lunes, 5 de octubre de 2015

Toda nuestra vida gira en torno a la confianza. O la desconfianza. Este poderoso elemento condiciona nuestra existencia, provoca que mantengamos relaciones o que huyamos de ellas y está en la base del éxito o fracaso de numerosos equipos de trabajo.


Desde que nacemos existe un fuerte sentimiento de confianza que instintivamente nos hace saber que podemos fiarnos de nuestros padres, que ellos se ocuparán de cubrir nuestras necesidades básicas, de darnos cariño y protegernos. Si pensamos en nuestra pareja, la confianza pone los cimientos a toda la relación. Confiamos en que el otro esté a nuestro lado, sea el compañero o compañera que te sujeta, te anima o simplemente te calma. Por eso la traición duelo mucho, porque quiebra la confianza que se ha ido ganando y formando día a día, momento a momento.

La confianza es una poderosísima motivación, nos empuja y nos decide a actuar porque vivimos la certeza de que los demás no nos defraudarán. La desconfianza por el contrario puede retraer nuestra actividad, nos vuelve más taciturnos y temerosos, e incluso nos puede paralizar. Cuando alguien dice: “no me fío” se disparan un montón de alertas que nos hacen más vulnerables, empezando a analizar lo que puede fallar y sus consecuencias.

La confianza genera un enorme compromiso y una retención sólida. Si un producto o servicio cumple nuestras expectativas y no nos defrauda nos sentimos vinculados a su empresa o a su organización. Por el contrario cuando alguien simula unas condiciones que después no se dan nos sentimos burlados, decepcionados, y ese sentimiento suele ser persistente: “nos dieron gato por liebre” suele verbalizar un timo y a nadie le gusta sentirse vilmente engañado.

La decepción es una sensación desagradable y desalentadora de cara al futuro. La imagen de la estafa o la decepción experimentada rondará como un fantasma por nuestras cabezas.

La desconfianza tiene por tanto un gran elemento de sorpresa, nos sentimos muy contrariados al descubrir que “nos han dado el cambiazo”. Restituir lo que se ha quebrado es tarea ardua, salvo que se demuestre que existió un error o equivocación en el que no existió la mala fe. 


Las relaciones comerciales que establecemos se basan en la certeza de que la otra parte cumplirá con lo pactado, o con lo que le corresponda. Cuando compramos un producto confiamos en que los ingredientes que lo componen son los que aparecen en la etiqueta; cuando invertimos en un producto confiamos que nuestro dinero acabará en el sitio correcto; cuando alquilamos un piso confiamos que el inquilino tratará la propiedad con la diligencia debida.

La confianza se construye con el paso del tiempo, con las grandes y las pequeñas decisiones, con el día a día, cuidando mucho la relación. En el mundo de los negocios sabemos que un cliente que confía y cree en lo que le ofrecen hace una maravillosa publicidad, además gratuita. Y al revés, un cliente descontento, defraudado y falto de confianza lo pregonará a los cuatro vientos creando enorme recelo en los que le escuchan.


La confianza necesita reciprocidad, pedimos seguridad y certidumbre y sabemos que nosotros somos objeto del mismo sentimiento. La convicción de que el otro responderá es la misma que él tiene respecto a nosotros. Pero es frágil, tanto como el cristal. Se puede quebrar de un golpe fuerte y certero o ir rompiéndose poco a poco con pequeñas lesiones. 

Trabajar la confianza es rentable. Lo saben muchas marcas comerciales o negocios de todo tipo que hacen de ella su lema o razón de ser: “del caserío me fío”; “confianza: hemos abierto una cuenta al futuro” (Bankia); “tu aseguradora global de confianza (Mapfre)….

Wolkswagen ha quebrado de forma brutal y sorpresiva la confianza en una marca, afectando a un sector y hasta a la “marca Alemania”. Y es que a veces la avaricia rompe el saco, y no se miden las consecuencias poniendo a una marca solvente al borde del precipicio. 


Su lema era “Das Auto”. Ya no. La confianza es frágil como un cristal, y aunque se unan los trozos el resultado ya no es el mismo.


Publicado por May Ferreira.
Executive Manager de R&H Talento y Personas




Publicado el lunes, 5 de octubre de 2015 a las 23:04 por Juan Bueno

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lunes, 28 de septiembre de 2015

Una conversación durante una comida que a todos este verano nos pareció muy interesante.

Eramos ocho en la mesa, uno de los chicos que llevaba un día algo enfurruñado, más callado de lo habitual en él, y con pocas ganas de saltar olas, hacer un recorrido en bici por la Camocha o jugar un partido como siempre proponía; cuando habíamos pedido varias veces agua al camarero y este parecía resistirse, primero a atender la petición y luego a traerla, nos dijo con un tono contundente:

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-Soy a veces incapaz de aguantarme, me dan ganas de levantarme yo y….
Su madre rápidamente le interrumpió para decirle:
"No siempre pueden cuando tú lo deseas."
-Ya pero es como que me disparo, le contestó. A veces según me están saliendo las palabras de la boca, sé que no debería haber dicho o hecho algo, y me gustaría poder meterlas de nuevo en mi boca y tragarlas… pero ya no hay remedio.
Tuvimos que reírnos todos.

"Siempre has sido así muy de intervenir inmediatamente, le dijo su madre; recuerdo la vez en que se salía agua del radiador del coche y tu padre y yo mirábamos agachados buscando por donde se salía y con tres años te colaste entre los dos para decirnos con una lengua aún casi de trapo: “¡¡quitaros que ya lo miro yo!!”. Y sin más te tiraste al suelo a ver el radiador, mientras atónitos te mirábamos pensando si sabías qué era un radiador de coche"

Escenificando todo con una serie de gestos, ella nos hizo reír aún más a todos.

En ese mismo momento llegó el agua a la mesa, “Gracias estaba muriéndome de sed” dijo. No hubo respuesta por parte de quien la había traído, pero si más risas en la mesa.

"Deberías practicar en entender..."

No le dejó terminar
-Es que tú siempre entiendes a todos, y aguantas todo. Contestó de nuevo a su madre.

"Eso no es del todo cierto. A mi también a veces las cosas que no salen como deseo, me sacan de quicio. Sabes además que cuando me han hecho sentir mal durante tiempo, he tenido que hacer grandes esfuerzos por controlarme y no hacer un daño quizás irreparable. Pero me controlo y sobre todo dedico un tiempo a pensar en las consecuencias, para mi y para las personas que podrían verse afectadas si reacciono tan enfadada"

-Lo sé, pero a mi me parece que tendrías que haber demostrado...

Otro muchacho de la mesa salió en su defensa.

-No, no, ahí tiene razón. Si te dan caña, tu más caña.

- Yo he aprendido a aplicar la regla del 7 y es tremendamente eficaz: ¿Qué pensaré de esto dentro de siete días?, ¿Y dentro de siete meses?..¿Y dentro de siete años?. La importancia de algunas cosas desaparece. Yo me puedo aguantar sin sentirme tan mal. Siempre busco otra forma de verlo, y acepto que también pude equivocarme al esperar algo que no parece posible.

Cualquiera podría decir que lo que acabamos de leer es un tema de autocontrol, y es cierto, o de paciencia y también lo sería; pero el núcleo que esta situación está en la tolerancia a la frustración.

chiste frustracion
La tolerancia a la frustración se aprende, como casi todo, es cierto que hay temperamentos a los que les resulta más difícil ejercitarlo y necesitan echarle más esfuerzo, tiempo y técnicas que otros caracteres más serenos y analíticos, capaces de demorar la satisfacción o de buscar alternativas a los acontecimientos desagradables.

Albert Ellis fue uno de los primeros autores que trabajó este concepto. La baja tolerancia a la frustración está relacionada con dos aspectos:

  1. Una percepción exagerada, y errónea, de la situación que estamos viviendo.
  2. La creencia de que no podemos ni queremos vivir el malestar que estamos experimentando.
Las personas propensas a sentir ira, enfados o reaccionar de manera exagerada interpretan las situaciones de una forma bastante distorsionada, lo que incide directamente en mantener su irritabilidad.

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Para el Dr. Albert Ellis, estas personas tienen pensamientos, reglas y expectativas muy rígidas que regulan su vida. Una visión desproporcionada de los acontecimientos con verbalizaciones catastrofistas “es horrible”, “es terrible”, “es trágico”, “es un desastre” “no lo puedo consentir” “no lo aguanto”. 

Afirmaba además que la baja tolerancia a la frustración es una creencia irracional que se define como una incapacidad para aceptar las situaciones y a las personas como son, mediante la imposición de la creencia de que las cosas “deben” ser de una determinada manera, como yo creo, pero poco realista y objetiva, de ahí el adjetivo irracional.

La frustración forma parte de la vida y, aunque no podemos evitarla, podemos aprender a gestionarla y superarla… los tres pasos iniciales:

  • Diferenciar mis deseos y mis necesidades, evitando reaccionar a los primeros como si fueran necesidades orgánicas que requieren satisfacción y alivio inmediato.
  • Controlando los impulsos. Antes de hacer algo que pueda resultar perjudicial, pensar en los resultados que has obtenido cuando has reaccionado igual en circunstancias similares y en las posibles consecuencias no solo para uno mismo.
  • Aprendiendo a soportar el dolor y el malestar con buenos hábitos de autocontrol, evitando resolverlos de forma inmediata y compulsiva.

Así que, cuando se acabó el agua, tuvimos que volver a pedir otra jarra, pero ya no había tanta sed, pudimos esperar, había mucha gente en el restaurante a esa hora.

Dejo encima de la mesa para pensar que ... nada es, ni tan importante, ni tan necesario, ni tan imprescindible…

Publicado por Mila Guerrero.
Manager I+D+i de R&H Talento y Personas
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Publicado el lunes, 28 de septiembre de 2015 a las 13:04 por Juan Bueno

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miércoles, 9 de septiembre de 2015

Una famosa canción de hace algunas décadas decía: “el final del verano llegó y tú partirás…” y en efecto así es. La estación meteorológica aún tiene unas semanas por delante, pero lo cierto es que el verano entendido como espacio de asueto y vacaciones ya es para muchos de nosotros un recuerdo, aún cercano, que rememoramos constantemente. Todos repetimos (los que hemos podido disfrutar esas vacaciones) los viajes, el relax, la ausencia de horarios, los amigos, la playa, el chiringuito, los deportes, la aventura o esos planes que hemos preparado durante meses. 



Y en ocasiones todo ese periodo vacacional está un poco idealizado, y puede resultar un tanto frustrante. Incluso nuestros recuerdos están un poco edulcorados. No resulta muy apetecible reconocer ante los demás que el viaje de nuestros sueños no estuvo a altura de lo esperado; la familia un tanto hostil; la paella del chiringuito mediocre; o la relación con la pareja menos idílica de lo deseable. 

Pensaba en este tema hace un par de semanas oyendo un programa en la radio gallega sobre la búsqueda de la felicidad. Después de una hora de charla con los oyentes y alguna aportación más científica la conclusión era que casi permanentemente estamos persiguiendo la felicidad, esperando un estado placentero, de satisfacción y alegría, que nos imaginamos como poco cotidiano. En nuestro deambular soñador sobre esos estados de bienestar y gozo probablemente perdemos muchos momentos que pueden resultar absolutamente deliciosos, con los que sentirnos en la gloria.

En ese camino de incesante persecución de la felicidad Aristóteles afirmaba que ésta no se encontraba en la búsqueda de los placeres, sino en alcanzar una “teoría del equilibrio”y para lograrla “hay que practicar actos buenos, justos y equitativos”. Este planteamiento filosófico, como vemos, tiene más que ver con aspectos intrínsecos de la persona que con bienes o deseos materiales. En una interpretación mucho más prosaica no hay porque asociar estar en una hamaca frente al mar saboreando el refrescante gin tonic que me han servido con un momento placentero o feliz. Ese momento puede ser tremendamente desgraciado u oscuro. Seamos realistas. ¿no podemos alcanzar momentos de agrado, de gran complacencia en el trabajo? ¿qué sentimos entonces cuando nos aprueban un proyecto o cuando se valora un trabajo bien hecho? ¿qué mecanismo malévolo hace que asociemos el trabajo con una maldición y las vacaciones sólo con despreocupación y fortuna?

Un pensador actual como José Antonio Marina afirma: “la felicidad consiste en la armoniosa satisfacción de nuestras dos necesidades esenciales, la de disfrutar (faceta hedonista), y por otro lado, y aunque resulte paradójico, la de vivir en tensión”. En efecto el hombre necesita ser reconocido y valorado en lo que hace, saber que es útil, necesario, adecuado, creativo o bello.

Todo lo que hacemos busca la felicidad, nadie desea sentir dolor, sufrir o saberse frustrado. Queremos vivir con tranquilidad y alegría, disfrutando de lo que nos rodea y sin temer desgracias que nos acechen. Claro, es humano y lógico. Pero a veces tenemos un poco desenfocado el asunto.

De las chanclas a la corbata nos invita a reflexionar sobre lo que es esencial en nuestras vidas, sobre esos momentos de goce en los que nos podemos sentir muy afortunados, aunque nuestra economía esté maltrecha. Hay que disfrutar las pequeñas y las grandes cosas, todas aquellas que nos hagan sentir y vivir un momento grato, apacible, de los que provoca una sonrisa. Y esos se pueden producir en la playa o en la montaña, pero también en la oficina o en la fábrica, o en un paseo con la familia, o en una sobremesa con amigos, o en una conversación interesante o en un día de trabajo intenso con tu equipo, o cuando llegas a casa y simplemente aprecias el sonido y la luz de tu hogar.

Las vacaciones o un proyecto profesional están muy relacionadas con las construcciones mentales que nos hacemos al respecto. Esto significa que puedo imaginar un viaje maravilloso y lleno de experiencias interesantes o pensar más en las dificultades de organización o el choque que puedo experimentar en otras culturas. Tanto en uno como en otro caso mis recuerdos pueden ser positivos o negativos en función de cuáles eran mis expectativas. De igual forma puedo visualizar un proyecto profesional como un reto, creativo y dinámico y ese proceso puede anticipar momentos de felicidad intensa.

He disfrutado de unas buenas vacaciones, valorando la ausencia de despertador, el sol, el mar, la familia y tiempo para la lectura. Pero retomo ahora mi actividad profesional con ilusión y ganas de abordar proyectos. Guardo con una sonrisa mis chanclas y saco los zapatos de salón dispuesta a disfrutar todo lo que pueda del ocio y del trabajo. Porque la felicidad es también una cuestión de actitud.


Publicado por May Ferreira.
Executive Manager de R&H Talento y Personas


Publicado el miércoles, 9 de septiembre de 2015 a las 23:15 por Juan Bueno

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domingo, 23 de agosto de 2015

¿Por qué unos equipos triunfan donde otros fracasan?

Este eBook nos adentra en las claves que transforman un equipo de trabajo en un Equipo de Éxito.

Descárgate gratis el eBook: Equipos de trabajo orientados al éxito. Aquí


Los equipos de trabajo  representan más que la suma de las sinergias y habilidades de sus miembros. Se han convertido en pieza clave en la mayoría de las organizaciones. 

Su buen funcionamiento, más allá de ser una moda, es una necesidad.

¿Por qué unos equipos triunfan donde otros fracasan?

Publicado por Juan Bueno.
Managing Partner de R&H Talento y Personas



Publicado el domingo, 23 de agosto de 2015 a las 21:13 por Juan Bueno

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viernes, 17 de julio de 2015

Hemos tenido invitados en nuestra casa de Asturias, mejor dicho, no son invitados, son parte de nuestra familia. Estos días de vacaciones los hemos aprovechado para dar largos paseos por el campo, bañarnos y dejarnos arrastrar por las olas con la tabla y para disfrutar de más de una fabada. Lo curioso de estos días y que me ha animado a escribir es que hasta hace poco solo venía con dos hijos, universitarios, pero desde hace pocos meses hay una hija más, una pequeña niña nepalí.

Tras el terremoto de abril, acogieron a los pocos días a Sujatha, cuyos padres habían fallecido y su abuelo paterno la ha cedido de forma temporal, hasta que pueda regresar a su país con él.

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Para Sujatha, (creo que no he escrito bien el nombre y a la que llaman Susa), su primer destino fue Canadá donde vivían sus nuevos hermanos y su nueva madre, hasta que en junio regresaron a España como tenían previsto.

La pequeña hablaba nepalí al llegar a su nueva casa. Las palabras nepalíes provienen en su mayor parte del sánscrito, aunque tiene algunas palabras prestadas del árabe y del persa que llegaron a través del hindi y del urdu, por ejemplo, así se escribe "niña" en nepalí बच्चा. Sin embargo allí se hablaba casi todo en inglés y en algunos momentos en español. Y no se le complicó poco a Susa la vida cuando dos meses después aterriza en Madrid donde todo el mundo habla castellano y en sus primeras vacaciones, en la panadería, le dieron dos chucherías en bable. "Ah wajeeee, esti cosu como ye?…. Pánde vas, ho"

¿Cómo te puedes entender tan bien con ella? Le pregunté a su madre, ¿cómo sois capaces de tener esas conversaciones tan largas si tan solo lleva algo más tres meses contigo?, pero si hay un batiburrillo de palabras que es casi imposible saber de que se habla.

Es fácil, me dijo, hemos adoptado una forma de comunicarnos a través de dibujos simples hasta que pueda ir cogiendo el vocabulario y las formas lingüisticas necesarias. Todos en casa sabemos dibujar monigotes, así que cuando las palabras no nos funcionan, lo dibujamos, ella también, no hay apenas errores de comprensión.

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Estaban sin darse cuenta utilizando de forma natural una metodología de comunicación muy eficaz: VISULAL THINKING (pensamiento visual).

El pensamiento visual, es una forma de procesar información mediante el uso de dibujos. Con las imágenes se pueden identificar conceptos, definir problemas, buscar soluciones, encontrar relaciones entre conceptos... todo ello de una forma más sencilla que si usáramos el lenguaje oral.

El pensamiento visual funciona porque al ver una idea a través de los ojos, y no sólo de nuestra mente, estamos ampliando la capacidad para evidenciar lo que sólo a la mente le cuesta a veces evidenciar.

Muchas investigaciones han demostrado que algo más del 60% de las personas usamos la vía visual como medio preferente de aprendizaje. El sentido de la vista es uno de los más potentes en la percepción del mundo, siendo el responsable de hasta un 75% en la adquisición de la información dejando solo el 25% restante a otros sentidos.
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La vista es un sentido muy relevante y el lenguaje de las imágenes tiene un poder enorme para transmitir y comprender información, más que las palabras. Así la neurociencia explica que el pensamiento visual funciona porque el 80% de nuestro cerebro está diseñado para asimilar y procesar imágenes, y es capaz de mejorar la retención de cualquier información cuando estas están presentes. La Teoría de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner habla de una inteligencia espacial que estaría directamente relacionada con la capacidad de las personas para presentar ideas visualmente, crear imágenes mentales, percibir detalles visuales, dibujar y confeccionar bocetos.

La publicidad conoce bien todos estos conceptos y los usa para que sus clientes se vinculen a las marcas. Muchas empresas han incorporado en sus reuniones, en sus proyectos esta metodología como fórmula para mejorar no solo la comprensión, sino en la búsqueda de otras posibilidades que el lenguaje no permite comprender. En el mundo de la enseñanza empieza a existir una tendencia donde el uso de mayor número de imágenes y de menos palabras dan respuestas eficaces a las dificultades de aprendizaje relacionadas con los trastornos del lenguaje, como la dislexia, la disortografía, o el aprendizaje de idiomas.

¿Es complicado dibujar una idea o un concepto?
No, no lo es. Todos de pequeños hemos dibujado sin miedo, y solo cuando hemos incorporado el lenguaje lo hemos ido abandonando, pero todos podemos hacer monigotes, líneas, cuadrados, soles, estrellas, círculos, triángulos…. No se trata de dibujar la realidad de forma compleja como lo haría un artista, se trata de imágenes sencillas, simples y universales que se entienden en cualquier lugar del planeta. Un ocho con pies es una persona… También un circulo con una estrella... así de sencillo.



Estos son algunos ejemplos más.



¿Cómo convertir las ideas en imágenes?
Según Dan Roam, experto en visual thinking y autor del libro “Tu mundo en una servilleta” el proceso del Pensamiento Visual tiene estos sencillos pasos:

1. Mirar. Absorbemos la información visual, recopilamos y seleccionamos lo que nos encontramos frente a nosotros.
2. Ver. Seleccionamos lo que consideramos interesante y agrupamos esa información a través de las relaciones entre los elementos y pautas.
3. Imaginar. Interpretamos y manipulamos los elementos para descubrir nuevas pautas.
4. Mostrar. Cuando se encuentre una pauta y se comprenda, debe mostrarse a otras personas para obtener feedback.
Aunque el proceso no siempre es tan lineal, siempre es simple y reconocible.
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Susa, a la que sus hermanos y mis hijos han mimado en exceso estos días, además de ser muy lista y preciosa, y de encantarle las avellanas para sorpresa de su madre, dibuja a una velocidad supersónica cuando quiere que ella le lleve de nuevo en coche a recoger moras y arándanos y comer un helado de frutas del bosque con los chicos en el Malaín.

Hoy dejo encima de la mesa esa petición de Susa...

Publicado por Mila Guerrero.
Manager I+D+i de R&H Talento y Personas

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Publicado el viernes, 17 de julio de 2015 a las 18:31 por Juan Bueno

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lunes, 6 de julio de 2015

Descárgate gratis el eBook: Dueño de mi tiempo. Aquí

Un compendio de consejos y herramientas útiles para optimizar nuestro recurso más escaso: el tiempo, TU TIEMPO.



La clave no está en el tiempo de que disponemos, que es el mismo para todos, sino en lo que hacemos con ese tiempo, es decir, en cómo lo empleamos.

Para ser dueños de nuestro tiempo es preciso hacer las cosas que tenemos que hacer y hacerlas bien, lo cual introduce el concepto de eficiencia, es decir, lograr hacerlas con el menor coste posible, tanto en tiempo como en dinero.

Publicado por Juan Bueno.
Managing Partner de R&H Talento y Personas



Publicado el lunes, 6 de julio de 2015 a las 18:51 por Juan Bueno

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martes, 30 de junio de 2015

Hacía mucho tiempo que no iba de boda y el pasado fin de semana he estado en una. Para los novios no era la primera vez que se casaban, ya habían vivido esa experiencia hace años, sin embargo en este momento que ya has superado esos años intensos de juventud, pero se está en el mejor momento profesional y probablemente de madurez en casi todos los aspectos de tu vida, he visto las mismas emociones de la última boda a la que fui, aunque esa si era de dos jóvenes que empezaban y sellaban en ese momento su vida juntos.



Tengo que decir que la novia estaba muy guapa y el novio también, todos los que estábamos allí teníamos la sensación de ser parte de una historia bastante curiosa y hasta un poco precipitada que terminaba en boda. Ah! y el cóctel fue magnífico, sobre todo las croquetas, lo resalto porque parece que si no se dice algo así no es una buena boda. Pero de lo que quiero hablar en estas líneas es de como somos los protagonistas de gestionar nuestra felicidad. Desde que las primeras tribus se reunieron alrededor del fuego, la felicidad ha sido un tema de conversación interminable, con enfoques muy distintos. ¿Es la felicidad cuestión de genes? David Lykken, profesor de Psicología de la Universidad de Minnesota experimentando con gemelos concluyó que no solo es cuestión de una tendencia natural sino que está determinada y dependerá del modo en el que cada cual decida vivir las cosas que le van sucediendo en la vida.

adn ¿Depende de tener, conseguir cosas que deseo?, En su libro “Los mitos de la felicidad”, Sonja Lyubomirsky, profesora de Psicología de la Universidad de California, afirma que en la idea de ”seré feliz cuando…”, “o no seré feliz si..” , esos logros, aún cuando en principio sean muy gratificantes, no nos harán tan inmensamente felices, ni durante tanto tiempo como se cree, en seguida buscaremos otros a los que supeditar nuestra felicidad. Y consumiremos más tiempo persiguiendo otras cosas que disfrutando de las que ya tenemos. En la misma rutina diaria podemos encontrar esa tranquilidad, en los momentos más sencillos, poder disfrutarlos es lo que aporta calma, bienestar, serenidad y satisfacción a nuestra vida. Buscar la felicidad en el futuro me parece injusto para nosotros mismos, porque no valoramos lo conseguido hasta este momento, hasta el presente, y anhelamos algo que no tenemos, algo que, en ocasiones, ni siquiera sabemos qué es. Encontrar a alguien en un momento, retenerlo y disfrutar de esa ilusión, es una de esas oportunidades que cuando se nos presentan, podemos y deberíamos gozar, sin permitirnos escusas o dejaciones que nos enquisten en una vida desaliñada o en una secuencia de momentos apáticos. 

Viendo a los protagonistas de esa boda desde mi silla pude constatar que es en la propia vida, en los días, las horas, los minutos o segundos donde nos damos cuenta de que ese instante es único y vale la pena. Saber detectarlos, reconocerlos, acumularlos y deleitarlos es el primer paso. Me detuve en mirarlos abrazados, pegadas sus caras en un beso medio oculto bailando. Fue uno de esos instantes de felicidad. No había tensiones y estaban sonriendo casi constantemente, como si estuvieran dispuestos no solo emocional sino también físicamente a sentirse bien.
bailar de espaldas  
En un rincón del salón, hablando con ambos entendí que aunque en el camino que habían recorrido para estar juntos habían cometido algunos errores y habían tenido dificultades para poder llegar a esa pista de baile, se habían esforzado y habían sabido gestionar sus dudas y miedos, los resentimientos de exparejas y las quejas de sus hijos. Ya no había ni reproches, ni culpas, solo colaboración y mucho respeto de todos los personajes que habían estado de alguna manera en esa historia. Yo que había compartido algunas escenas de incertidumbre bastante teñidas de congoja y dolor, me parecieron lejanas y resueltas. Tal Ben-Shahar profesor de psicología positiva en Harvard y especialista en “felicidad”, diseña el camino para alcanzarla de esta manera:

  • Tener en cuenta que no siempre todo sale perfecto. Es mejor el optimalismo que el perfeccionismo. Siempre hay errores, reconocerlos y disculparse es una parte importante del camino.
  • Lo importante es disfrutar del viaje de la vida, no solo de la meta. Los momentos de ilusión son irrepetibles.
  • Aceptar las emociones, no todas son placenteras, pero todas son necesarias. Golda Meir decía “quien no sabe llorar de corazón, no sabe reír con él”.
  • Aceptar la realidad y apreciar el éxito de forma también realista. La autoestima es el cociente entre el éxito y las aspiraciones, “bastante bueno mi rendimiento”, o “bastante bien mis resultados” son palabras generadoras de felicidad.
  • Rodearse de gente buena, que te quiera y genere bienestar a tu alrededor.
  • Desterrar de tu vida a quien no te tiene en cuenta, te miente, te grita, te enjuicia, desprecia y ridiculiza tus puntos de vista o te prohíbe estar o hablar con quien te cuida y proporciona alegrías o ilusiones. Huye de los aduladores o de quien te anima al desquite, al rencor o la inquina y no desaproveches la ocasión para recordarte lo que te hace sentir incómodo.
felicidad
En aquella sala se cumplían en su totalidad todos los requisitos … no puedo más que desearles toda felicidad posible y que sepan apreciarla y saborearla. Yo también fui feliz en esa boda y me divertí mucho bailando con el novio, ambos son expertos en hacerte sentir bien. Y dejo encima de la mesa para pensar ... ¿en cual de los requisitos nos esforzamos menos?.  

Publicado por Mila Guerrero.
Manager I+D+i de R&H Talento y Personas
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Publicado el martes, 30 de junio de 2015 a las 12:28 por Juan Bueno

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