jueves, 23 de abril de 2015

Publicado por May Ferreira.
Executive Manager de R&H Talento y Personas

Me atrevo a hacer esa afirmación en femenino. Siempre he sostenido que el talento no depende del sexo que nos haya tocado en el reparto de genes. Y se trata de una afirmación empírica, o sea adquirida y refrendada con mis propias vivencias. Pero cuando hablamos de cuestiones de comunicación y comportamientos, ¡eso es otro cantar! Hombres y mujeres estamos destinados o condenados a entendernos (depende del prisma de cada uno). Pero los estilos, tanto privados como sociales, de unos y otros están muy alejados. Son muy diferentes.


Hace unas semanas celebramos en casa el cumpleaños de mi hija quinceañera. Durante muchos días antes estuvo pensando a quién invitaría a su fiesta, haciendo y rehaciendo la lista. Es una chiquilla muy sociable y podría juntar en su merienda un auténtico desmadre de adolescentes alterados. Asique ella misma decidió hacer una tarea de priorización. Pero no era cuestión baladí. 

Después de un laborioso trabajo de filtrado (amigas desde pequeñas, amigas “íntimas”, categoría de “mejores amigas”, amigas pero menos porque comparten la admiración por el mismo chico, y las “no-amigas) me planteó una lista razonable, que acepté. 

Sólo habíamos superado el primer escollo, cuando hubo que abordar el lugar de la fiesta, el horario, la comida (reconozco que en este aspecto aún es poco exigente, si está con sus amigos de verdad y comparten unas chuches están felices), si iban a poner música o no, llegó lo peor. “Mamá, ¿qué me voy a poner?”. Ciertamente era un aspecto peliagudo, porque tarea ardua resulta seleccionar un modelito entre un armario digno de cualquier estrella de Hollywood. A partir de la gran pregunta se desencadenó un amplio abanico de posibilidades : vaqueros ceñidos que resaltan la figura; minifalda vaporosa para lucir piernas; shorts con medias para dar una imagen moderna y glamurosa; camiseta ajustada o con la tripa al aire ( aunque la temperatura de marzo no animaba a enseñar ni los dientes). ¿por qué estilo podría optar? Cómodo, desenfadado, casual, monísimo, barroco… ¡qué terrible dilema! El wasap echaba humo con un constante intercambio de todas las posibilidades existentes con sus amigas, apoyadas en las fotos que mostraban los distintos looks.

El tema se complicaba a cada paso. Porque una vez decidido el look propio había que empezar a evaluar el del resto de las chicas y definir el conjunto global de todas ellas. Un Master en estilismo, ropa y complementos. Todo esto sin mencionar el capítulo “pelo”. Liso? Ondulado? Recogido en una coleta tirante que es muy fashion? Obviaré para no alargarme demasiado estar perfectamente depilada, ligeramente maquillada y risueña el día de la fiesta.

Cuando llega el día del cumpleaños les dejo puesta la merienda y me retiro discretamente, pensando que el marido de una gran amiga que es sociólogo debería estar allí para hacer un estudio sobre todo lo que yo estaba viendo. Las diferencias entre unos y otros eran evidentes. Aunque suene a topicazo. Ellas parecían alegres y desenfadadas, reían mucho y apenas comían. Los chicos se empujaban, se tiraban encima del balancín, hablaban poco y daban buena cuenta de sándwiches y pasteles.
Mi hija me enseñó con lágrimas en los ojos la felicitación que le había escrito una de sus amigas, de la categoría “amigas íntimas”. Supuse que le habría mandado algún emoticiono inspirador o algún dibujo. Nooo, tremendo error. El texto de la felicitación era larguiiiiiisiiiiimoooooo. No se trataba sólo de felicitarla. Decía más o menos así : “Carolina eres mi mejor amiga. Te quiero mucho. Me has ayudado en los peores y mejores momentos de mi vida. Recuerdo esos veranos que compartimos desde pequeña, en la piscina de la urbanización. Tu sonrisa iluminó muchas tardes, hablando y sonriendo”. Tu amistad es un pilar muy importante en mi vida…. Bla, bla. El texto continuaba ensalzando sus valores, la fuerza de su amistad, lo mucho que se querían, el apoyo mutuo… un par de páginas. Al final, muy al final decía “Feliz cumpleaños Carolina”. Uf me quedé sin aliento para poder leerlo.

En ese  momento sonó el teléfono de mi hija y eran dos de sus amigos (chicos) que no pudieron ir al cumple y la quería felicitar, haciendo gala de un verbo rico y variado. La transcripción e la conversación es ésta : “Oye Carolina soy Miguel, que muchas felicidades”. El mencionado Miguel se dirigió al otro amigo y le dijo : “Pablo, ven a felicitar a Carolina”. Se oye al susodicho Pablo a continuación que se pone al teléfono y dice : “Felicidades tía. Un beso”. Crack. Se acabó la conversación. Duración aproximada : 15 segundos. Más que suficiente, el mensaje había sido trasladado y recibido con total claridad. 

Por eso puedo afirmar que la comunicación sí es una cuestión de sexos. 

Casi al mismo tiempo que cumplía años mi hija lo hacía el hijo de mi mejor amiga (así, sin paliativos) y curiosa por el tema le pregunté que habían hecho para la celebración. Su respuesta fue: “Echar unas canastas y una hamburguesa en cualquier sitio con mis colegas”. Por supuesto no recibió ninguna felicitación almibarada ni rebosante de palabras cariñosas por wasap. La madre de Borja le dijo: “Dúchate y ponte ropa limpia antes de ir al cumple”. Su respuesta fue: “Vale”.

Felicidades hija, Felicidades Borja.

Publicado por May Ferreira.
Executive Manager de R&H Talento y Personas


Publicado el jueves, 23 de abril de 2015 a las 15:45 por Juan Bueno

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viernes, 17 de abril de 2015


Publicado por Mila Guerrero.
Manager I+D+i de R&H Talento y Personas



"Desde la ventanilla del avión he mirado Madrid y durante unos minutos he recordado estos dos años largos que he vivido y en el que me he tenido que reconstruir como un puzzle al que un golpe lo desmontó y pieza a pieza hay que rehacerlo en otra mesa distinta de la casa.
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"En otro país, dos traslados de ciudad, nuevo trabajo, nuevos amigos, regresos muy cortos con quienes me apoyaban desde muy lejos, hijos adaptándose a nuevas escuelas, nuevos hábitos. No reconoces durante meses lo cotidiano, como donde comprar el pan, que no es por supuesto una barra que desprende olor a harina tostada, hasta el coche es automático; y sin embargo lo que parece imposible no lo es. "En mis conversaciones con quien me ha apoyado incondicionalmente cada semana por skype, a esa hora en que no hay nadie por la casa, contaba aquellas sensaciones que muchas veces me habían dejado abatida durante el día, y siempre escuchaba la misma respuesta:

  • Eso ya ha pasado, no hay que revivirlo; no hay que olvidarlo porque te ha servido para aprender, pero sí aparcarlo.

"Y así lo iba haciendo. Cada jueves me hacía hablar de como sacar partido a cada cosa y ser consciente de lo que tenía, fijar la atención en el presente y sacar mis fortalezas para disfrutarlo, no hubo ningún día que no me arrancara una sonrisa por algo. Hasta cuando nos saltábamos la norma, era divertido.


  • Eres muy lista, hasta has conseguido que las lavandas crezcan en un país tan frío. Disfruta de esas nuevas sensaciones, de interesar de nuevo a alguien, de trabajar en otras cosas, de emplear más tiempo en eso que te gustaba mucho y tenías pendiente, el primer capitulo de tu libro es precioso, anticipa lo mejor. "A pesar de la desesperación que a veces me corroía, y deseaba volver a la casilla uno del parchís y hacerlo de otra forma, de nuevo me insistía.
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    Lo siento, el único camino es recuperarse. No podemos contemplar algunas opciones, ni siquiera un secuestro y traer a quien quieres, le seguirían y secuestrarían de nuevo amordazado.

"En este tiempo, he aprendido a incorporar un esquema de mi más positivo, sacar la serenidad, la templanza y el buen juicio en los momentos que perdía el rumbo. Me esfuerzo siempre en mantener la calma y dominar las emociones que me hacen sentir mal. Todos los días camino un rato para despejarme y pienso en algo bueno que me haya pasado. "Me han ayudado a interpretar los acontecimientos de manera más constructiva, con más humor y repetirme que todo lo que he vivido ha merecido la pena, pero que merece más la pena lo que estoy viviendo ahora. "Sigo abandonando creencias que me hacían sentir mal, y me obligo a descartar los pensamientos poco productivos. Sobre todos esos de 'si hubiera...' 'debería haber ... '. "Aunque me daba mucha pereza, cada jueves me repetían:

  • Sal y busca relaciones con otras personas que te hagan sentir bien, se tarda en hacer amigos pero merece la pena, divertirse es parte de la recuperación.

"Y así lo hacía. "Hoy puedo decir que estoy bien, creo que he aprendido a recuperarme como es debido, me tomo tiempo para disfrutar de lo que tengo y no invierto tiempo en lo que he perdido, ni caigo en la trampa de recriminarme o entristecerme. He reconstruido mi mejor versión y he descubierto facetas de mi misma que desconocía gracias a quien me ha acompañado en este periodo y también a quien he perdido pero me ayudó a verme de otra forma, así que he desarrollado más la gratitud. He dejado de lado lo que no es importante. He aprendido a decir "no" aquello que no me hace sentir bien.
IMG_1919 "Añoro algunas cosas, pero echo mano de los mejores recuerdos. De los que guardo en la memoria, de fotos, de correos que releo y saco de una carpeta especial, de libros que me regalaron y me gustaron y hasta de los que fueron aburridos pero regalados con cariño. De todo lo que me ha hecho sentir bien en muchos momentos. Me pongo muchas veces canciones que me alegran el día y tararero con Sam Cooke "What a Wonderful world". Vuelvo a ver películas que me encantan, “Tienes un e-mail”, "Barry Lyndon" o “Sonrisas y lágrimas”, están siempre a la vista por si acaso.

"Estos días cuando me han acompañado a hacer unas compras por Madrid y mis hijos con cara de un poco aburridos esperaban sentados con el iphone en la mano haciéndome fotos bastante bobas, no me he apresurado en terminar, me he tomado mi tiempo en mirar lo que quería o solo me gustaba aunque no fuera a comprarlo. Me he concedido que hagan un esfuerzo por mi y se lo he agradecido a los dos merendando tortitas con nata y chocolate. Somos muy afortunados."

IMG_1925 (2) La resiliencia es la capacidad para sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas. Cuando un sujeto o grupo es capaz de hacerlo, se dice que tiene una resiliencia adecuada, y puede sobreponerse a contratiempos o incluso resultar fortalecido por éstos.

Dejo encima de la mesa, en esta ocasión, la generosidad de quien lo ha compartido y mi agradecimiento por mostrarse así, de esta manera.


Mila Guerrero.
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Publicado el viernes, 17 de abril de 2015 a las 13:28 por Juan Bueno

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viernes, 10 de abril de 2015

Publicado por May Ferreira.
Executive Manager de R&H Talento y Personas

Tercera entrega de una Historia de Liderazgo, protagonizada por el Gran Ogro Pepe.
Para ver los capítulos anteriores:

La Escuela era un edificio situado dentro de un complejo grande en el que también se encontraba un elegante pabellón con los dormitorios de los alumnos y las zonas de ocio: biblioteca y sala de juegos. El recinto estaba amurallado y rodeado de un hermoso jardín que con los primeros rayos de sol de aquella temprana primavera lucía en todo su esplendor. El lugar transmitía paz y sosiego. 



El Director de la Escuela, Basilio Estímulo, daba la bienvenida a los asistentes a esa nueva edición del Curso El Líder Coach, que prometía ser de las más interesantes por la personalidad de sus alumnos. Para él, cada nueva ocasión era un reto dirigido a conseguir que esos directivos se convirtieran en líderes transformadores.

Amelia Lince, ejecutiva en una multinacional del sector de la hostelería miraba a su alrededor captando con una rápida mirada todo lo que le rodeaba. Estaba expectante ante el curso y decidida a aprovecharlo al máximo. No tenía tiempo que perder y era exigente con ella y con los demás.

Pepe salía de su habitación caminando con grandes zancadas y se dirigía hacia la zona de las aulas. Mascullaba para sus adentros “¿por qué rayos me he dejado convencer para participar en esta tontería? si no me gusta hago la maleta y me voy”, cuando se cruzó con la secretaria del centro, la Srta. Puri Gran Tesón que con una enorme sonrisa le dijo: “Buenos días Gran Ogro Pepe. Espero que disfrute y aprenda mucho como Líder Coach”. Pero Pepe, sin responder al saludo apretó el paso y siguió mascullando. Puri le vio alejarse mientras pensaba “poco a poco Gran Ogro, los grandes caminos se hacen desde el primer paso”.

Estaban todos tomando asiento en el aula cuando se oyó un golpe seco y un hombre sesentón, regordete y con unas enormes gafas de miope entró tropezando. De forma aturullada saludó al profesor, el Sr. Manuel Paradigma, y se presentó, “perdón, me he perdido soy Rogelio Papamoscas”.  Ocupaba el puesto de Director de Talento en una importante constructora bastante lastrada por la crisis.

El Gran Ogro Pepe con gesto enfadado escuchaba palabras que mencionaba el Sr. Paradigma sobre los objetivos del curso como liderar, estimular, o movilizar y aquello le sonaba a cantos celestiales. “mano dura es lo que vale” pensaba para sus adentros.

El primer día transcurrió deprisa entre conocer un poco a sus compañeros y las primeras explicaciones y ejercicios del programa. Los otros alumnos eran un tipo atractivo y un poco chulesco, llamado Federico Tarambana que dirigía una empresa familiar de ferretería, líder en el sector. Pepe decidió en su subconsciente que este compañero no le gustaba nada. Puso en marcha su sistema de ideas preconcebidas y pensó que trataría de evitar trabajar con él. La otra mujer del grupo era Angelita Calamidad, una mujer de mediana edad y aspecto afable aunque su fama le precedía, ya que se dedicaba a cerrar empresas en situaciones financieras comprometidas y “salvar los muebles”, como ella misma afirmaba. En ese momento estaba saneando una compañía aérea de bajo coste.

El último alumno era Paco Sagaz, Director General de una multinacional del sector alimenticio y sumamente interesado en cualquier novedad en materia de personas que le ayudara en su cometido. Pepe pensó que Paco sería un buen compañero de ejercicios, despierto y listo, aunque tal vez un poco blandengue.

Al final de la primera jornada para la sorpresa del Gran Ogro Pepe ésta había sido muy dinámica. El formador, el Sr. Paradigma apenas dedicaba unos minutos a hacer una exposición de los conceptos y enseguida les ponía a trabajar en pequeños grupos. Al principio se trataba de ejercicios bastante simples, que exasperaban al impaciente Pepe, pero poco a poco éstos iban ganando en complejidad y casi sin darse cuenta su interés iba aumentando.

Aún así Pepe seguía protestando en cada ocasión que se le presentaba; se oponía con furia a ciertos argumentos de sus compañeros y se quejaba por no poder imponer su criterio. Amelia Lince ejercía un rol muy mediador, cuando las posiciones en una dinámica o supuesto eran muy dispares.

El primer día de trabajo concluyó con una cena muy animada, de constante conversación entre todos, incluido el Dr. Basilio Estímulo que se unió a ellos para departir amablemente. Pepe era el más taciturno del grupo, nunca tomaba la iniciativa en la conversación y casi mascullaba más que exponía sus opiniones.


La segunda jornada empezó de forma sorpresiva para todos con la propuesta del nuevo profesor, el Sr. Alfonso Idea que les explicó lo que era el storytelling y les impuso como tarea escribir una pequeña historia, a modo de cuento, sobre cada uno de sus equipos. Pepe desaprobó de forma insistente esa tarea: “no he venido aquí para escribir historietas” criticaba abiertamente. Sin embargo cuando comprobó que todos sus compañeros se afanaban en la escritura, a regañadientes empezó a escribir unas líneas.  Le tocó a Rogelio Papamoscas leer en alto la suya. Este relató cómo pasó momentos muy duros intentando enderezar el rumbo de una empresa constructora, teniendo que prescindir de personas que habían dedicado media vida a trabajar en ella. Se le humedecieron los ojos con el relato cuando añadió cómo el resto del equipo directivo se volcó en transmitir seguridad y una comunicación clara para los trabajadores que se quedaban. Todos le escucharon con un respetuoso silencio y a continuación el Sr. Alfonso Idea les ayudó a analizar las competencias que eran necesarias en esos momentos de crisis y reorganización. El ejercicio concluyó con la sugerencia del profesor de compartir entre todos sus relatos, y así lo hicieron. El Ogro Pepe se sintió un poco avergonzado porque apenas había escrito tres líneas sobre su equipo. Los demás le dirigieron una mirada reprobatoria. Pepe dijo “lo que tienen que hacer es trabajar duro y ya está”.

Ese día, tras la cena todos pasaron a la biblioteca a tomar un copa mientras charlaban sobre sus equipos, relatando mil y una anécdotas. Pepe pensó que él apenas tenía cosas que compartir porque sólo le interesaban sus empleados, pero no las personas que trabajaban con él.



Continuará…..

May Ferreira


Publicado el viernes, 10 de abril de 2015 a las 13:28 por Juan Bueno

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martes, 31 de marzo de 2015









Publicado por May Ferreira.
Executive Manager de R&H Talento y Personas


A lo largo de la historia son numerosas las revoluciones que han vivido diferentes generaciones y todas las culturas. Y todas han supuesto una ruptura con lo anterior y un enorme salto, en ocasiones, sin red conocida. En este momento sentimos estar viviendo un momento único, vertiginoso, caracterizado por la velocidad de los cambios y unos perfiles profesionales cada vez más preparados y conocedores de múltiples disciplinas. Es la era digital.


Sin embargo si echamos la vista atrás son impactantes también algunos de los cambios e innovaciones ocurridos en otras épocas. Pensemos en la revolución industrial, que supuso el salto de una producción y consumo artesanal a un consumo masivo a través de la incorporación de la maquinaria. ¡qué transformación tan enorme en la sociedad! ¿y qué me decís de la llegada de Neil Amstrong a la luna o la imprenta de Gutenberg que permitía editar y publicar libros para hacer del conocimiento algo universal? ¡o la penicilina de Fleming que tantas vidas ha salvado? 

El cambio no lo hemos inventado nosotros. La humanidad está en permanente metamorfosis, experimentando transformaciones e innovaciones constantes. Casi de forma constante oigo que nuestra era es la del giro más brutal, la del cambio más absoluto. Entiendo que lo sentimos así porque es la que nos ha tocado vivir y admito que la generación de nuestros hijos es la de la inmensa pirueta digital. Si ya mi generación es la del impulso tecnológico, los jóvenes de ahora, los denominados “millennials” son los autores de una verdadera acrobacia.

¡quién no recuerda la famosa película Casablanca y la frase de Humpfrey Bogart: “tócala otra vez Sam”. Esta prole de la que hablo la toca constantemente, pero no la pieza al piano, sino la tecla. Son la gente de los teclados, de lo digital, hacen auténticas coreografías con los dedos. Desde bebés aprenden a hacer el movimiento que requiere un móvil o una Tablet para pasar de pantalla antes que a pedir agua o llamar a mamá. Eso hace Hugo, Daniel, Pablo, Alejandro, Lucía, María o Daniela. Esos niños que cuando empiezan al cole tienen ordenadores para hacer ejercicios y profundizar en el aprendizaje o pantallas interactivas para ayudar al estudio de un idioma. Son esos mismos los que desconocen para qué sirve una agencia de viajes porque los billetes de avión o los hoteles se reservan en internet. Son Jorge, Martina, Julia o Alvaro que cuando se van a hacer un intercambio fuera de nuestro país están permanentemente conectados con sus padres por Skype, wasap o cualquier otra aplicación. Es esa misma generación que está acostumbrada a acceder a muchas cosas de forma gratuita a través de la red : herramientas, contenidos, información, contactos, etc.

Mi sobrino veinteañero, ingeniero, cerebrito y formado como lo tienen que estar ahora para ser competitivos, desarrolló en su proyecto final de carrera una aplicación para ayudar a los pacientes de daño cerebral sobrevenido a recuperar sus funciones básicas. ¿sabéis cómo? Pues a través del móvil, ese aparato que se ha universalizado y que se ha convertido en imprescindible. 

“Tócala otra vez Lucía, Hugo, Daniel” y “tócala siempre”, pero ¿qué más nos tendrá reservada esta era digital?

Ese aprendizaje que es innato en los millennials ha dado lugar a una interesante herramienta de desarrollo y aprendizaje, que es el Reverse Mentoring, que pone patas arriba el status quo tradicional, e invierte los roles. Son los jóvenes tecnológicos y digitales hasta la médula los que nos enseñan a los que gozando ya de cierta seniority en lo profesional somos algo más ignorantes en lo digital.

Tócala otra vez para mí, Sam”, “enséñame a tocarla”.

May Ferreira



Publicado el martes, 31 de marzo de 2015 a las 1:28 por Juan Bueno

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viernes, 27 de marzo de 2015



Mi experiencia en la implantación de programas de “Gestión del tiempo y productividad” me ha llevado a dos claras conclusiones: Es unánime la preocupación de trabajadores y directivos reflejada en la expresión “no tengo tiempo”; y son muy “agradecidos” (si me permitís expresión tan coloquial) dichos programas. El motivo del éxito de éstos es la convicción de la importancia del tiempo en la vida actual. Son también numerosas las personas que afirman que “el tiempo es oro”, aunque yo creo que el tiempo es vida. Y la vida es lo más valioso que tenemos. De modo que no es cuestión baladí empezar a distinguir entre lo importante y lo urgente.

Una adecuada gestión del tiempo es así mismo un ejercicio de respeto por los demás: su tiempo es tan valioso como el mío. Y es un elemento a tener en cuenta en la productividad de un equipo. Una correcta planificación del tiempo y sus prioridades, se traduce en una competencia técnica y profesional altamente reconocida en las organizaciones.

Según datos de un estudio al que nos referiremos posteriormente, a pesar de dedicar a nuestro trabajo una media que supera las 9 horas diarias,  nuestra productividad real apenas alcanza las 6 horas. Y esta situación debe ser objeto de un concienzudo análisis. Porque antes de planificar hay que averiguar en qué estoy empleando mi tiempo y cuánto me reporta esa utilización.
Ese imprescindible análisis sobre a qué dedico mi tiempo lleva aparejado algunas recetas infalibles:
Ocupar las horas más productivas del día en las tareas que requieren más esfuerzo, concentración o capacidad cognitiva. Eso depende de cada uno de nosotros, pero en general las primeras horas de la mañana, si van precedidas de un sueño reparador, suelen ser las idóneas. Porque ese es un elemento importante: la falta de sueño o la duración inadecuada de nuestras horas de descanso incide en nuestra capacidad de rendimiento. Y ya lo hemos dicho antes, de poco me sirve estar en mi puesto de trabajo diez horas si apenas rindo cinco o seis. Eso sólo contribuirá a agotarme física y mentalmente.

Las horas son las mismas para nosotros que para grandes directivos, investigadores, científicos o empresarios. No nos engañemos. El problema no es “me falta tiempo”, es que tengo un cierto lío con mis tareas y su jerarquización.
¿Trabajas por impulsos o te preocupas por fijar objetivos? Anuales, mensuales, semanales, diarios…. Pues esa tarea es ineludible, y cuando hayas interiorizado que hay que hacerlo ya no podrás vivir en el caos y la improvisación
Un estudio sobre Tiempo y Productividad publicado por Work Meter confirma, por ejemplo, que consultamos el mail unas 35 veces al día lo cual supone la cuarta parte de nuestra jornada laboral!!!!! Las interrupciones están entre las 50 y 60 diarias y lo más grave es que tras ser interrumpidos necesitamos entre 2 y 3 minutos para estar de nuevo concentrados al 100%. Según ese mismo estudio,  el coste de todos esos ladrones de tiempo está valorado en más de 8.000 euros por empleado y año. Los datos hablan por sí solos.
Inadecuada gestión del mail, pérdida de tiempos en reuniones poco fructíferas, compañeros que nos interrumpen sin descanso. Y todo esto sin haber mencionado todavía cómo nuestro trabajo invade otras esferas de nuestra vida que deberían estar más protegidas. Que tire la primera piedra quién no atiende llamadas desde su casa después de la cena, quien no mira de cuando en cuando el mail los fines de semana como si el futuro de la Empresa dependiera exclusivamente de nosotros o quien se ha levantado de una comida o ha salido de un curso para atender una llamada.  
Otro ladrón de tiempo, aunque este de tipo interno, es la actitud de procastinar (es decir aplazar, postergar algo que tenemos que hacer) y que tampoco nos ayuda. Este ladrón de guante blanco viene muy determinado por nuestra actitud ante el trabajo y nuestra personalidad. En este caso, si un comportamiento procastinador nos perjudica hay que echar mano del sabio refranero español “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.

Planificar y visualizar con anticipación la globalidad de nuestras tareas nos permitirá centrarnos en el core business de nuestra actividad, desechando las tareas improductivas o delegables.

Planteo también para la reflexión un estudio de la Universidad de Stanford que explica las disfunciones que genera la llamada “multitarea” (atendemos varios temas a la vez y todos con alta exigencia), disminuyendo nuestra capacidad de concentración y la calidad del trabajo realizado, al existir muy poca orientación al detalle. Ese estudio afirma que la multitarea es sólo un recurso en casos especiales, pero no un modo de trabajar adecuado. Y sin embargo miro a mi alrededor y me parece estar rodeada por muchos y muchas multitareas permanentes. ¿Estaremos poniendo el foco en el lugar equivocado?

Otro error bastante común es la asignación mal calculada  de tiempos a los trabajos que tenemos encomendados y que debería ser lo más realista posible, para evitar la Ley de Parkinson que dice “se tarda tanto en terminar un trabajo como tiempo se tiene para ello”.
Por último me gustaría recordar la necesidad de reservar momentos para pensar y reflexionar. No sólo hay que ejecutar. Pensar nos permite innovar y mejorar, elementos básicos de la competitividad.

Y cuidado, revisa tu personalidad y tu forma de actuar. Si tienes un perfil controlador o paternalista, lo tienes un poco más difícil. Tus jornadas podrán ser muy largas si necesitas supervisar en todo a tu equipo porque no te fías de ellos o porque asumes tareas que no son tuyas.

Yo valoro enormemente mi tiempo y me gusta ser su dueña. Es bueno para mí y para los que me rodean. Y tú, ¿quieres ser dueño de tu tiempo?

May Ferreira





Publicado el viernes, 27 de marzo de 2015 a las 9:32 por Juan Bueno

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lunes, 23 de marzo de 2015

Es posible entrenar la gestión de las emociones. 
Esa adecuada gestión se convertirá en una útil herramienta vital.

Descubre las 9 claves para identificar y gestionar las EMOCIONES.




Juan F. Bueno


Publicado el lunes, 23 de marzo de 2015 a las 0:08 por Juan Bueno

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sábado, 21 de marzo de 2015

Llevamos varias sesiones un cliente y yo trabajando para reducir sus conductas obsesivas y de ansiedad que le tienen bastante desajustado emocionalmente.



Cuando el viernes  estaba recogiendo las cosas del despacho para irme a casa, he recibido un sms de un amigo dándome una noticia sobre la nueva pareja de su exmujer y hablándome con una buena carga de ansiedad y reiteración sobre lo que debería haber hecho mejor muchos meses atrás. Y volviendo a casa caminando he visto a una joven con el móvil en la mano gimoteando mientras decía … “no lo he hecho muy bien…”.

Creo que no estamos acostumbrados a oir una frase que tiendo a repetir con frecuencia a este cliente y a casi todos…”todo el sufrimiento y la agitación emocional de la que te quejas son innecesarios y además va contra la ética personal. El coste de provocarse sentimientos de hostilidad, decepción, rabia o tristeza, obsesión y hasta de autocompasión, llevan un coste, un esfuerzo y desperdicio innecesario, ¡qué despilfarro! no solo para ti sino para tu entorno, y además un auténtico sabotaje a la felicidad”.

Recuerdo que esto tambien se lo dije comiendo un día a una persona que estaba sufriendo mucho porque me insistía con cierta desesperación que a quien ella quería, no entendía el sacrificio que hacía alejándose para que no sufriera más, ni todos los que estaban a su alrededor. Yo no dejaba de sorprenderme con aquellas palabras que salían por su boca … “pero es que el niño es aún pequeño”, “pero es que la madre es mayor”, “es que el lio que se va a armar”, “es que el miedo a que luego no resulte todo lo bien que quiero”, “pero es que yo no lo he hecho como debía” …así, seguí escuchando eso de “como no lo he hecho tan bien como podría haberlo hecho, me merezco ahora sufrir las consecuencias…” ¡Qué de irracionalidad había en esa mente tan matemática y analítica que trabajaba con circuitos y conexiones IP!! y parecía que aquel crêpe de espinacas y pollo no la mejoraban en nada.

Creencias irracionales que dominan nuestra mente. Sentimos como pensamos.

Pensamientos saludables o insensatos generan sentimientos de ese calibre. No nacemos con pensamientos, sentimientos ni conductas específicas, las aprendemos, y las aprendemos de nuestro entorno más cercano. Y es más, podemos observarlos, revisarlos y modificarlos.

PRIMERA CREENCIA PARA SABOTEAR  LA FELICIDAD

“Siempre tengo que actuar de una manera competente”




De lo menos realista este pensamiento. Como ser humano con cierta capacidad de elección, optas, escoges y a veces mal, la fiabilidad de una decisión “nunca” es “siempre” certera, ni en la ciencia ni en ningún otro campo, ¿por qué exigírtelo entonces a ti mismo?. Siento comunicar que es bastante ilogico pensar que eres sobrehumano y puedes ser siempre competente en todo, no lo eres. Es más, así siempre te exigirás más y te cargarás de más ansiedad poco a poco para ser cada vez más competente y llegarás a un estado de desajuste emocional por ese camino.

¿Demuestra esta creencia que por tenerla obtendré buenos resultados?, pues no, lo siento mucho pero no, aunque actúes siempre de forma competente puedes obtener malos resultados, porque otros pueden a pesar de todo tener celos de ti, intentar hacerte daño, comportarse de forma muy desajustada o injusta, dañarte y hasta castigarte, y además no comprender o compartir los mismos criterios de buenos resultados o pueden no ser conscientes de esa eficiencia y esperar otros finales que les vengan mejor.

A mis clientes siempre les digo que revisen esta creencia que se convierte en  el caldo de cultivo de su malestar o sufrimiento, y que sigan estas pautas de análisis:

¿es realista esto que pienso?
¿es lógica esta creencia?
¿puedo demostrarla o puedo falsearla?
¿tiene sentido mantenerla?
¿demuestra esta creencia que el universo tiene una ley de merecimiento o inmerecimiento?
¿seré menos feliz si la mantengo?….

Aquella conversación que tras el crêpe de espinacas finalizó con una tarta de queso y un comentario mío de: ¡Que ganas de sufrir tienes hoy!, ¿has pensado que quizás eso que dices que es lo adecuado, lo que debe ser, otros pueden pensar que es una idiotez, y están esperando una cosa distinta?.

Apartó el plato con la tarta, dejó la cucharita y con un suspiro muy profundo soltó: ¡Ay que lío tengo entre lo que quiero hacer y creo que debo hacer!. Y llamando al camarero pidió sorprendentemente una gaseosa, yo esperaba como mínimo algo más contundente que le hiciera entrar en razón.


Dejo en la mesa para pensar …  no hay escusas para no hacerlo y ser más feliz.

La suprema felicidad de la vida es saber que eres amado por ti mismo o, más exactamente, a pesar de ti mismo. (Víctor Hugo)

Mila Guerrero
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Publicado el sábado, 21 de marzo de 2015 a las 21:58 por Juan Bueno

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