
miércoles, 9 de septiembre de 2015
Una famosa canción de hace algunas décadas decía: “el final del verano llegó y tú partirás…” y en efecto así es. La estación meteorológica aún tiene unas semanas por delante, pero lo cierto es que el verano entendido como espacio de asueto y vacaciones ya es para muchos de nosotros un recuerdo, aún cercano, que rememoramos constantemente. Todos repetimos (los que hemos podido disfrutar esas vacaciones) los viajes, el relax, la ausencia de horarios, los amigos, la playa, el chiringuito, los deportes, la aventura o esos planes que hemos preparado durante meses.
Y en ocasiones todo ese periodo vacacional está un poco idealizado, y puede resultar un tanto frustrante. Incluso nuestros recuerdos están un poco edulcorados. No resulta muy apetecible reconocer ante los demás que el viaje de nuestros sueños no estuvo a altura de lo esperado; la familia un tanto hostil; la paella del chiringuito mediocre; o la relación con la pareja menos idílica de lo deseable.
Pensaba en este tema hace un par de semanas oyendo un programa en la radio gallega sobre la búsqueda de la felicidad. Después de una hora de charla con los oyentes y alguna aportación más científica la conclusión era que casi permanentemente estamos persiguiendo la felicidad, esperando un estado placentero, de satisfacción y alegría, que nos imaginamos como poco cotidiano. En nuestro deambular soñador sobre esos estados de bienestar y gozo probablemente perdemos muchos momentos que pueden resultar absolutamente deliciosos, con los que sentirnos en la gloria.
En ese camino de incesante persecución de la felicidad Aristóteles afirmaba que ésta no se encontraba en la búsqueda de los placeres, sino en alcanzar una “teoría del equilibrio”y para lograrla “hay que practicar actos buenos, justos y equitativos”. Este planteamiento filosófico, como vemos, tiene más que ver con aspectos intrínsecos de la persona que con bienes o deseos materiales. En una interpretación mucho más prosaica no hay porque asociar estar en una hamaca frente al mar saboreando el refrescante gin tonic que me han servido con un momento placentero o feliz. Ese momento puede ser tremendamente desgraciado u oscuro. Seamos realistas. ¿no podemos alcanzar momentos de agrado, de gran complacencia en el trabajo? ¿qué sentimos entonces cuando nos aprueban un proyecto o cuando se valora un trabajo bien hecho? ¿qué mecanismo malévolo hace que asociemos el trabajo con una maldición y las vacaciones sólo con despreocupación y fortuna?
Un pensador actual como José Antonio Marina afirma: “la felicidad consiste en la armoniosa satisfacción de nuestras dos necesidades esenciales, la de disfrutar (faceta hedonista), y por otro lado, y aunque resulte paradójico, la de vivir en tensión”. En efecto el hombre necesita ser reconocido y valorado en lo que hace, saber que es útil, necesario, adecuado, creativo o bello.
Todo lo que hacemos busca la felicidad, nadie desea sentir dolor, sufrir o saberse frustrado. Queremos vivir con tranquilidad y alegría, disfrutando de lo que nos rodea y sin temer desgracias que nos acechen. Claro, es humano y lógico. Pero a veces tenemos un poco desenfocado el asunto.

Las vacaciones o un proyecto profesional están muy relacionadas con las construcciones mentales que nos hacemos al respecto. Esto significa que puedo imaginar un viaje maravilloso y lleno de experiencias interesantes o pensar más en las dificultades de organización o el choque que puedo experimentar en otras culturas. Tanto en uno como en otro caso mis recuerdos pueden ser positivos o negativos en función de cuáles eran mis expectativas. De igual forma puedo visualizar un proyecto profesional como un reto, creativo y dinámico y ese proceso puede anticipar momentos de felicidad intensa.
He disfrutado de unas buenas vacaciones, valorando la ausencia de despertador, el sol, el mar, la familia y tiempo para la lectura. Pero retomo ahora mi actividad profesional con ilusión y ganas de abordar proyectos. Guardo con una sonrisa mis chanclas y saco los zapatos de salón dispuesta a disfrutar todo lo que pueda del ocio y del trabajo. Porque la felicidad es también una cuestión de actitud.
Publicado por May Ferreira.
Executive Manager de R&H Talento y PersonasPublicado el miércoles, 9 de septiembre de 2015 a las 23:15 por Juan Bueno
domingo, 23 de agosto de 2015
¿Por qué unos equipos triunfan donde otros fracasan?
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Los equipos de trabajo
representan más que la suma de las sinergias y habilidades de sus
miembros. Se han convertido en pieza clave en
la mayoría de las organizaciones.
Managing Partner de R&H Talento y Personas
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Su buen funcionamiento, más allá de ser una
moda, es una necesidad.
¿Por qué unos equipos triunfan donde otros fracasan?
Publicado por Juan Bueno.
Publicado el domingo, 23 de agosto de 2015 a las 21:13 por Juan Bueno
viernes, 17 de julio de 2015
Hemos tenido invitados en nuestra casa de Asturias, mejor dicho, no son invitados, son parte de nuestra familia. Estos días de vacaciones los hemos aprovechado para dar largos paseos por el campo, bañarnos y dejarnos arrastrar por las olas con la tabla y para disfrutar de más de una fabada. Lo curioso de estos días y que me ha animado a escribir es que hasta hace poco solo venía con dos hijos, universitarios, pero desde hace pocos meses hay una hija más, una pequeña niña nepalí.
Tras el terremoto de abril, acogieron a los pocos días a Sujatha, cuyos padres habían fallecido y su abuelo paterno la ha cedido de forma temporal, hasta que pueda regresar a su país con él.
Para Sujatha, (creo que no he escrito bien el nombre y a la que llaman Susa), su primer destino fue Canadá donde vivían sus nuevos hermanos y su nueva madre, hasta que en junio regresaron a España como tenían previsto.
La pequeña hablaba nepalí al llegar a su nueva casa. Las palabras nepalíes provienen en su mayor parte del sánscrito, aunque tiene algunas palabras prestadas del árabe y del persa que llegaron a través del hindi y del urdu, por ejemplo, así se escribe "niña" en nepalí बच्चा. Sin embargo allí se hablaba casi todo en inglés y en algunos momentos en español. Y no se le complicó poco a Susa la vida cuando dos meses después aterriza en Madrid donde todo el mundo habla castellano y en sus primeras vacaciones, en la panadería, le dieron dos chucherías en bable. "Ah wajeeee, esti cosu como ye?…. Pánde vas, ho"
¿Cómo te puedes entender tan bien con ella? Le pregunté a su madre, ¿cómo sois capaces de tener esas conversaciones tan largas si tan solo lleva algo más tres meses contigo?, pero si hay un batiburrillo de palabras que es casi imposible saber de que se habla.
Es fácil, me dijo, hemos adoptado una forma de comunicarnos a través de dibujos simples hasta que pueda ir cogiendo el vocabulario y las formas lingüisticas necesarias. Todos en casa sabemos dibujar monigotes, así que cuando las palabras no nos funcionan, lo dibujamos, ella también, no hay apenas errores de comprensión.

Estaban sin darse cuenta utilizando de forma natural una metodología de comunicación muy eficaz: VISULAL THINKING (pensamiento visual).
El pensamiento visual, es una forma de procesar información mediante el uso de dibujos. Con las imágenes se pueden identificar conceptos, definir problemas, buscar soluciones, encontrar relaciones entre conceptos... todo ello de una forma más sencilla que si usáramos el lenguaje oral.
El pensamiento visual funciona porque al ver una idea a través de los ojos, y no sólo de nuestra mente, estamos ampliando la capacidad para evidenciar lo que sólo a la mente le cuesta a veces evidenciar.
Muchas investigaciones han demostrado que algo más del 60% de las personas usamos la vía visual como medio preferente de aprendizaje. El sentido de la vista es uno de los más potentes en la percepción del mundo, siendo el responsable de hasta un 75% en la adquisición de la información dejando solo el 25% restante a otros sentidos.
La vista es un sentido muy relevante y el lenguaje de las imágenes tiene un poder enorme para transmitir y comprender información, más que las palabras. Así la neurociencia explica que el pensamiento visual funciona porque el 80% de nuestro cerebro está diseñado para asimilar y procesar imágenes, y es capaz de mejorar la retención de cualquier información cuando estas están presentes. La Teoría de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner habla de una inteligencia espacial que estaría directamente relacionada con la capacidad de las personas para presentar ideas visualmente, crear imágenes mentales, percibir detalles visuales, dibujar y confeccionar bocetos.
La publicidad conoce bien todos estos conceptos y los usa para que sus clientes se vinculen a las marcas. Muchas empresas han incorporado en sus reuniones, en sus proyectos esta metodología como fórmula para mejorar no solo la comprensión, sino en la búsqueda de otras posibilidades que el lenguaje no permite comprender. En el mundo de la enseñanza empieza a existir una tendencia donde el uso de mayor número de imágenes y de menos palabras dan respuestas eficaces a las dificultades de aprendizaje relacionadas con los trastornos del lenguaje, como la dislexia, la disortografía, o el aprendizaje de idiomas.
¿Es complicado dibujar una idea o un concepto?
No, no lo es. Todos de pequeños hemos dibujado sin miedo, y solo cuando hemos incorporado el lenguaje lo hemos ido abandonando, pero todos podemos hacer monigotes, líneas, cuadrados, soles, estrellas, círculos, triángulos…. No se trata de dibujar la realidad de forma compleja como lo haría un artista, se trata de imágenes sencillas, simples y universales que se entienden en cualquier lugar del planeta. Un ocho con pies es una persona… También un circulo con una estrella... así de sencillo.
Estos son algunos ejemplos más.
¿Cómo convertir las ideas en imágenes?
Según Dan Roam, experto en visual thinking y autor del libro “Tu mundo en una servilleta” el proceso del
Pensamiento Visual tiene estos sencillos pasos:
1. Mirar. Absorbemos la información visual, recopilamos y seleccionamos lo que nos encontramos frente a nosotros.
2. Ver. Seleccionamos lo que consideramos interesante y agrupamos esa información a través de las relaciones entre los elementos y pautas.
3. Imaginar. Interpretamos y manipulamos los elementos para descubrir nuevas pautas.
4. Mostrar. Cuando se encuentre una pauta y se comprenda, debe mostrarse a otras personas para obtener feedback.
Aunque el proceso no siempre es tan lineal, siempre es simple y reconocible.

Susa, a la que sus hermanos y mis hijos han mimado en exceso estos días, además de ser muy lista y preciosa, y de encantarle las avellanas para sorpresa de su madre, dibuja a una velocidad supersónica cuando quiere que ella le lleve de nuevo en coche a recoger moras y arándanos y comer un helado de frutas del bosque con los chicos en el Malaín.
Hoy dejo encima de la mesa esa petición de Susa...
Publicado por Mila Guerrero.
Manager I+D+i de R&H Talento y PersonasVisitar el Blog de Mila, aquí
Publicado el viernes, 17 de julio de 2015 a las 18:31 por Juan Bueno
lunes, 6 de julio de 2015
Descárgate gratis el eBook: Dueño de mi tiempo. Aquí
Un compendio de consejos y herramientas útiles para optimizar nuestro recurso más escaso: el tiempo, TU TIEMPO.
Un compendio de consejos y herramientas útiles para optimizar nuestro recurso más escaso: el tiempo, TU TIEMPO.
La clave no está en el tiempo de que disponemos, que es el mismo para todos, sino en lo que hacemos con ese tiempo, es decir, en cómo lo empleamos.
Para ser dueños de nuestro tiempo es preciso hacer las cosas que tenemos que hacer y hacerlas bien, lo cual introduce el concepto de eficiencia, es decir, lograr hacerlas con el menor coste posible, tanto en tiempo como en dinero.
Publicado por Juan Bueno.
Managing Partner de R&H Talento y PersonasPublicado el lunes, 6 de julio de 2015 a las 18:51 por Juan Bueno
martes, 30 de junio de 2015
Hacía mucho tiempo que no iba de boda y el pasado fin de semana he estado en una. Para los novios no era la primera vez que se casaban, ya habían vivido esa experiencia hace años, sin embargo en este momento que ya has superado esos años intensos de juventud, pero se está en el mejor momento profesional y probablemente de madurez en casi todos los aspectos de tu vida, he visto las mismas emociones de la última boda a la que fui, aunque esa si era de dos jóvenes que empezaban y sellaban en ese momento su vida juntos.
Tengo que decir que la novia estaba muy guapa y el novio también, todos los que estábamos allí teníamos la sensación de ser parte de una historia bastante curiosa y hasta un poco precipitada que terminaba en boda. Ah! y el cóctel fue magnífico, sobre todo las croquetas, lo resalto porque parece que si no se dice algo así no es una buena boda.
Pero de lo que quiero hablar en estas líneas es de como somos los protagonistas de gestionar nuestra felicidad.
Desde que las primeras tribus se reunieron alrededor del fuego, la felicidad ha sido un tema de conversación interminable, con enfoques muy distintos.
¿Es la felicidad cuestión de genes? David Lykken, profesor de Psicología de la Universidad de Minnesota experimentando con gemelos concluyó que no solo es cuestión de una tendencia natural sino que está determinada y dependerá del modo en el que cada cual decida vivir las cosas que le van sucediendo en la vida.
¿Depende de tener, conseguir cosas que deseo?, En su libro “Los mitos de la felicidad”, Sonja Lyubomirsky, profesora de Psicología de la Universidad de California, afirma que en la idea de ”seré feliz cuando…”, “o no seré feliz si..” , esos logros, aún cuando en principio sean muy gratificantes, no nos harán tan inmensamente felices, ni durante tanto tiempo como se cree, en seguida buscaremos otros a los que supeditar nuestra felicidad. Y consumiremos más tiempo persiguiendo otras cosas que disfrutando de las que ya tenemos.
En la misma rutina diaria podemos encontrar esa tranquilidad, en los momentos más sencillos, poder disfrutarlos es lo que aporta calma, bienestar, serenidad y satisfacción a nuestra vida. Buscar la felicidad en el futuro me parece injusto para nosotros mismos, porque no valoramos lo conseguido hasta este momento, hasta el presente, y anhelamos algo que no tenemos, algo que, en ocasiones, ni siquiera sabemos qué es. Encontrar a alguien en un momento, retenerlo y disfrutar de esa ilusión, es una de esas oportunidades que cuando se nos presentan, podemos y deberíamos gozar, sin permitirnos escusas o dejaciones que nos enquisten en una vida desaliñada o en una secuencia de momentos apáticos.
Viendo a los protagonistas de esa boda desde mi silla pude constatar que es en la propia vida, en los días, las horas, los minutos o segundos donde nos damos cuenta de que ese instante es único y vale la pena. Saber detectarlos, reconocerlos, acumularlos y deleitarlos es el primer paso. Me detuve en mirarlos abrazados, pegadas sus caras en un beso medio oculto bailando. Fue uno de esos instantes de felicidad. No había tensiones y estaban sonriendo casi constantemente, como si estuvieran dispuestos no solo emocional sino también físicamente a sentirse bien.
En un rincón del salón, hablando con ambos entendí que aunque en el camino que habían recorrido para estar juntos habían cometido algunos errores y habían tenido dificultades para poder llegar a esa pista de baile, se habían esforzado y habían sabido gestionar sus dudas y miedos, los resentimientos de exparejas y las quejas de sus hijos. Ya no había ni reproches, ni culpas, solo colaboración y mucho respeto de todos los personajes que habían estado de alguna manera en esa historia. Yo que había compartido algunas escenas de incertidumbre bastante teñidas de congoja y dolor, me parecieron lejanas y resueltas. Tal Ben-Shahar profesor de psicología positiva en Harvard y especialista en “felicidad”, diseña el camino para alcanzarla de esta manera:

Viendo a los protagonistas de esa boda desde mi silla pude constatar que es en la propia vida, en los días, las horas, los minutos o segundos donde nos damos cuenta de que ese instante es único y vale la pena. Saber detectarlos, reconocerlos, acumularlos y deleitarlos es el primer paso. Me detuve en mirarlos abrazados, pegadas sus caras en un beso medio oculto bailando. Fue uno de esos instantes de felicidad. No había tensiones y estaban sonriendo casi constantemente, como si estuvieran dispuestos no solo emocional sino también físicamente a sentirse bien.

En un rincón del salón, hablando con ambos entendí que aunque en el camino que habían recorrido para estar juntos habían cometido algunos errores y habían tenido dificultades para poder llegar a esa pista de baile, se habían esforzado y habían sabido gestionar sus dudas y miedos, los resentimientos de exparejas y las quejas de sus hijos. Ya no había ni reproches, ni culpas, solo colaboración y mucho respeto de todos los personajes que habían estado de alguna manera en esa historia. Yo que había compartido algunas escenas de incertidumbre bastante teñidas de congoja y dolor, me parecieron lejanas y resueltas. Tal Ben-Shahar profesor de psicología positiva en Harvard y especialista en “felicidad”, diseña el camino para alcanzarla de esta manera:
- Tener en cuenta que no siempre todo sale perfecto. Es mejor el optimalismo que el perfeccionismo. Siempre hay errores, reconocerlos y disculparse es una parte importante del camino.
- Lo importante es disfrutar del viaje de la vida, no solo de la meta. Los momentos de ilusión son irrepetibles.
- Aceptar las emociones, no todas son placenteras, pero todas son necesarias. Golda Meir decía “quien no sabe llorar de corazón, no sabe reír con él”.
- Aceptar la realidad y apreciar el éxito de forma también realista. La autoestima es el cociente entre el éxito y las aspiraciones, “bastante bueno mi rendimiento”, o “bastante bien mis resultados” son palabras generadoras de felicidad.
- Rodearse de gente buena, que te quiera y genere bienestar a tu alrededor.
- Desterrar de tu vida a quien no te tiene en cuenta, te miente, te grita, te enjuicia, desprecia y ridiculiza tus puntos de vista o te prohíbe estar o hablar con quien te cuida y proporciona alegrías o ilusiones. Huye de los aduladores o de quien te anima al desquite, al rencor o la inquina y no desaproveches la ocasión para recordarte lo que te hace sentir incómodo.
En aquella sala se cumplían en su totalidad todos los requisitos … no puedo más que desearles toda felicidad posible y que sepan apreciarla y saborearla. Yo también fui feliz en esa boda y me divertí mucho bailando con el novio, ambos son expertos en hacerte sentir bien.
Y dejo encima de la mesa para pensar ... ¿en cual de los requisitos nos esforzamos menos?.
Publicado por Mila Guerrero.Manager I+D+i de R&H Talento y Personas
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Publicado el martes, 30 de junio de 2015 a las 12:28 por Juan Bueno
viernes, 12 de junio de 2015
Esta frase me la dijo mi buen amigo y gran profesional del mundo del Márketing, Juan Carlos Alcaide, cuando me ilustraba con algunas explicaciones sobre ese área por entonces desconocida para mí, y sobre la que tenía que hacer un trabajo relativo a la experiencia cliente. Mientras él hacía acopio de sus conocimientos para que yo aprendiera algo sobre el asunto me dijo esta frase que se me quedó grabada: “calidad y calidez dan un diez”, ilustrando así lo que según su criterio eran dos requisitos para convertir cualquier compra de un producto o servicio en una experiencia memorable. La calidad, en el sentido de recibir algo bueno y con un precio justo y calidez en el trato, que te hagan sentir bien, incluso especial.
Muchos han sido los momentos en mi vida como cliente o usuaria en la que he rememorado la citada frase. Y no es mi objetivo en este post hacer una reflexión sobre la necesidad de trabajar con unos altos estándares de calidad. No lo es, aunque muchos son los tratados y manuales escritos sobre el tema.
Estoy absolutamente convencida de que una inmensa cantidad de problemas ni siquiera se plantearían, si todos y cada uno de nosotros tuviéramos como lema la calidad en nuestro quehacer diario. Y pienso en cualquier profesión: el conductor de autobús (con frecuencia echo de menos que saluden), la cajera del supermercado o el director general de tu compañía de seguros. Si todos asumiéramos nuestro trabajo teniendo presente las necesidades y expectativas del cliente, cumpliendo las normas y con una necesaria dosis de flexibilidad para adaptarnos a imprevistos o situaciones urgentes, muchos de los errores, equívocos o problemas que surgen, simplemente no aparecerían.
Estoy absolutamente convencida de que una inmensa cantidad de problemas ni siquiera se plantearían, si todos y cada uno de nosotros tuviéramos como lema la calidad en nuestro quehacer diario. Y pienso en cualquier profesión: el conductor de autobús (con frecuencia echo de menos que saluden), la cajera del supermercado o el director general de tu compañía de seguros. Si todos asumiéramos nuestro trabajo teniendo presente las necesidades y expectativas del cliente, cumpliendo las normas y con una necesaria dosis de flexibilidad para adaptarnos a imprevistos o situaciones urgentes, muchos de los errores, equívocos o problemas que surgen, simplemente no aparecerían.
Yo voy algo más allá, con una concepción un poco más emocional de este tema, y me centro en la parte de la calidez, o sea el trato como a una persona, con respeto, educación, naturalidad, cercanía, amabilidad y empatía. Eso sí da un diez. O más. Y cuando a uno le tratan así se va fortalecido, animado, bien predispuesto. ¿Tanto cuesta?
Parece que sí. Hay gente que va a su trabajo con la convicción de estar penando su condena y las personas a las que atienden, tienen también su parte de culpa.
Y hay otras (quiero creer que son la mayoría) que deciden afrontar la vida con un enfoque positivo, abierto, tolerante y con la sonrisa puesta en los labios.
Siempre me pareció más rentable esta última postura. El buen talante refleja lo mismo. Es difícil responder con un exabrupto a alguien que nos atiende con un trato afable, educado, incluso cercano.
Y hay otras (quiero creer que son la mayoría) que deciden afrontar la vida con un enfoque positivo, abierto, tolerante y con la sonrisa puesta en los labios.
Siempre me pareció más rentable esta última postura. El buen talante refleja lo mismo. Es difícil responder con un exabrupto a alguien que nos atiende con un trato afable, educado, incluso cercano.
Sin embargo, en sentido contrario es fácil predisponerse con una persona que se dirige a nosotros con tono altanero, distante y transmitiendo además pocas ganas de trabajar.
Trabajar con diligencia, con corrección y con alta calidad debería ser requisito indispensable. En cualquier ámbito, porque todos somos clientes y proveedores, todos damos y recibimos.
Y el reverso de esa moneda lo he vivido hace unos días, y recuerdo la imagen que protagonice con un regusto de amargura y sorpresa, que me dejó pensativa un buen rato: Desde hace más de tres años estoy esperando una resolución de la justicia que se ha hecho esperar, y en los últimos meses estuve llamando por teléfono de forma continuada todas las semanas para saber cómo iba el asunto (por cierto, mi abogado tiene un lema: Justicia lenta = Injusticia). Pues bien, durante todo este tiempo me han atendido en el juzgado (de la más alta instancia) diferentes funcionarios con total corrección y amabilidad, y sobre todo, empatía. Ante mis disculpas por seguir llamando con frecuencia la respuesta era invariable: ”No se preocupe”, “Estamos para eso”, “Llame cuando quiera”,
etc.Hace unas semanas por fin el tema se solucionó y yo me sentía en deuda con todas esas personas que me trataron con deferencia y respeto y decidí llevar unos bombones para mostrar mi agradecimiento. Cuando entré en la sala y me dirigí a ellos, todos los funcionarios me miraban con cara de estupor y por un momento pensé que me tendría que volver con los chocolates que había comprado. Nadie cogía la caja y me miraban con recelo.
Cuando por tercera vez expliqué mis razones la respuesta unánime y manifestada por algunos de ellos era “Nadie nos da nunca las gracias”, “Recibimos muchos gritos y reproches”. Salí de allí con una mezcla de tristeza y decepción, a pesar de haber cerrado de forma favorable mi asunto personal.
En efecto no estamos acostumbrados a que se nos agradezca un trato bueno, cálido, afectuoso. Nos faltan muestras de cariño, una sonrisa, un guiño, cualquier gesto o palabra que manifieste un feed back positivo.
Es reconfortante hacer bien nuestro trabajo, (calidad) y hacerlo de forma afable (calidez). Además dan un diez.
A mí me satisface realizar mis tareas bien, me gusta que me traten con educación y cercanía y me encanta agradecer un servicio bien prestado.
También me gusta que me agradezcan cuando soy yo la que lo presto.
También me gusta que me agradezcan cuando soy yo la que lo presto.
Agradecer y ser agradecido. Bendita costumbre.
Executive Manager de R&H Talento y Personas
Publicado el viernes, 12 de junio de 2015 a las 13:46 por Juan Bueno
lunes, 8 de junio de 2015
Dice un viejo proverbio que “las cosas bien hechas, bien parecen”. Esta contundente afirmación concuerda plenamente con la metodología de las 5 ESES, que con origen en la factoría japonesa de Toyota en los años 60, nos ayuda a través de un método sencillo y muy estandarizado, disfrutar de un lugar de trabajo más organizado, limpio, productivo y, en definitiva, agradable.
Su nombre se debe a las 5 palabras que lo definen que en japonés empiezan por “S”: Seiri (Eliminar o Clasificar), Seiton (ordenar), Seiso (limipar), Seiketsu (normalizar) y Shitsuke (hábito). En inglés su nombre es “Housekeeping” y me parece que introduce un concepto muy apropiado, el de ser dueños de la casa (y actuar como tal) también en el trabajo.
Gracias a mi certificación en la metodología 5 ESES, he implantado con éxito , a lo largo de los últimos 15 años, programas de mejora de la producción basados en dicha metodología, en varias Empresas de diferentes sectores.
La primera experiencia que se aprende es que la puesta en marcha de estos programas, ademas de requerir un profundo conocimiento de la metodología de las 5 ESES, necesitan del desarrollo en paralelo de un programa de gestión del cambio. Sin este último, todo puede quedarse en la teoría y el programa irá perdiendo pulso paulatinamente, hasta su completa desaparición. Tiempo y dinero invertido en nada.
Es necesario que las personas se apropien de la esencia de la metodología y la hagan suya, para implementar y mantener todas las mejoras
Pero ¿en que consiste la metodología 5 ESES?. Como decíamos al principio, consta de 5 fases:
La primera fase es Seiri = CLASIFICAR
El objetivo de esta fase es disponer en el área de trabajo sólo del material necesario. Por lo tanto el primer paso a dar, es distinguir entre lo necesario y lo innecesario y eliminar de esto último.
En áreas como la industrial, el beneficio es claro. Manteniendo despejada el área de trabajo y evitando pérdidas innecesarias de tiempo debido a material superfluo que nos impide encontrar lo que necesitamos de forma más rápida.
En el ámbito industrial el impacto es muy visual, pero en oficinas o puestos de trabajo administrativos también se reducen de forma considerable el número de errores o tiempos mal empleados.
La segunda fase es Seiton = ORDENAR
Lo que toca en este momento es organizar el puesto de trabajo, de forma que el trabajador sabe de forma clara y rápida donde está todo aquellos que necesita.
Esta fase responde al lema de “cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa”.
La tercera es Seiso = LIMPIAR
Cosiste en mantener limpio el lugar de trabajo y es una consecuencia de las dos anteriores. La limpieza supone en el caso de sectores industriales, por ejemplo, dejar el lugar de trabajo recogido, las máquinas limpias y las herramientas colocadas en su sitio, etc. Además de limpiar es conveniente tener identificadas las posibles fuentes de suciedad.
Esta tarea es imprescindible cuando se trabaja a turnos, ya que los trabajadores encontrarán las instalaciones y la maquinaria lista para comenzar a trabajar desde su incorporación al puesto de trabajo.
Esta etapa impacta claramente en la imagen que la empresa proyecta, con puestos de trabajo limpios, bien colocados, organizados y pulcros.
La limpieza, genera limpieza. Lo contrario también se contagia (y seguramente a mayor velocidad).
La cuarta es Seiketsu = NORMALIZAR
También llamada de estandarizar. Esta fase es la que permite crear unos procedimientos de trabajo por los que se convierta en hábito las formas de actuar anteriores. En este caso la empresa debe explicar y hacer saber a toda la plantilla lo que se espera de ellos con las 5 ESES, en tiempo y forma y facilitar los medios para que así sea.
La quinta y última es Shitsuke = HÁBITO
Esta es tal vez la más importante porque permite la comprobación y mantenimiento de todas las anteriores, introduciendo en concepto de disciplina en el sentido de respetar el método y llevarlo a la práctica de forma continuada.
Uno de los aspectos más significativos del método de las 5 ESES es que se aplica a través de la creación de equipos de trabajo heterogéneos, propios de la organización en la que se implanta, necesitando sólo la asesoría y acompañamiento de un especialista, consultor experto en la metodología.
La creación de estos equipos de trabajo, acompañados por el consultor son una esencial fuente de inspiración y control para todo el proceso. Los miembros del equipo deben representar todas las áreas de la empresa (así se recogen todas las necesidades y sensibilidades al respecto), asignando diferentes roles, que quedarán claramente establecidos.
El consultor ayuda a la transmisión del conocimiento sobre la herramienta y su implantación, llevando a cabo junto al equipo, sesiones de formación y sensibilización para toda la plantilla. Desde mi experiencia puedo afirmar que el grado de compromiso que se consigue con este tipo de proyectos, es altísimo por parte de los empleados, incrementando notablemente el orgullo de pertenencia a la organización.
Hay que tener en cuenta que los resultados de implantación de las 5 ESES son espectaculares, como lo demuestran estas fotos, y las personas que han colaborado en su implantación suelen llevar por bandera el trabajo realizado para hacer de la empresa un lugar más limpio, organizado y seguro.
Son notables los cambios, más bien diría, profundas transformaciones que han experimentado empresas del sector de la automoción, la hostelería, sector industrial, alimenticio, etc.
Otra de las ventajas que ofrece esta metodología es la autogestión que se produce tras la puesta en marcha efectiva en una empresa. En efecto, una vez imbuida toda la organización de la filosofía de las 5 ESES, el propio grupo de trabajo inicial u otro adiestrado al efecto, revisarán el mantenimiento de la herramienta con auditorías periódicas, nuevas sesiones de formación, etc. Así el papel del consultor es limitado en el tiempo, lo cual también reduce de forma significativa los costes, al convertirse las 5 ESES en una herramienta interna.
“Las cosas bien hechas bien parecen”. Las 5 ESES permiten reducir tiempos muertos, desperdicios, suciedad y contribuyen a aumentar la seguridad, la productividad y el clima organizacional. Reducen los cuellos de botella, mejoran la calidad, optimizan el stock, mejoran la organización, optimizan el uso de la maquinaria y de las instalaciones y en muchas ocasiones, incide y mejora el sistema de incentivos.
Por último, proyectan una imagen de empresa organizada y solvente.
Pasamos muchas horas al día en nuestro puesto de trabajo. Este debería ser lo más agradable posible. ¿te animas a la transformación?
(May Ferreira es Consultora certificada en la metodología 5 ESES)
Publicado por May Ferreira
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Publicado por May Ferreira
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Publicado el lunes, 8 de junio de 2015 a las 17:15 por Juan Bueno
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