunos errores y habían tenido dificultades para poder llegar a esa pista de baile, se habían esforzado y habían sabido gestionar sus dudas y miedos, los resentimientos de exparejas y las quejas de sus hijos. Ya no había ni reproches, ni culpas, solo colaboración y mucho respeto de todos los personajes que habían estado de alguna manera en esa historia. Yo que había compartido algunas escenas de incertidumbre bastante teñidas de congoja y dolor, me parecieron lejanas y resueltas. Tal Ben-Shahar profesor de psicología positiva en Harvard y especialista en “felicidad”, diseña el camino para alcanzarla de esta manera:
- Tener en cuenta que no siempre todo sale perfecto. Es mejor el optimalismo que el perfeccionismo. Siempre hay errores, reconocerlos y disculparse es una parte importante del camino.
- Lo importante es disfrutar del viaje de la vida, no solo de la meta. Los momentos de ilusión son irrepetibles.
- Aceptar las emociones, no todas son placenteras, pero todas son necesarias. Golda Meir decía “quien no sabe llorar de corazón, no sabe reír con él”.
- Aceptar la realidad y apreciar el éxito de forma también realista. La autoestima es el cociente entre el éxito y las aspiraciones, “bastante bueno mi rendimiento”, o “bastante bien mis resultados” son palabras generadoras de felicidad.
- Rodearse de gente buena, que te quiera y genere bienestar a tu alrededor.
- Desterrar de tu vida a quien no te tiene en cuenta, te miente, te grita, te enjuicia, desprecia y ridiculiza tus puntos de vista o te prohíbe estar o hablar con quien te cuida y proporciona alegrías o ilusiones. Huye de los aduladores o de quien te anima al desquite, al rencor o la inquina y no desaproveches la ocasión para recordarte lo que te hace sentir incómodo.
En aquella sala se cumplían en su totalidad todos los requisitos … no puedo más que desearles toda felicidad posible y que sepan apreciarla y saborearla. Yo también fui feliz en esa boda y me divertí mucho bailando con el novio, ambos son expertos en hacerte sentir bien.
Y dejo encima de la mesa para pensar ... ¿en cual de los requisitos nos esforzamos menos?.
Publicado por Mila Guerrero.Manager I+D+i de R&H Talento y Personas
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