miércoles, 31 de agosto de 2016

Para la mayoría de los mortales las vacaciones se han acabado o están a punto de hacerlo. No insistas, no puedes agarrarte a la sombrilla de la playa y llorar amargamente porque te espera tu mullida silla delante del ordenador y la eterna sonrisa de tu jefe cuando se propone distribuir una variada selección de “marrones”. 


Tampoco vale querer trasladar la oficina a un entorno más llevadero en el que incluso tú mismo puedes enumerar las ventajas de trabajar en un entorno abierto, cooperativo, relajado, en el que el cosquilleo de la arena te haría todo más llevadero.
Y es que sabiendo como sabemos que las vacaciones son un parón imprescindible, del mismo modo sabemos que tienen su fin. Es indispensable contar con esos días de asueto porque al acabar el primer semestre del año según algunos estudios hechos al efecto, se incrementan de una forma exponencial los conflictos, enfrentamientos, disputas, rencillas, riñas, y alguna que otra trifulca con compañeros de otros departamentos que, en la cena de navidad, nos habían parecido unas bellísimas personas y, sin embargo cuando se anuncian los rigores del verano, se nos antojan unos pedantes insufribles.


Así que fuera tristeza, a sacudir la arena o el polvo del camino y a enfrentarse a un último cuatrimestre del año lleno de retos que en unos días nos tendrán enfrascados. Algo más relajados mentalmente y con buen aspecto. Aunque sólo sea porque en unos días nuestros hijos estarán pasando el trago de regresar a los rigores del colegio, intentemos contagiarles positivismo y aspectos que hacen alegre el regreso: contar las vacaciones que en definitiva es volver a disfrutarlas, volver a ver a los amigos, descubrir cambios en el colegio…

Y tu jefe, perdón líder, porque eres de los que no ordenas si no que inspiras, animas, haces crecer, asignas roles y tareas y ayudas a gestionar conflictos cuando necesariamente se producen. A ti te digo líder, con infinito respeto y prudencia, que cuentas con una plantilla relajada, morena y con las pilas cargadas tras las vacaciones, para hacer frente al último tirón del año en el que nos jugamos mucho para sacar adelante los resultados en este arreón final. 

Son muchos los objetivos que hay que rematar y gran parte de ellos están ligados a algunos de los temas más candentes de la actualidad, en los que resulta indispensable estar al día, saber, conocer y contar cada vez con más conocimientos y/o recursos. Solo por citar algunos de ellos:

La Transformación Digital (en niveles de sensibilización, diagnóstico o de implantación).
La adaptación al Cambio desde el aspecto técnico, social y humano.
La Flexibilidad para evitar que nuestro proyecto profesional se hunda y se adapte a los tiempos cambiantes que vivimos. 
La Resiliencia para tener capacidad y herramientas de aguantar circunstancias adversas y salir fortalecido de ellas.
La Cohesión de Equipos que se puede fortalecer a través de modernas herramientas basadas en técnicas de Gamificación (Lego Serious Play, construccionismo, juegos de escape…)
Programas de Liderazgo, Autoliderazgo, Coaching, o Mentoring
Programas de Eficiencia: gestión del tiempo, auto efectividad 5 ESES




Así que tú, líder tienes una responsabilidad directa en el desarrollo del talento de tu equipo, para que tus colaboradores no pierdan la sonrisa y la ilusión mientras el moreno, cada vez más suave, recuerda otros escenarios más relajados de estas pasadas vacaciones.

Y nosotros estamos aquí para ayudarte a implementar todos los programas que quieras poner en marcha.

Feliz regreso. Bienvenidos a la normalidad.

El equipo de R&H Talento y Personas




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Publicado el miércoles, 31 de agosto de 2016 a las 23:13 por Juan Bueno

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martes, 28 de junio de 2016

La transformación digital es una auténtica revolución que ha hecho tambalear las estructuras de muchos negocios; las bases más tradicionales sobre las que se asentaba el mercado o el comportamiento más o menos previsible de los clientes. Sin duda alguna, es una profunda transformación de muchos aspectos relacionados con la forma de comunicarnos, establecer relaciones o hacer negocios. Y evidentemente abre un mundo de infinitas posibilidades ligadas a una mayor competitividad, modernidad o a alcanzar nuevos y apasionantes retos.


Ahora bien, como cambio profundo que supone una auténtica variación de muchos aspectos, también tiene efectos colaterales. Y pueden ser leves o graves. Pero no pueden ser ignorados si deseamos que ese proceso tenga éxito en nuestras empresas. Porque la transformación digital va mucho más allá que tener una página web navegable e intuitiva; aplicar algunas herramientas o apps; o utilizar algún servicio en la nube. Incluso de que algunos departamentos aislados de nuestras empresas,  digitalicen sus procesos.

Esa transformación afecta a tecnología y personas, a herramientas y personas, a nuevas aplicaciones y personas. En definitiva, a un nuevo enfoque integral del negocio.

¿Qué es lo que parece estar ocurriendo en este ámbito? Pues que todos estamos volcados con enorme intensidad en toda la parte tecnológica (o sea en las soluciones), que resulta imprescindible, pero estamos dejando un poco de lado a las personas que proponen, aplican, supervisan y en definitiva, conviven con toda esa avalancha digital. Que las personas caigan en el olvido en esta materia o que simplemente tengan un papel secundario, supone cimentar fracasos anunciados. 

Los cambios se implementan a través y/o gracias a las personas. De los profesionales que siguen siendo el capital más valioso de las organizaciones. Son ellos (los de a pie) quienes están en contacto con los clientes y con el mundo real. Si todo el esfuerzo y el foco se ponen en la parte tecnológica, que además suele venir de mano de los responsables de IT, podremos obtener para nuestra empresa herramientas y recursos de última generación. Pero si  en el camino de ese esfuerzo relegamos o postergamos los procesos de acompañamiento a los profesionales, esa transformación digital se quedará definitivamente incompleta. Porque sólo se sustentará en una de esas patas.
Si desatendemos a las personas los efectos secundarios no tardarán en aparecer.

Esta transformación digital lleva aparejada una profunda transformación cultural. Y todo cambio debe contar con una estrategia previa que tenga en cuenta todas las posibles dificultades que pueden (que van) a surgir en el camino.

Aspectos como la innovación, crear espacios para la creatividad, tener en cuenta la opinión de colaboradores pegados al negocio, combinándolos con las de otras personas que están al tanto de la calle, de lo que hay por ahí en asuntos de tecnología, pero también lo que otros están haciendo (con sus éxitos y sus fracasos). Imaginar nuevos productos, nuevas funcionalidades o nuevos usos. Imaginar quien puede ser nuestro competidor del futuro que, gracias a la tecnología, puede venir de fuera del sector. Abrir con generosidad las puertas para que fluya el talento digital, porque de otra manera, si no lo hacemos nosotros, otros lo harán en nuestro lugar.

Todos estos detalles, de gran importancia y a veces escondidos enfrente de nuestra mirada, pueden ser cruciales a la hora de emprender la singladura de la ruta de la transformación digital .

El equipo de redacción de R&H Talento y Personas



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El Internet de todas las cosas aborda el cómo personas, cosas y datos pueden actuar de forma diferente. Hemos pasado ya ese primer estadio en el que Internet se usaba fundamentalmente para la búsqueda de información.


Los Millennials quieren trabajar en empresas diferentes a las que sedujeron a sus padres unas décadas atrás. Muy diferentes.



La transformación digital va mucho más allá del uso de Internet o las redes sociales. No sólo es tecnología. Eso sólo es una parte. Se trata de personas, procesos, formación, y nuevas formas de entender los negocios y de acercarnos a los clientes. 



La transformación digital, más allá de una moda pasajera o una tendencia, ha venido para quedarse. Y los gurús de este asunto no recomiendan dicha transformación para estar al día sino que lo hacen por criterios empresariales mucho más sólidos.

Publicado el martes, 28 de junio de 2016 a las 20:53 por Juan Bueno

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domingo, 22 de mayo de 2016


En la sociedad actual hablamos sin cesar de ser eficiente, de establecer unos objetivos y lograrlos con criterios de eficacia, en el menor tiempo posible y con el coste más ajustado de recursos. Para hacer frente a esa exigencia en el ámbito laboral es adecuado contar con unos buenos hábitos que proceden de nuestra área personal.



Así, si desde pequeños desarrollamos las prácticas adecuadas, ordenadas, metódicas y respetando sus tiempos es probable que cuando alcancemos la vida adulta esas rutinas estén plenamente interiorizadas en nuestra faceta personal. Y si así fuera esos usos se convertirían en experiencias muy convenientes en el mundo laboral.
El orden y la planificación están directamente vinculados con la eficiencia, y ésta con los resultados. Es difícil, por no decir imposible obtener la excelencia desde el caos, la improvisación o la falta de sistema. Sin embargo todos conocemos a un amigo que afirma:” yo funciono muy bien en mi desorden”. Y es cierto que algunas personas se desenvuelven aparentemente bien en una cierta desorganización ante el estupor de los más sistemáticos. Pero lo cierto es que los criterios de eficiencia tienen una ligazón intensa con el orden, el método y la disciplina. Además un entorno de actividades debidamente establecido y organizado es fácilmente transferible a otra persona, mientras que un trabajo enredado y laberíntico es complejo para ser contado o trasladado a otra persona. La sistematización y el método proporciona seguridad y certeza.

Hay dos elementos muy significativos para ser eficiente y no morir en el intento: hacer una buena distribución del tiempo y ser adecuadamente asertivo.
                        
El tiempo es un aliado o un enemigo. Si es objeto de una correcta planificación parece que se estira milagrosamente. ¡cuidado! Solemos afirmar que no planificamos porque no tenemos tiempo, pero al final no tenemos tiempo porque no planificamos.

¿Quieres ser convenientemente asertivo?: No te pierdas nuestros próximos artículos de "La actualidad en 2 minutos" y lo descubrirás en breve.

El equipo de redacción
R&H Talento y Personas



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Publicado el domingo, 22 de mayo de 2016 a las 18:55 por Juan Bueno

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martes, 17 de mayo de 2016


¿En qué se diferencian las necesidades de los deseos?

A veces confundimos estos dos términos y no son lo mismo. Las necesidades son imprescindibles para la vida. El deseo es lo que nos gustaría tener o que ocurriera, pero no conseguirlo no  merma ni la calidad de vida, ni la supervivencia, ni la felicidad.

Tendemos a buscar satisfacciones constantemente. Nuestra mente buscar el placer y gratificarse y puede llegar a confundir lo necesario con otras cosas que no lo son.

El marketing conoce muy bien esa delgada línea y la usa para dirigir nuestra conducta de consumidores.

La manera como una persona transforma sus necesidades en deseos depende de muchos factores: de sus vivencias, su educación, los entornos culturales y sociales… pero también y en gran medida, de su propio perfil personal.

Las 9 características de los perfiles menos vulnerables a confundir necesidad y deseo, son:

1. Resistentes a la enculturación, poco susceptibles a la presión social.

2. Independientes de la cultura y el entorno, se apoyan en sus propias experiencias y juicios.

3. Centrados en la realidad, diferencian lo falso y ficticio de lo que es verdadero y genuino.

4. Centrados en los problemas. Se enfrentan a ellos en virtud de sus soluciones, no como temas personales.

5. Disfrutan de relaciones personales íntimas, con pocos amigos cercanos y miembros familiares en los que confían.

6. Sentido del humor no hostil, prefieren las bromas a costa de sí mismos o de la condición humana, nunca dirigida a otros.

7. Alto grado de aceptación de sí mismo y de los demás, prefieren a las personas tal como son.

8. Frescura en la apreciación: una habilidad para ver cosas, incluso ordinarias, como preciosas. 

9. Tendencia a vivir con mayor intensidad las experiencias que el resto de las personas.

¿Y tú cuanto de vulnerable eres?

El equipo de redacción
R&H Talento y Personas



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Dos sistemas modelan nuestro pensamiento: El rápido que afronta las situaciones desde las emociones y las intuiciones y opera de forma impulsiva, casi automática, sin esfuerzo ni sensación de control voluntario. Mientras que existe otro sistema más lento más deliberado, reflexivo y lógico, que requiere toda la atención y concentración, y un gran autocontrol porque dirige los esfuerzos en una búsqueda de alternativas antes de elegir una.




La toma de decisiones es una de las tareas más complejas y estresantes a las que nos podemos enfrentar si no sabemos gestionar esa incertidumbre de forma adecuada, pudiendo llegar a producir trastornos o patologías en casos extremos.


Publicado el martes, 17 de mayo de 2016 a las 19:08 por Juan Bueno

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jueves, 28 de abril de 2016

El concepto Internet de todas las Cosas (IoT) es una tendencia que ha irrumpido con la fuerza de un tsunami y cuyas posibilidades son casi infinitas. El panorama que se extiende ante nuestros ojos es abrumador, implica a todos los sectores de la industria y puede mover millones y millones de euros en los próximos años.

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El Internet de todas las cosas aborda el cómo personas, cosas y datos pueden actuar de forma diferente. Hemos pasado ya ese primer estadio en el que Internet se usaba fundamentalmente para la búsqueda de información. 

Un interesante ejemplo de las posibilidades que se nos brindan es el de la empresa NextSeguros que para diseñar seguros a medida para sus clientes utiliza la información que le proporcionan los dispositivos instalados en los coches, disponiendo así de una información completamente real. 


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Pude parecerlo pero no es ciencia ficción. Podría ser el futuro pero en muchos casos ya es el presente.

El concepto de Internet de todas las Cosas está basado en la conectividad que tiene como objeto hacer más fácil la vida de los seres humanos. Puedo citar ejemplos que nos dejarán boquiabiertos: un dispositivo en la nevera que avisa de la fecha de caducidad de los productos; un inodoro que analiza la orina y recomienda la dieta más adecuada o dispositivos en los animales que recogen su productividad. O sea no se trata sólo de tener datos si no de utilizar esos datos para disponer de mayor conocimiento, poder tomar decisiones de forma compleja y por lo tanto disponer de más recursos para hacer nuestra vida más fácil.

El potencial de IoT es tan enorme que puede cambiar, más bien diría transformar profundamente toda nuestra vida.

Casi podríamos afirmar que en un futuro próximo las cosas que no estén conectadas no tendrán futuro. Hablamos por lo tanto de la fuerte tendencia  a provocar la interconexión digital de las cosas de uso cotidiano.


Internet de todas las cosas 3
Hay dos grandes campos de acción en el Internet de todas las cosas: el primero, el que he mencionado de la conexión de los objetos (muy encaminados a hacernos la vida más fácil) y el otro, denominado “Smart cities”. En este caso el IoT sirve para medir y gestionar algunos parámetros como energía, consumos, humedad, circulación, gestión de residuos, etc. de forma automática y sin que intervenga el ser humano. De esa forma se están tomando decisiones complejas que ayudan a reducir o hacer un consumo más racional de los suministros.

En algunas ciudades ya se están instalando estos sistemas en la red de alumbrado, alcantarillado, etc. Sus potencialidades podrán llegar al transporte o la sanidad. Si tenemos en cuenta que en el 2050 más del 60% de la población mundial vivirá en macro-ciudades se volverá imperativo racionalizar todos estos usos para su mayor eficiencia.

Es cierto que en muchos casos estos conceptos son un tanto difusos y lejanos todavía para el ciudadano medio pero su avance es imparable. Los cambios se suceden a velocidad tan vertiginosa que algunos de los avances que hace muy poco tiempo nos parecían revolucionarios, desde la óptica actual se ven ya como rudimentarios.

La Transformación Digital en que ya estamos inmersos cambiará de forma radical muchos negocios tradicionales que perderán su razón de ser, la forma de comunicarnos, entablar relaciones, o salir al mercado.

Este nuevo entorno con dispositivos que son capaces de conectarse a Internet y permiten que el usuario tenga el control u manejo de aparatos que le facilitan la vida ya está en marcha. Desde el punto de vista humano esto requiere una enorme capacidad de flexibilidad y una significativa adaptación a los cambios que se vayan produciendo. 

¿Nos gustará vivir en un mundo lleno de objetos sensorizados y monitorizados, interconectados, pudiendo emitir órdenes desde cualquier lugar? Siempre que se producen avances revolucionarios se produce el temor de pensar hacia qué sociedad caminamos, y se impone la búsqueda del equilibrio entre todos aquellos dispositivos y aplicaciones que aumentarán nuestra comodidad y seguridad frente a los posibles abusos y despersonalización que podríamos experimentar.
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Estamos ante un gran salto, lleno de beneficios indudables para la humanidad, ante un momento único, pero no podemos perder el norte ante toda esta tecnificación, y hay que tener siempre presente que el Internet de las cosas deberá estar al servicio de las personas. Porque detrás de aparatos, conexión, digitalización y más y más avances estamos los seres humanos. Y esa condición no debemos perderla de vista.

El equipo de redacción de R&H Talento y Personas



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Los Millennials quieren trabajar en empresas diferentes a las que sedujeron a sus padres unas décadas atrás. Muy diferentes.


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Verdades y mitos sobre la Transformación Digital

La transformación digital, más allá de una moda pasajera o una tendencia, ha venido para quedarse. Y los gurús de este asunto no recomiendan dicha transformación para estar al día sino que lo hacen por criterios empresariales mucho más sólidos.

Publicado el jueves, 28 de abril de 2016 a las 18:24 por Juan Bueno

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martes, 5 de abril de 2016

Los Millennials quieren trabajar en empresas diferentes a las que sedujeron a sus padres unas décadas atrás. Muy diferentes.

Para sus progenitores era básico encontrar una empresa seria en la que poder desarrollar toda o gran parte de su vida profesional, asumiendo los avatares que en ella hubiera que vivir como una consecuencia normal por tener ese trabajo.


Los Millennials son mucho más inconformistas. Es cierto que buscan una remuneración atractiva, pero ése no es el primer factor que les influye para querer trabajar en una empresa. Desean poder realizarse y desarrollarse a nivel profesional y que su empresa se ocupe y preocupe por su bienestar. Y no nos olvidemos de horarios razonables o incluso flexibles. Los Millennials no están dispuestos a estar encerrados en su trabajo de sol a sol, haciendo frente a tareas que nunca se acaban. Para ellos se acabó el presentismo, que es sustituido por la eficiencia. Hay que conseguir resultados y hacerlo de la forma más eficiente posible.

Quieren trabajar en empresas innovadoras y que sean respetuosas con el medio ambiente. A pesar de la situación de crisis que vivimos, que en ocasiones obliga a conformarse con un empleo poco valorado, estos jóvenes tienen claro lo que anhelan para su desarrollo profesional, y además están dispuestos a cambiar y asumir riesgos.

Además les parece seductora la posibilidad del emprendimiento. Son capaces de lanzarse a la aventura de ser empresarios y saben valorar las ventajas de trabajar por cuenta ajena, o de asumir el reto de llevar a cabo su propio proyecto.

Estamos ante una generación colaborativa, exigente, hiper-informada y solidaria que dispone de valiosas herramientas para convertirse en los líderes del mañana.

Los jóvenes nacidos entre 1981 y 1999 representan ya el 30% de la fuerza laboral y vienen empujando fuerte. Deben ser objeto de programas específicos para convertirse en un valioso talento a captar y retener por parte de las empresas.


Nos enfrentamos a las necesidades y expectativas de una generación digital; que se desenvuelve en las redes sociales a sus anchas; que espera satisfacer muchas de sus necesidades a golpe de clic; que están habituados a seleccionar empresas y productos no sólo por la calidad que ofrecen sino también por la navegabilidad de sus páginas, y la accesibilidad y sencillez de su compra, servicio post venta y adaptabilidad al cliente.

Un desafío apasionante.


Publicado por May Ferreira.
Executive Manager de R&H Talento y Personas



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Publicado el martes, 5 de abril de 2016 a las 19:26 por Juan Bueno

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lunes, 7 de marzo de 2016

La transformación digital va mucho más allá del uso de Internet o las redes sociales. No sólo es tecnología. Eso sólo es una parte. Se trata de personas, procesos, formación, y nuevas formas de entender los negocios y de acercarnos a los clientes.
                     
Las organizaciones digitales han venido para quedarse, de modo que  un buen ejercicio de reflexión es pensar en qué situación se encuentra tu organización. No lo demores más. Es el momento de empezar a hacer cosas, de crear tu estrategia digital. Esto, desde mi punto de vista, no significa que haya que desechar todo lo que hemos hecho hasta ahora. Muy al contrario se trata de rescatar estrategias válidas, pero adaptadas a un entorno digital, con todos los cambios que eso conlleve.
Las empresas digitales son esencialmente innovadoras. Los procesos tienen que dejar de ser lineales, para convertirse en ágiles, muy ágiles, basados en el principio “‘fail often, fail fast, fail cheap’. Los clientes digitales son exigentes en cuanto a la rapidez, es más, exigen inmediatez.
                              
La innovación característica de las empresas digitales va más allá de productos o servicios, alcanzando a procesos y formas de entender los negocios. Y desde luego, abordar formas distintas de acercamiento y fidelización de los clientes.
Lo digital es una forma de pensar y hacer. En el ámbito empresarial caminamos hacia entornos menos jerarquizados, más horizontales y colaborativos, con una mayor capacidad de autogestión. En este mundo el conocimiento es un valor que fluye con naturalidad, se comparte de forma abierta.

El mundo ya no se divide en ricos y pobres, el mundo se organizará en torno a los que manejen la tecnología y aquellos que se queden al margen.

Aprender a trabajar de forma correcta en un entorno digital es esencial para nuestra salud y nuestra eficacia. La tecnología tiene como objeto facilitar nuestra vida diaria y hacernos más eficientes. Sin embargo todo tiene una doble cara y esa interconexión de dispositivos casi permanente que nos rodea debe ser bien gestionada para evitar convertirnos en esclavos de la misma o en seres incapaces de desconectar. 

Ramón Gurriarán, director de programas de gestión empresarial de EOI, afirma que “esto supone preparar a los profesionales en nuevas formas de trabajar cuyas características principales son la transparencia y la colaboración. El verdadero salto ya no es sólo tecnológico, si no organizativo y de gestión”.

Pensar que alguna organización o algún equipo de trabajo puede quedarse fuera del mundo digital supone asumir un riesgo enorme, porque no podemos ignorar que la generación de los Millenials, por ejemplo, no conciben su vida en un mundo que no sea digital, y ellos suponen el 40% del mercado. Realmente ¿alguien puede renunciar voluntariamente a esa cuota de mercado?
 
Otro aspecto que no podemos ignorar es el de la imperiosa convivencia entre dos generaciones diferentes: la de los emigrantes digitales, que hemos aprendido a trabajar en este entorno acuciados por necesidad laboral (con resultados aceptables) o la de los millenials que han nacido y crecido rodeados de dispositivos y tienen una tendencia natural hacia un entorno muy tecnificado. No conciben la vida de otra manera y hemos de convivir en empresas en las que los emigrantes aportamos experiencia y conocimiento del sector o el negocio y los más jóvenes y digitales que aportan la tecnología, un nuevo lenguaje y una forma distinta de relación con el cliente.

Pero hay dos factores humanos que debemos contemplar: hay que ser capaces de diferenciar entre estar conectado y estar enganchado, y no podemos dejar de lado las relaciones humanas. Sería una gran equivocación olvidar el cuidado de las relaciones personales, que sustentan toda esa tecnología. Personalmente no me gustaría visualizar un mundo robotizado, frío, sin contacto ni comunicación humana.

La hiperconexión puede aumentar nuestra eficacia pero no debe convertirnos en adictos tecnológicos, ni en meros usuarios de dispositivos. Somos seres humanos que precisan relaciones y comunicación y simplemente tendremos que adaptar esas funciones a un nuevo entorno.

Os dejo el video de la entrevista que AEDIPE realizó a Juan Bueno el 3 de Marzo de 2016, y que resume el fenómeno de la Transformación Digital


 
Piensa en digital y que la fuerza te acompañe. 

Si quieres saber todo acerca de este fenómeno, te recomiendo leas el libro que recientemente hemos publicado "La ruta de la Transformación Digitall", que está disponible en Amazon. Lo puedes descargar en:

http://www.amazon.es/dp/B01AOPX188


Publicado por May Ferreira.
Executive Manager de R&H Talento y Personas



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Publicado el lunes, 7 de marzo de 2016 a las 17:50 por Juan Bueno

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